sábado, 28 de noviembre de 2015

¿QUÉ ES EL ADVIENTO?


                                                                                       Francesc Ramis Darder

El Adviento es el tiempo litúrgico de la esperanza. El tiempo en que esperamos la llegada del Señor, primero en Navidad, y después al final de los tiempos, cuando irrumpa plenamente el Reino de Dios. Como atestigua la Escritura, Dios actúa en bien de su pueblo de muchas maneras; a modo de ejemplo, el Señor liberó a Israel de la esclavitud de Egipto y le entregó la Tierra Prometida.

Cuando el Señor quiere transformar el alma de su pueblo, lo hace con la caricia de la misericordia. ¿Qué significa la palabra misericordia? El término castellano “misericordia” procede de la lengua latina, y proviene de la adición de dos palabras: “miser” que significa “pobre”, y “corda” que significa “corazón”. Aunando ambas palabras y adoptando un tono poético, apreciamos el significado de la voz “misericordia”; es misericordioso quien entrega alguna de sus cosas, o aún mejor, se entrega a sí mismo, para calmar la pobreza del corazón de su hermano. Jesús es misericordioso porque se entregó a sí mismo para liberarnos de la fiereza del pecado e insertarnos en la senda de la libertad cristiana. Jesús es misericordioso porque entregó todo lo que tenía para calmar la pobreza de los afligidos; entregó su tiempo para escuchar a quien sufría y entregó su gracia para curar a los enfermos.

El evangelio que hemos proclamado constituye un buen ejemplo de la actuación misericordiosa de Jesús. Cuando el Señor predicaba en Palestina, la situación social era muy adversa. La opresión de los romanos y las arbitrariedades de los dirigentes judíos hundían Israel en la miseria y sembraban la desesperanza en el corazón del pueblo. Acercándose el penar de la gente, Jesús les decía: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje”. ¿Qué significa la afirmación de Jesús?

Al decir de los antiguos, el sol no solo era un astro; era también el signo del poder, representaba a los poderosos que mantenían al pueblo en la opresión y la miseria. Dice Jesús a sus discípulos, tened esperanza porque llegará el día en que los malvados, representados por el sol, desaparecerán. La luna era para los antiguos un astro sorprendente, pues cada día cambia de cara, en lenguaje astronómico, cambia de fase; la luna era el símbolo de los mentirosos, aquellos que cambian de cara para engañar a la gente. Anuncia Jesús a los apóstoles, tened esperanza porque llegará el día en que los mentirosos, representados por la luna, caerán. Las estrellas del cielo son innumerables; para los antiguos constituían el símbolo de quienes solo piensan en acaparar bienes sin fin hundiendo a los demás en la miseria. Advierte Jesús a quien le escucha, tened esperanza porque llegará el día en que aquellos que viven en la ostentación vana, representados por las estrellas, desaparecerán.

Los discípulos podrían preguntar a Jesús: ¿cómo desparecerán los opresores, los mentirosos y los ostentosos?: es decir: Señor ¿cuál es tu propuesta para construir un mundo nuevo? Jesús ofrece una respuesta contundente: el mundo cambiará cuando la sociedad perciba la llegada del Hijo del hombre. ¿A qué se refiere Jesús cuando habla de la llegada del Hijo del hombre?

El Antiguo Testamento anuncia la llegada del Hijo del hombre; un personaje enviado por Dios que enseñará al ser humano a construir una sociedad justa. ¿Cómo lo hará?; pues, plantando en el corazón del hombre las tres actitudes que trasforman la sociedad corrupta en espejo del Reino de Dios: la opción por servir al prójimo, la decisión por compartir los bienes, y el empeño por una vida humilde y profunda. A lo largo del evangelio, Jesús se identificó con el Hijo del hombre. Jesús, la presencia encarnada de Dios entre nosotros (Jn 1,1.14), se caracterizó por la humildad y la profundidad de su vida, sirvió a su prójimo y compartió su existencia con los discípulos. Jesús cambió el mundo con las manos de la misericordia que tomó la forma del servicio, la hondura, la humildad y la capacidad de compartir la vida con sus discípulos.

Adviento es el tiempo de la esperanza. Atentos al mensaje de Jesús, edifiquemos el Reino de Dios con las pautas de la misericordia. Ahora bien, como sabemos, las fuerzas humanas no bastan para construir el Reino de Dios. Solo podemos construir el Reino de Dios si contamos con la fuerza que Dios nos da; por eso dice Jesús a sus discípulos: “Estad, pues, despiertos en todo tiempo”; afinando la traducción, podríamos entender: “Estad, pues, orando en todo momento”. Durante la plegaria, el Señor nos da su gracia para que podamos vivir la misericordia que edifica un mundo solidario.



    En esta Eucaristía, pidamos el Señor que derrame su gracia sobre nosotros para que seamos testigos de la misericordia divina en las entrañas de la humanidad, tan necesidad de justicia y de ternura.

lunes, 23 de noviembre de 2015

ORACIÓN BÍBLICA PARA EL ADVIENTO



                                        
                                                         Francesc Ramis Darder
                                                         bibliayoriente.blogspot.com



1. Comencemos haciendo unos momentos de silencio para serenar nuestro espíritu.
2. Después observemos nuestra vida; aquello que no alegra o angustia.
3. Leamos la Sagrada Escritura; en estas hojas tenemos un conjunto de citas bíblicas. Elijamos una cada día del Adviento; fijémonos en alguna palabra o en alguna frase.
4. Vayamos repitiendo lentamente esta palabra o esta frase en nuestro interior.
5. Apliquemos esta palabra o esta frase a la situación de nuestra vida que antes hemos contemplado. Pidamos después a Dios que nuestra conducta esté en consonancia con las palabras de la Escritura que hemos repetido en nuestro interior.



29. Noviembre. “Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fiel, y él lo realizará” (1Tes 5,23-24).

30. “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que todo el mundo os conozca como personas de buen trato. El Señor está cerca” (Flp 5,4-5).

1.Diciembre. “Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo” (Flp 3,20).

2. “Esperamos la manifestación de Jesucristo, nuestro Señor. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Dios es fiel” (1Cor 1,7-9).

3. “Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca” (Sant 5,7-9).

4. “El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión” (2Pe 3,8-9).

5. “Ya es hora de despertarnos del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz” (Rom 13,11-12).

6. “Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor” (Is 2,3).

7. “Mirad que llegan días –dice el Señor- en que daré a David un descendiente legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra” (Jr 23,5).

8. “No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. El iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece” (1Cor 4,5).

9. “Cielos destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia” (Is 45,8).

10. “Dice el Señor: Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción, daros un porvenir y una esperanza. Me invocaréis e iréis a suplicarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis” (Jr 29,11-13).

11. “Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor” (Is 12,1-3).

12. “En cuanto a vosotros, que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús” (1Tes 312-13).

13. “El Señor se apiadará de Jacob, volverá a escoger a Israel y lo restablecerá en su tierra. Los extranjeros se unirán a ellos y se incorporarán a la casa de Jacob” (Is 14,1).

14. “En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro; y le pondrán este nombre: “El-Señor-nuestra-justicia” (Jr 23,6).

15. “Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrán por nombre Enmanuel. Comerá requesón con miel, para que aprenda a rechazar el mal y escoger el bien” (Is 7,14-15).

16. “Escucha, Señor; perdona y atiende Señor; actúa sin tardanza, Señor mío, por tu honor, pues tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Dan 9,19).

17. “Mayor será la gloria de este segundo templo que la del primero, dice el Señor del Universo. Derramaré paz y prosperidad en este lugar, dice el Señor” (Ag 2,7.9).

18. “Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel” (Miq 5,1).

19. “El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él es mi salvación” (Is 12,2).

20. “Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado” (Sal 51,1).

21. “Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos” (Sal 90,17).

22. “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 23,1).

23. “Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo” (Lc 1,68).


24. “Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1,46-47).

viernes, 20 de noviembre de 2015

ESPIRITUALIDAD DEL ADVIENTO. ADVIENTO 2015



                                                                          Francesc Ramis Darder
                                                                         bibliayoriente.blogspot.com                                                                       


Durante el Adviento preparamos especialmente nuestra vida  para recibir al Señor que viene a nosotros, no sólo el día de Navidad, sino sobre todo al final de los tiempos cuando nos encontremos con Dios cara a cara. La espiritualidad del Adviento se caracteriza por  cinco aspectos:


1. Tiempo de Plegaria.
   Propongámonos durante el Adviento intensificar nuestra relación con el Señor. Leamos y meditemos la Sagrada Escritura, estemos a la escucha de la Voz de Dios que nos habla; vivamos la Eucaristía con atención, recogimiento, participación y puntualidad.


2. Tiempo de Esperanza.
   En nuestras relaciones personales procuremos ser positivos y constructivos. Aportemos la luz de Cristo en los diversos ámbitos de nuestra vida personal y social, a fin de que quienes nos conocen perciban en nuestro comportamiento la auténtica vivencia cristiana.


3. Tiempo de Reconciliación.
   Preparar la llegada de Jesús implica la conversión de nuestra vida. Convertirse significa cambiar el estilo de vida y pedir perdón a quien hemos ofendido, dejarnos perdonar por nuestro prójimo, y también saber perdonarnos a nosotros mismos. Celebremos el sacramento de la Reconciliación; en él recibimos el perdón de Dios, la gracia y la fuerza del Señor para edificar su Reino en nuestro Mundo.


4. Tiempo de Solidaridad.
   La auténtica conversión implica siempre la solidaridad con el prójimo y la opción por los pobres. Participemos en las campañas de Caritas que organicen los grupos de Acción Social de nuestras parroquias. Estemos disponibles con quien necesita nuestra ayuda. Seamos especialmente generosos en la colecta en favor de los pobres que se realiza en Adviento o en Navidad en todas las Iglesias, es una magnífica ocasión para hacer real y eficaz nuestra solidaridad con quienes sufren.


5. Tiempo de María.
   La Virgen María es el modelo cristiano del Adviento. Ella esperó con inefable amor de madre al Salvador del Mundo. Acerquémonos a María, y percibamos en ella a nuestra madre que supo acompañar a Jesús desde su mismo seno hasta el pie de la cruz, para participar después de la gloria de su resurrección.



miércoles, 18 de noviembre de 2015

¿CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD DEL EVANGELIO DE LUCAS?


                                             Francesc Ramis Darder


La razón nos mueve a buscar la verdad pero quien realmente la encuentra es el corazón. El evangelio necesita ser comprendido y vivido desde la fe. La actitud de Fe es  la que nos permite experimentar a Jesús como el Señor que actúa en nuestra vida desde la misericordia, y nos permite conocerle a través de la plegaria constante.


    Los evangelios están poblados de personajes que son ejemplos para la comprensión de la salvación que Jesús nos otorga. En el Evangelio de Lucas podríamos hablar de muchos de esos  personajes, pero nos fijaremos solamente en dos, especialmente significativos: Teófilo y María.


a. Teófilo.


    La palabra "Teófilo" es un nombre griego que significa "amigo de Dios". Nuestro autor nos lo situa al inicio de su evangelio (1, 1-4) y, en el comienzo del libro de los Hechos (1, 1-5). De ese modo y bajo el aspecto literario, la obra de Lucas aparece como una larga carta que el autor remite a su compañero Teófilo.


    Además de su implicación literaria, el nombre "Teófilo", adquiere también una fuerte connotación religiosa. Para comprender el evangelio es necesaria la actitud interior de desear ser "amigo de Dios". Recordemos que "ser amigo de Dios" no es otra cosa sino seguir a Jesús cargando la cruz de cada día. El Evangelio no se estudia  sólo para conocer mejor a Jesús, se profundiza en el Evangelio para seguirlo mejor. Sólo desde el seguimiento radical de Jesús puede conocerse el verdadero rostro de Cristo. La "amistad" es la forma más privilegiada del amor, porque es aquella relación que brota de la libertad.


    Tengamos eso muy presente: El evangelio de Jesús no es nada si no significa el todo en la vida. El estudio del evangelio que no implica una vida de oración y una constante práctica de la misericordia llevando la cruz cotidiana; se convierte en un aprendizaje de "datos" sobre Jesús que, a la larga, vacían nuestra vida de la auténtica existencia a la que está llamada.


b. María.


    Los relatos de la infancia de Jesús (1, 5 - 2, 52) colocan ante nuestra mirada el rostro de numerosas personas: María, Zacarías, Isabel, José, Simeón, Ana. En ellos se encana ejemplarmente la fe y la esperanza de Israel y la redención de Jerusalén  (2, 25.38). Ellos esperaban con pasión la llegada del verdadero Mesías libertador de su pueblo. De todos estos personajes el más importante es, sin duda, María.  Así como "Teófilo" es el símbolo de la necesaria amistad con Dios; María es el ejemplo de la humildad y de la pobreza necesaria para captar el sentido profundo del Evangelio.


    Una de las oraciones más bellas del NT es el "Magnificat" (1, 46-55). Son muchos los elementos que podríamos destacar de este cántico, pero nos fijaremos en dos frases de María:

  
    - (1, 48): " ... porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava ".

    - (1, 52): " ... a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos ".


    La primera frase destaca la actitud de la humildad y la segunda insiste en la pobreza. Sin una clara opción por los pobres y sin una existencia humilde, no es posible el seguimiento de Jesús.


    Cuando hablamos de "humildad" tenemos, a veces, una idea distorsionada de lo que significa. Pensamos, a menudo, que ser humilde consiste en recorrer la vida teniéndonos en poca cosa, o considerándonos continuamente como inferiores a los demás. Eso es una actitud paralizante que nos impide crecer en humanidad, porque perdemos la vida comparándonos con los demás. No es verdad que seamos "nada", la verdad es que somos "hijos de Dios".


    ¿ Qué es verdaderamente ser humilde ?. El término "humildad" es  una voz que se origina en la lengua latina "Humus, humilis" y significa tierra. Humilde es aquella persona que esta sobre la tierra, que "está con los pies en el suelo". Es decir; es humilde aquel que sabe mirarse  a sí mismo, a los demás y a las cosas, como realmente son; y no como le gustaría a él que fueran. Humilde es aquel que mirándose a si mismo no tiene miedo de su persona y, sabe discernir que es aquello de lo cual ha de convertirse y que es aquello en lo que debe aceptarse.


    Sólo la verdadera humildad permite el desapego de las riquezas y la determinante opción por los pobres. Aquel que no es humilde, para poder vivir tiene necesidad de apegarse a muchas cosas, y esas cosas hacen difícil la opción por el Reino de los Cielos.



    Esos dos personajes, María y Teófilo nos han sintetizado las virtudes imprescindibles para vivir el evangelio: la amistad con Dios, la humildad y la opción por los pobres. Sin esas tres actitudes el evangelio deja de ser "Buena Nueva" y se convierte en una obra más de las que se editaron en el siglo I referida a un destacado personaje histórico. Vamos a acercarnos a la lectura del evangelio de Lucas con los ojos de la fe y con la confianza de ser miembros de la Iglesia. Sólamente eso podrá suscitar en nosotros la humildad y el espíritu de plegaria, imprescindibles, para comprender nuestro relato como "Buena Nueva".




miércoles, 11 de noviembre de 2015

ESTRUCTURA DEL EVANGELIO DE LUCAS

          
                                                  Francesc Ramis Darder


La obra de Lucas comprende dos libros: El Evangelio y los Hechos de  los Apóstoles. El evangelio corresponde al "tiempo de Jesús". En él se verifican las promesas del AT, a la vez que se prepara el "tiempo de la Iglesia", descrito en el libro de los Hechos. Este apartado tiene por objeto presentar, brevemente, la estructura del Evangelio. Realizaremos una presentación sencilla,  que nos permita ubicar en el conjunto del Evangelio los pequeños fragmentos que vamos a estudiar después. Atendiendo a la opinión de algunos comentaristas, el Evangelio de Lucas se divide en tres grandes apartados:


a. Anuncio del Reino a todo Israel empezando por Galilea (4, 14 -9, 50).


    Jesús inicia su ministerio exponiendo su proyecto en la sinagoga de Cafarnaum. En aquella ciudad comienza a predicar, realiza las primeras curaciones y llama a sus primeros discípulos. La acción y la palabra no pasan desapercibidas. Jesús comienza a experimentar las primeras confrontaciones con los fariseos y con los garantes del sistema vigente. Elige a los Doce y con ellos comienza predicar a las multitudes. Las palabras de Jesús se convierten siempre en misericordia para con todos: La misericordia de Jesús deviene curación y perdón.


    Los Doce reciben el encargo de salir a los caminos para predicar la Palabra y expulsar demonios. Jesús se transfigura ante sus discípulos, y ellos se entusiasman habiendo contemplado la auténtica identidad de Jesús. El Señor les advierte que seguirle a él es un camino duro, su senda conduce a Jerusalén lugar de persecución y muerte.



b. El gran viaje de Jesús a Jerusalén ( 9, 51 - 19, 28 ).


    Jesús emprende, juntamente con sus discípulos, el largo viaje hasta Jerusalén. Todo el tiempo de este camino constituye una gran catequesis de Jesús a sus discípulos. De alguna manera podríamos decir que Jesús, en esta sección del evangelio, se transforma en "Palabra". Una palabra que va instruyendo profundamente a sus seguidores y los prepara para el "tiempo de la Iglesia".  Subiendo a Jerusalén, el Señor recuerda a sus amigos las exigencias de la vocación apostólica; y les indica el premio de la tarea evangelizadora: "Alegraos de que vuestros nombres estén escritos en el cielo" (10, 20).


    La enseñanza de Jesús recorre todos los campos de la existencia cristiana: Oración, sinceridad, pobreza, servicio, conversión, misericordia, renuncia, humildad, corrección fraterna, responsabilidad; y sobre todo, el gran mandamiento del amor (10, 27). Esta enseñanza la expone con numerosos discursos y parábolas; y la pone por obra con algunos milagros.


    La palabra de Jesús no es neutra, engendra conflicto. Con rapidez crece la oposición a Jesús en todos los círculos que detentan el poder: Fariseos, legistas, y en definitiva todos aquellos que viven apegados a las riquezas.

  
c. La narración de la Pasión y Resurrección  de Jesús     ( 19, 29 - 24, 53 ).


    Jesús entra triunfalmente en Jerusalén, pero ese gozo se trastoca rápidamente en sufrimiento. Enseguida comienza la confrontación con el Templo y sus instituciones. Durante el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche  en el monte de los Olivos; y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle (cf. 21, 38).


    Los dirigentes  no pueden soportar la liberación que las palabras de Jesús suscitan en las masas. Después de celebrar la Pascua con sus discípulos, Jesús se dirige al monte de los Olivos. Allí es detenido y conducido ante el sanedrín y después ante Pilato y Herodes. El procurador romano lo condena a muerte, y Jesús emprende el camino del Calvario. Jesús muere en la cruz y es enterrado en un sepulcro próximo.


    La muerte de Jesús no significa la última palabra en su existencia. El primer día de la semana las mujeres van al sepulcro con los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra que cubría la entrada de la tumba había sido retirada. Entraron en el sepulcro pero no hallaron el cuerpo de Jesús. Se presentaron ante ellas dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: " ¿ Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo ?; no está aquí ha resucitado " (cf. 24 1-5). Jesús resucitado se aparece a los discípulos y, después de darles las últimas instrucciones, asciende a los Cielos. 



    Esos tres grandes bloques van precedidos de dos fragmentos a modo de preludios:


* Los relatos de la infancia de Jesús  ( 1, 5 - 2, 52 ).


    Los dos primeros capítulos de la obra de Lucas constituyen una especie de prólogo a todo el evangelio. El autor concentra en esta sección un buen resumen de las características personales de Jesús: El es el Señor que actúa desde la misericordia. Pero su vida no va a ser fácil ni triunfal ante los ojos humanos; las profecías de Simeón y Ana prefiguran el sufrimiento que  le aguarda en la proclamación del Reino.


    El personaje más significativo de esos capítulos es María, la madre de Jesús. Desde cuya mirada se contempla el auténtico origen y el futuro ministerio del Señor.    Al narrarnos los acontecimientos de la infancia, el texto los va contraponiendo a los sucesos que acaecen en la vida de Juan el Bautista. Destacando que Juan es el precursor del Señor, y mostrándonos a Jesús como el que lleva a término la plena voluntad de Dios.



* La predicación de Juan Bautista y las tentaciones de Jesús en el desierto ( 3,1 - 4, 13 ).


    Podríamos afirmar que esta breve sección tiene un triple significado:


a. Nos presenta la figura de Juan Bautista (3, 1-22). El profeta que llama a la conversión y prepara el ministerio de Jesús.

b. Mediante una genealogía (3, 23-38) nos resume el "tiempo de Israel", los avatares del pueblo judío a lo largo del AT y su espera anhelante del Mesías.

c. Las tentaciones de Jesús en el desierto (4 1-13) adquieren significación programática. Durante el siglo I los habitantes de Palestina esperaban la pronta llegada del Mesías. El enviado de Dios que pondría remedio a los males que aquejaban al pueblo.

   Las gentes esperaban que el Mesías prometido actuaría bajo un triple aspecto: Sería alguien deslumbrante que ejercería su función mediante el poder y la riqueza. En definitiva es el Mesías que deseamos todos y que, sin darnos cuenta, ruge en nuestro interior: El  afán de poder, el ansia de tener y el deseo de aparentar.

   La narración de las tentaciones nos indica que Jesús es el Mesías; pero no va a actuar con las características mesiánicas que la sociedad de su tiempo esperaba. Jesús ejercerá su mesianismo desde la humildad, la actitud de servicio y la experiencia de una vida compartida con todos.


jueves, 5 de noviembre de 2015

¿CUÁL ES LA TEOLOGÍA DEL EVANGELIO DE LUCAS?


                                                                         Francesc Ramis Darder


El texto literario  de Lucas muestra tras sí a una persona de gran cultura y erudición. El griego de su evangelio es el más elegante de todo el NT. Al observarlo con detención, apreciamos que 373 de las palabras que utiliza son propias de su escrito.  La erudición literaria de nuestro autor se manifiesta en muchos otros rasgos. Situa los acontecimientos dentro la historia universal de su tiempo: Enmarca el nacimiento de Jesús en la época de Cesar Augusto (Lc 2, 1-3); y la predicación de Juan el Bautista en tiempos del emperador Tiberio (Lc 3, 1-2). Se aprecia, igualmente, que escribe desde un ambiente urbano: donde Marcos nos presenta la típica casa Palestina cubierta con arcilla (Mc 2, 4), Lucas nos ofrece la casa de la ciudad cubierta mediante tejas (Lc 5, 19).


    Lucas dispone de numerosos elementos: La experiencia de su fe, la integración en una comunidad cristiana concreta, numerosos datos sobre la persona de Jesús que ha recogido en diversos ambientes, y -finalmente- una inmensa cultura. Con todos estos elementos, nuestro autor, se propone escribir una gran obra teológica. En ella explicará la salvación que Dios, a lo largo de la historia, ha ido revelando a todos los hombres. Esta gran obra de Lucas podemos dividirla en tres grandes bloques:



a. El tiempo de Israel.


   Dios nos ha hablado desde siempre. El Antiguo Testamento nos relata la historia de la relación de Dios con los hombres antes de la llegada de Jesús. Dios crea a la Humanidad (Gn 1), y luego la acompaña a través de un largo proceso iniciado con Abraham (Gn 12, 1-3). La relación de Dios con los hombres pasa por la liberación y el perdón. El Señor libera a Israel de la esclavitud de Egipto y le otorga la Ley del Sinaí, tal como nos cuenta el libro del Exodo. Mediante la presencia de los profetas, el Señor motiva constantemente a su pueblo a la conversión y a la Alianza  fiel con Dios.


    La época de Israel corresponde al tiempo de las promesas proclamadas por Dios en el AT. Pero: " El tiempo de la Ley y los Profetas ha durado hasta Juan " (Lc 16, 16).  El período de la revelación de Dios en el AT lo resume nuestro evangelista en las genealogías de Jesús (Lc 3, 23-28). La genealogía es un texto curioso que nos describe la ascendencia de Jesús remontándola a Adán. En esta lista de nombres, no debemos ver un intento de facilitarnos la identidad de todos los antepasados de Jesús. Esta genealogía es una forma peculiar de resumir toda la revelación de Dios a lo largo del AT.



b. El tiempo de Jesús.


    El tiempo de Jesús es, para el pensamiento cristiano,  el centro del tiempo y de la Historia. El tiempo de Jesús nos lo describe Lucas a lo largo de los veinticuatro capítulos de su Evangelio. Durante la vida de Jesús halla cumplimiento la profecía del AT;  y todas las esperanzas de la Humanidad. El estudio del Evangelio de Lucas; es decir, el estudio del tiempo de Jesús es, el objetivo de este trabajo. Por tanto, no nos detendremos aquí a explicar la estructura global de este evangelio, sino que lo haremos en un apartado especial.



c. El tiempo de la Iglesia.


    La cultura y la pretensión teológica de Lucas es muy amplia. No se ha limitado a escribir un solo libro al que denominamos "Evangelio según Lucas". Nuestro autor ha escrito además otra obra: "Los Hechos de los Apóstoles", que es continuación del mismo Evangelio.


    ¿ Por qué se decide Lucas a redactar una segunda obra continuación de la primera ?.


    Notemos que el Evangelio nos ha presentado, en un breve fragmento, el tiempo de Israel (Lc 3, 23-28). En aquella breve genealogía aparecía resumida la historia del pueblo judío hasta el nacimiento de Cristo. El resto de los capítulos de su Evangelio constituyen el tiempo de Jesús. Aquel período en el que llegan a su plenitud, en la persona de Cristo, las promesas del AT.


    Hay un grupo de personas, que por expresa revelación de Dios tienen la experiencia de la resurrección de Jesús (Lc 24). El Señor no es un recuerdo utópico del pasado, es alguien vivo y presente entre nosotros. Ese grupo de creyentes en la  resurrección de Jesús constituyen la Iglesia. El Libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra el tiempo de la Iglesia. El período en que la Palabra de Dios, gracias a la predicación de los apóstoles ,se extiende por todo el mundo: Desde Jerusalén hasta Roma, y desde la Ciudad Eterna a los confines de la Tierra.


    El plan que, nuestro autor, otorga a esta segunda obra; es el que subyace tras unas palabras de Jesús: " Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra " (Ac 1, 8). De ese modo podemos dividir el Libro de los Hechos en tres grandes secciones:


1ª. La Iglesia de Jerusalén (1, 3 - 8, 1).

    El texto se mueve alrededor de los acontecimientos de Pentecostés y nos describe los cuatro grandes ejes en que se estructura la Iglesia: Celebración, Misión, Catequesis y Diaconía. Pedro es el protagonista de la mayor parte de acontecimientos narrados.


2ª. La Iglesia se expande hacia Palestina y Siria (8,1 - 12, 23).

    El martirio de Esteban desata la persecución contra la Iglesia, lo que obliga a muchos a huir de Jerusalén. Pero esta persecución, permite expandir el Evangelio en toda Judea y también a las regiones limítrofes.


3ª. La Iglesia llega a los confines de la Tierra (13, 1 - 28, 31).

    El texto comienza presentándonos a la comunidad de Antioquía de Siria. De allí partirán los misioneros que llevarán el evangelio por tierras de Asia y Grecia. La Palabra de Dios llega a Roma, centro del mundo antiguo, y desde allí se expandirá a los confines del orbe. Pablo, mediante sus viajes apostólicos, se convierte en el protagonista de esta última sección.



    Cuando Lucas redactó su evangelio se documentó bien y utilizó diversas fuentes: El evangelio de Marcos, la fuente  "Q" y los relatos propios de su comunidad. Al escribir el Libro de los Hechos, el evangelista, ha utilizado fuentes de información distintas. ¿ Qué fuentes ha utilizado ?. Es difícil dar una respuesta clara a esta pregunta. Pero en la lectura del texto, al observar los textos narrativos y los textos que presentan diálogos; observamos diferencias notables entre ellos. Esas diferencias se deben a los diversos documentos de los  que se ha valido nuestro autor.


    Nuestra curiosidad puede formularse una pregunta: Si el Libro de los Hechos es una continuación del Evangelio ¿ por qué estas dos obras se hallan separadas en el Nuevo Testamento ?. Se separaron las dos obras cuando los cristianos desearon disponer de los cuatro evangelios en un mismo códice. Esto debió ocurrir muy pronto; tal vez, antes del (150). Es posible que el título " Hechos de los Apóstoles ", se confiriera a este libro siguiendo la moda de la época que conocía ya los " Hechos de Aníbal ", los  " Hechos de Alejandro ", etc.



    Toda la obra de Lucas gira alrededor de Jesús. El AT prepara su venida. En el Evangelio se cumple la promesa. En el tiempo de la Iglesia se expande la Palabra de Jesús hasta los confines de la Tierra.

domingo, 1 de noviembre de 2015

¿QUÉ HICIERON LOS JUDÍOS DEPORTADOS EN BABILONIA?


                                                                                     Francesc Ramis Darder


Los deportados que sorbieron el exilio vivían de la teología del Antiguo Judá, propia la cultura semítica; la comunidad exiliada, apegada como los demás semitas a la religiosidad antigua, iba disolviéndose lentamente en la cultura babilónica. Sin embargo, entre los deportados, amanece la figura del Profeta del Consuelo, oculto entre las líneas de Is 40-55, que interpreta la realidad desde la perspectiva teológica. Quienes moraban en Babilonia percibían en la inminente caída del imperio, precipitada por el hastío de Nabonides, y la irrupción Persa, guiada por las victorias de Ciro II, las consecuencias del azar de historia. En cambio, el Profeta del Consuelo percibe bajo la debacle babilónica y la ascensión persa la intervención de Yahvé en la historia encaminada a la liberación del pueblo deportado; la irrupción de Ciro y el declive de Nabónides no proceden solo de la coyuntura histórica, nacen de la iniciativa de Dios que actúa en la historia a favor de su pueblo (Sal 12).

    Junto al Profeta del Consuelo se reúne una pequeña comunidad que, capaz de interpretar desde la perspectiva teológica los acontecimientos históricos, recoge el contenido de la teología del Antiguo Judá para dotarla de “novedad” y “credibilidad”. La novedad radica en la certeza de que la tarea del Dios de Israel no se constriñe, como hacían las antiguas teogonías y cosmogonías semitas, en exponer las tareas de Dios en la esfera celeste, sino en especificar que la tarea de Dios estriba en intervenir en la historia en bien de su pueblo. Esa recuperación de la “novedad” implica una profunda renovación de la comunidad para dotarse de “credibilidad” ante la mirada de sus compatriotas.

    Con la intención de revestirse de “credibilidad”, la comunidad, reunida en torno al Profeta del Consuelo, no inventa formas nuevas, sino que trasforma en profundidad algunas características propias de la teología del Antiguo Judá:

a.Sábado. El sábado era una realidad muy antigua; era el día de asueto o de mercado de las antiguas sociedades semitas. Los hebreos exiliados en Babilonia carecían de fiestas propias, entonces el sábado se convirtió en el día festivo de la comunidad renovada. Durante la solemnidad del sábado celebraban, entre otros aspectos, la identidad liberadora del Dios de Israel. Quienes recordaban que antaño el Señor liberó al pueblo esclavizado en Egipto, comprenden que bajo el triunfo persa y el declive babilónico palpita la intervención de Dios en la historia para liberar al pueblo deportado y devolverlo a los atrios de Sión.

b.Circuncisión. Constituía un rito de iniciación a la pubertad, propio de muchas culturas antiguas. Sin embargo, en el exilio se convirtió en el signo externo que caracteriza a los varones de la asamblea que, reunida en torno al Profeta del Consuelo, entendía que bajo el ascenso de Ciro y el ocaso de Babilonia, palpitaba la intervención del Dios de Israel para liberar a su pueblo.

c.Embrión de la sinagoga. Asentados en Babilonia, los deportados carecían de Templo para celebrar su culto. Entonces organizaron las reuniones en las casas, embrión de la futura sinagoga, para comentar la Palabra, orar juntos, y ayudarse mutuamente en la adversidad.

d.Alimentos puros e impuros. En toda cultura antigua había alimentos puros e impuros; en la práctica eran puros los que favorecían la salud e impuros los que la dañaban. Pero durante el exilio, la comunidad hebrea aceptará una serie de alimentos y rechazará otros para manifestar, como hacían las culturas antiguas, su identidad más genuina. En el seno de una sociedad que ignoraba la identidad hebrea, el hecho de comer ciertos alimentos y desdeñar otros dibujaba, ante los babilonios y los demás deportados, las peculiaridades de la estirpe hebrea.

e.Guía de los sacerdotes. En el Antiguo Judá, el sacerdote por excelencia era el monarca quien oficiaba el culto en Jerusalén; el clero era una especie de delegado del rey para oficiar la liturgia en las aldeas o en la capital, pero siempre en nombre del soberano. Entre los deportados, el clero no podía oficiar porque la comunidad carecía de templo propio; entonces la tarea del clero, abandonó la cuestión sacrificial para dedicarse a la guía espiritual de la comunidad; enseñaban a orar a los fieles, estudiaban y comentaban los textos religiosos, propiciaban las relaciones entre los israelitas deportados y favorecían la mutua ayuda.

    En definitiva, la comunidad no inventa elementos distintos de los que podría tener una religión antigua. Sino que, tomando los elementos religiosos propios del Antiguo Judá, conforma una comunidad nueva, dotada de “novedad” y “credibilidad”. La comunidad del exilio que percibe en el ascenso de Ciro y bajo la caída de Babilonia, la intervención de Dios en la historia, se forja como Resto de Israel. La asamblea que mediante la observancia del sábado, la práctica de la circuncisión, las reuniones en las casas, la pureza de los alimentos y la guía del sacerdocio, testimonia con “credibilidad” y “novedad” que el Dios de Israel es el Señor de la historia que actúa a favor de la comunidad exiliada para liberarla del destierro.