Durante el Adviento preparamos especialmente nuestra vida para recibir al Señor que viene a nosotros, no sólo el día de Navidad, sino sobre todo al final de los tiempos cuando nos encontremos con Dios cara a cara. La espiritualidad del Adviento se caracteriza por cinco aspectos:
1. Tiempo de Plegaria.
Propongámonos durante el Adviento intensificar nuestra relación con el Señor. Leamos y meditemos la Sagrada Escritura , estemos a la escucha de la Voz de Dios que nos habla; vivamos la Eucaristía con atención, recogimiento, participación y puntualidad.
2. Tiempo de Esperanza.
En nuestras relaciones personales procuremos ser positivos y constructivos. Aportemos la luz de Cristo en los diversos ámbitos de nuestra vida personal y social, a fin de que quienes nos conocen perciban en nuestro comportamiento la auténtica vivencia cristiana.
3. Tiempo de Reconciliación.
Preparar la llegada de Jesús implica la conversión de nuestra vida. Convertirse significa cambiar el estilo de vida y pedir perdón a quien hemos ofendido, dejarnos perdonar por nuestro prójimo; y, saber aceptarnos a nosotros mismos. Celebremos el sacramento de la Reconciliación ; en él recibimos el perdón de Dios, la gracia y la fuerza del Señor para edificar su Reino en nuestro Mundo.
4. Tiempo de Solidaridad.
La auténtica conversión implica siempre la solidaridad con el prójimo y la opción por los pobres. Participemos en las campañas de Caritas que organicen los grupos de Acción Social de nuestras parroquias. Estemos disponibles con quien necesita nuestra ayuda. Seamos especialmente generosos en la colecta en favor de los pobres que se realiza en Adviento o en Navidad en todas las Iglesias, es una magnífica ocasión para hacer real y eficaz nuestra solidaridad con quienes sufren.
5. Tiempo de María.
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