martes, 28 de julio de 2015

REFLEXIONES SOBRE LA ESPERANZA



                                                                           Francesc Ramis Darder


J. Bestard Comas, ¡No pierdas la esperanza! 365 reflexiones cristianas, una para cada día del año, ed. PPC, Madrid 2014, pp. 302.


Además de los numerosos cargos de responsabilidad en la Diócesis de Mallorca y de su trabajo prolongado en la Conferencia Episcopal Española, Mn. Joan Bestard Comas es doctor en teología, canónigo de la Catedral de Mallorca y profesor ordinario del CETEM y del ISUCIR. Su último libro consiste en una colección de reflexiones publicadas por el autor en el diario Ultima Hora, en la columna “Punto Ético”, y en un conjunto de reflexiones radiadas en Radio Nacional de España, en el programa “Alborada”. El libro no constituye una obra aislada, es un volumen que se enmarca en una línea reflexiva que, desde hace años, ha adoptado el autor para rellenar nuestra sociedad de valores humanos y cristianos; en su línea de comentarios cabe también destacar, entre muchas otras, dos obras de parecido estilo: Reflexiones desde la COPE y Elogio de lo ético.

El libro abre sus páginas con el “Prólogo” nacido de la pluma de Mons. Javier Salinas, obispo de Mallorca. A continuación, aparece la “Introducción”, obra del mismo autor, que delinea el planteamiento global del escrito. Seguidamente, aparece el conjunto de las reflexiones, estructuradas en tres secciones. Primera: Reflexiones de cariz humano, filosófico, psicológico y pedagógico (169 reflexiones). Segunda: Reflexiones de aspecto ético, social, económico y político (113 reflexiones). Tercera: Reflexiones de tipo teológico y religioso (83 reflexiones). Finalmente, aparece “el índice de materias”, “el índice onomástico” y “el índice general”; la precisión de los tres índices manifiesta el interés del autor por conferir al libro un carácter práctico, en el sentido de querer posibilitar que el lector pueda aplicar al entramado de su existencia el contenido de las reflexiones.

De la lectura atenta del libro, se desprenden, a nuestro parecer, cuatro líneas de matiz teológico y humanista que vertebran el contenido de la obra. Primera: el autor enfatiza el valor de la esperanza; en una sociedad tan herida por la crisis y el derrotismo, la esperanza emerge como el valor prioritario para rehacer el corazón del hombre y la estructura de la sociedad. Segunda: las reflexiones no constituyen meditaciones sobre cuestiones etéreas; son reflexiones que inciden sobre los acontecimientos de la vida cotidiana, de esta manera posibilitan que el lector pueda relacionar los sucesos que tejen su existencia con el contenido de las reflexiones.

Tercera: desde la perspectiva bíblica, el libro infunde en el lector lo que la Escritura llama “la capacidad de pensar”. Como sabemos, la Biblia no interpreta la “capacidad de pensar” como si fuese la simple acumulación de títulos académicos. La Escritura interpreta que el hombre que “sabe pensar” es aquel que vive como un profeta y se comporta como un sabio. Vivir como un profeta implica, entre otras acepciones, recorrer la existencia sembrando el anhelo de vivir; es decir, sembrando positividad y esperanza en cada sendero de la existencia. Actuar como un sabio, remarca la Biblia, supone convertirse en responsable de la propia vida y sentirse responsable e implicado en el desarrollo de la sociedad.

Cuarta: desde el horizonte de la Biblia, el contenido de las reflexiones siembra en el corazón del lector “la capacidad de amar”. Como remarca la Escritura, la decisión de amar no se reduce a un sentimiento romántico, sino que afecta a la actitud de fondo que cada persona adopta para conformar su vida de manera plena, sensata y profunda. Señala la Biblia que amar a los demás implica cuatro actitudes que deben darse conjuntamente: el deseo de “conocer” el alma del otro; el esfuerzo por cuidar los detalles que conforman las relaciones humanas; la disposición de “respeto y comprensión” hacia la forma de ser del prójimo; y la decisión de convertirse en “responsables” del desarrollo humano y cristiano de los que viven a nuestro alrededor. Sin duda, las 365 reflexiones ayudan al lector a cultivar la capacidad de amar y la capacidad de pensar para poder recorrer de manera profunda el curso de la existencia humana.

Sin duda, la decisión de dividir el libro en 365 reflexiones, una para cada día del año, confiere al libro un aspecto pedagógico relevante, ya que permite al lector dosificar la lectura para adaptarla al talante de su vida y aplicarla a las múltiples situaciones que conforman la existencia de cada persona en la complejidad de las situaciones que ofrece la historia.


A manera de síntesis, querría insistir en la profundidad y utilidad del libro; recuerda el valor de la esperanza; enmarca el contenido de la reflexión entre los acontecimientos de la vida cotidiana; pero sobre todo, y como señala la Escritura, enseña a pensar y a amar, los grandes valores del ser humano y las cumbres de la vida cristiana.

viernes, 24 de julio de 2015

MAGDI CRISTIANO ALLAM: CONVERSIONES DEL ISLAM AL CRISTIANISMO


                                                    Francesc Ramis Darder


Magdi Cristiano Allam.

Nace en El Cairo en 1952 en el seno de la religión islámica.

Emigrado a Italia, se licencia en Sociología por la Universidad de la Sapienza (Roma); emprende labores periodísticas hasta convertirse en subdirector del periódico “Corriere de la Sera”. Convertido al catolicismo, recibió, junto a otros conversos, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía de manos del papa Benedicto XVI durante la Vigilia Pascual de 2008. Compete al obispo de cada diócesis la administración del Bautismo a los adultos durante la Vigilia de Pascua, por eso lo bautizó el papa Benedicto, obispo de Roma.

El mismo Magdi Cristiano Allam relata el testimonio de su conversión:

A los cincuenta y seis años he renacido como cristiano, cancelando la identidad islámica que consciente y voluntariamente he dejado.

Mi mente se ha liberado [...], permitiéndome la adhesión a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad.

Soy consciente de que mi conversión supone mi enésima y más grave condena a muerte por apostasía que me llega de parte de los integristas musulmanes. Pero afrontaré mi destino con la cabeza alta y erguida y con la solidez interior de quien tiene la certeza que confiere la verdadera fe.


Magdi Cristiano Allam señala que su conversión proviene del encuentro personal con el Señor y del testimonio veraz de amigos católicos. Cuando era musulmán, se llamaba “Magdi Allam”; una vez convertido, añadió a su nombre el apelativo “Cristiano” para convertirse en “Magdi Cristiano Allam”. Convertido al catolicismo, ha sido amenazado de muerte por los integristas islámicos, por eso cuenta con protección policial de parte del estado italiano.   

viernes, 17 de julio de 2015

¿QUÉ ES EL PROFETISMO BÍBLICO?



                                                 Frncesc Ramis Darder



S. Anthonioz, Le prophétisme biblique (Lectio Divina; Editions du Cerf; Paris 2013). 267 pp. ISBN: 978-2-204-098228-1. Eur 25.

Stéphanie Antonioz es doctora en historia y civilizaciones de la Antigüedad y en historia de las religiones del Oriente antiguo. Alumna titular de l’École biblique et archéologique française de Jerusalem; desde 2010 imparte enseñaza sobre el Antiguo Testamento en la facultad de teología de Lille.

    El libro abre sus páginas con la “Introducción” que lleva por título: Una historia del profetismo en Israel, objeto de la investigación y metodología investigativa”. La autora comienza situando a los profetas (Nevi’m) en el conjunto de la Biblia hebrea. A continuación establece el objetivo y el método para estudiar el profetismo del antiguo Israel con intención de escribir su historia; ahora bien, la autora precisa que su objetivo no estriba en proponer una historia del profetismo a través del discurso profético y teológico de los textos bíblicos, sino bucear en las fuentes históricas del texto para elaborar una historia crítica. Acto seguido, ahonda en las cuestiones filológicas para precisar el significado bíblico del vocablo “profeta”; atendiendo al calado de la historia antigua, establece la categoría del profeta en el seno de los procesos de adivinación en vez de abordarlo desde el desarrollo teológico del mensaje de los profetas.

    Concluida la “Introducción”, la autora abre la Primera Parte del libro, 21-110, relativa a los “Profetas Anteriores”. El primer capítulo, “el profetismo antiguo”, comienza presentando los procesos adivinatorios, propios del Oriente antiguo; a continuación, señala las notas del profetismo en el seno de la adivinación; después, esboza el elenco del corpus profético que floreció en el Próximo Oriente antiguo (Mari y Nínive). El capítulo segundo, “el corpus profético de Levante”, comienza esbozando los grandes hitos que trenzaron la historia oriental: especialmente los acontecimientos de la historia asiria relacionados con Judá. Seguidamente, emprende la descripción de los diferentes tipos de oráculos, a saber, Oráculos de construcción de ciudades: inscripción de la ciudadela de Amán; Oráculos dinásticos: La estela de Dan; Oráculos de guerra y victoria: La estela de Mesha, la estela de Zakkur; Balaam: fuentes históricas del relato bíblico; Ostraca paleo-hebreos.

    El capítulo tercero abraza “la historia deuteronomista: vestigios de una adivinación activa y nacimiento del profetismo mosáico ideal”. La autora comienza con una breve historia de la investigación de la historia deuteronomista; a nuestro entender, la síntesis es muy clara y bibliográficamente muy útil y precisa. Acto seguido, destaca la entereza de la historia deuteronomistra para condenar las prácticas adivinatorias; después, sintetiza las prácticas de cariz adivinatorio que tapizan la historia deuteronomista. El capítulo cuarto, “Profeta y/o rey: un ideal deuteronomista”, comienza con un estudio muy erudito sobre los estratos de redacción que afloran en el conjunto Samuel-Reyes; después, con notable erudición, esboza el proceso histórico y teológico con que la Escritura construye la identidad de Samuel; de modo paralelo, expone la construcción de la figura de Saúl como caricatura de la institución monárquica.

    La Segunda Parte del libro, 111-227, está consagrada a los “Profetas Posteriores”. El capítulo quinto trata la figura del “profeta Isaías, durante la etapa de Ajaz (Is 7-10) y Ezequías (Is 36-39)”; después de situar el relato bíblico en el trasfondo histórico del Próximo Oriente, estudia la misión de Isaías, tal como la describe la Escritura; con intención pedagógica, esboza una sinopsis del relato bíblico que expone la misión de Isaías en tiempos de Ezequías. Finalmente, discute las diversas opiniones sobre el papel de Is 36-39 en el seno del libro de Isaías. El capítulo sexto, “el Segundo Isaías: ¿un profetismo sin profeta?”, comienza estudiando el contexto del exilio donde brotó el Segundo Isaías; después, expone las grandes líneas teológicas de Is 40-66; finalmente, comenta el valor de la Palabra de Dios como protagonista del Deutero-Isaías. El capítulo séptimo, “Jeremías: profeta del libro”, comienza analizando los sucesos que jalonaron el destierro; a continuación, constata la complejidad del proceso teológico e histórico que desembocó en la redacción final del libro; en último término, apunta las características del profetismo jeremiano. El capítulo VIII, “Ezequiel: profeta extático”, abre sus páginas para recoger la opinión de los exegetas sobre la personalidad de Ezequiel, ya sea como profeta o vidente extático; seguidamente, discute las atribuciones de profeta extático que, tan a menudo, le atribuye la exégesis; en último término, ancla el libro en la corriente característica del profetismo antiguo. El capítulo noveno, “el Libro de los Doce”, contempla los llamados “profetas menores” desde la perspectiva canónica; analiza el orden, cronológico y simbólico, en que la Escritura dispone los doce profetas; esboza las diversas hipótesis redaccionales; finalmente constata la pluralidad del pensamiento profético y el proceso a través del que la redacción final del Libro de los Doce ha tendido a uniformizar el planteamiento teológico de la profecía.

    La autora pone fin a su obra con unas breves “Conclusiones”; un “elenco bibliográfico indicativo”, el índice de nombres propios” y el “índice general”.

    A nuestro entender, cinco características convierten la obra de Anthonioz en un volumen muy interesante y novedoso sobre los estudios del profetismo bíblico. Primero: el empeño de la  autora por trenzar la historia del profetismo sobre el cañamazo de los acontecimientos antiguos, sin acotar el estudio a la aparente evolución del mensaje teológico, confiere al libro una interpretación novedosa que permite situar la predicación profética en el marco sociológico que la vio nacer. Segundo: la constante y erudita referencia al pensamiento oriental, especialmente por cuanto concierne a los métodos adivinatorios, sitúa el profetismo bíblico sobre el cañamazo de la teología propia del Oriente antiguo. Tercera: la presentación teológica de los grandes bloques de la profecía bíblica: (Isaías, Segundo-Isaías y sus derivaciones teológicas, Jeremías, Ezequiel, el Libro de los Doce) posibilita que el lector pueda captar el contenido teológico de la profecía bíblica; además, el empeño por establecer una comparación con la cultura orienta realza la identidad peculiar del profetismo que aparece en la Escritura.

Cuarto: La autora no se detiene en la descripción del profetismo bíblico en el marco oriental; sino que, por una parte, sintetiza la historia de la investigación y ofrece un elenco bibliográfico actualizado y, por otra, expone las líneas actuales de la investigación y expresa, científicamente, su opinión personal. Quinto: aunque el elenco bibliográfico aparezca meramente como “indicativo”, constituye una presentación bibliográfica muy solvente de los actuales estudios sobre la teología profética; de modo parejo las notas a pie de página, ricas en cuanto al comentario y al pluralidad de autores citados, realzan la solvencia del libro.

    En definitiva, el libro de Anthonioz constituye una aportación novedosa y científicamente muy solvente sobre la historia del profetismo bíblico en el marco de la teología y la historia de la cultura del Próximo Oriente Antiguo.

jueves, 9 de julio de 2015

¿QUÉ DICE EL PROFETA AMÓS?



                                                              Francesc Ramis Darder


Como expone la Sagrada Escritura, un profeta no es un personaje que se dedica a adivinar el futuro. Un profeta es aquel que con su forma de razonar, con su manera de hablar y con su forma de actuar demuestra que cree con el Dios de la misericordia. Un profeta es aquel que con su forma de vivir da testimonio de la presencia salvadora de Dios en el mundo. Hemos leído un episodio de la vida del profeta Amós; predicó hacia la mitad del siglo VIII antes de Cristo en la ciudad de Samaria. La ciudad de Samaria era especialmente rica. La arqueología explica que las casas nobles, levantadas en el centro de la ciudad, disponían de mobiliario adornado de marfil; el marfil era un material muy caro, pues tenían que importarlo de África. En la época antigua, el oro y la plata eran signos de riqueza, pero el marfil, además de representar la riqueza, era signo de ostentación. La nobleza de Samaria era muy rica, pero también muy ostentosa.

     En contraposición a la nobleza, en los alrededores de Samaría se levantaban arrabales de chabolas donde reinaba la miseria más dura; los nobles se desentendían del penar los pobres. Como expone la Escritura, los pobres de Samaria imploraron la ayuda del Señor; y Dios, siempre atento al grito de los débiles, los ayudó. El Señor suscitó al profeta Amós; conocido en la tradición bíblica como el profeta de la justicia social. Amós quiso presentarse ante el rey para exigir, en nombre de Dios, para implorar justicia a favor de los pobres; pero el monarca, descreído y déspota, no lo recibió. Fue a encontrarse con los nobles; pero, emborrachados con la riqueza, ridiculizaron la exigencia de justicia. Finalmente, Amós visitó el templo de Samaria para hablar con el gran sacerdote, Amasías; sin embargo, el sacerdote principal expulsó al profeta y desoyó la proclama por la justicia.

    Amós proclamaba con nombre de Dios la exigencia de la justicia; pero cuando hablaba, no empleaba un lenguaje teológico complicado, sino el lenguaje propio del sentido común. Decía, en Samaria hay una desigualdad social escandalosa; una minoría, la corte y los nobles, viven en la ostentación, mientras una minoría, los pobres, sufren penurias inhumanas. Es necesario que los poderosos opten por la solidaridad; porque si  no es así, decía el profeta, un día los pobres se sublevarán contra los opresores hasta acabar con ellos. Según Amos, la justicia y la solidaridad no son sólo cuestiones de fe, son, sobre todo, cuestiones de sentido común para que la humanidad pueda subsistir, hermanada en la fraternidad.

    Desgraciadamente ni en el rey ni la corte escucharon la proclama; y, como señala la historia, sucedió lo que Amós anunciaba. La ciudad de Samaria entró en guerra con un país extranjero. Entonces los pobres, hartos de sufrir, apoyaron al ejército invasor y facilitaron la conquista de la ciudad por las tropas extranjeras. Como demuestra la arqueología, la antigua Samaria fue destruida y desapareció de la historia.

    Nuestro mundo presenta semejanzas con la situación de Samaria. Entre otros temas, la sociedad occidental, rica y ostentosa, contempla como los emigrantes del Tercer Mundo llegan hasta nosotros buscando ayuda. ¿Qué haremos? ¿Los acogeremos con solidaridad y justicia, o los dejaremos morir en el mar, con las pateras que naufragan? Tanto la fe cristiana como el sentido común reclaman la vivencia de la solidaridad y la justicia. En esta Eucaristía, pidamos al Señor que nos convierta en profetas; en testigos de la misericordia de Dios en un mundo sediento de justicia y solidaridad.

sábado, 4 de julio de 2015

¿QUÉ SIGNIFICA EL QUINTO MANDAMIENTO?

                                                                  Francesc Ramis Darder


El Antiguo Testamento presenta, entre otros, dos tipos de preceptos legales importantes: las leyes casuísticas y las leyes apodícticas.

En una ley casuística aparecen siempre excepciones y condicones que determinan la aplicación concreta de la ley. Veamos un ejemplo: “Si el buey de uno mata a cornadas al buey de otro, venderán al buey vivo y se repartirán el importe y el buey muerto, pero si se sabía que el buey ya embestía antes, y su amo no tomó precauciones, entonces pagará entregando un buey vivo y se quedará con el muerto” (Ex 21,35-36).

Sin embargo las leyes apodícticas no admiten excepción alguna. El quinto mandamiento constituye una ley apodíctica: “No matarás” (Ex 20,13). No se puede matar a nadie, la ley de Dios lo prohibe expresamente. Debemos notar que este mandamiento constituye por si mismo un versículo completo de la Biblia, el versículo más breve de todos, pues solo consta de dos palabras que comprenden seis letras. Con lo cual el redactor del Decálogo pretendía que dicha ley quedara fuertemente grabada en el corazón y en la mente de cada israelita.

Los medios de comunicación han transmitido, de nuevo, la triste noticia: el denominado estado islámico ha vuelto a cometer macabros asesinatos. Una vez más hay que recordar que el quinto mandamiento es una ley divina que no admite excepciones, y volver a gritar con las mismas palabras que utilizaba Mn. Oscar Romero contra los terroristas del Salvador: ¡Dejad de matar!