Francesc Ramis Darder
El
Antiguo Testamento presenta, entre otros, dos tipos de preceptos
legales importantes: las leyes casuísticas y las leyes apodícticas.
En
una ley casuística aparecen siempre excepciones y condicones que
determinan la aplicación concreta de la ley. Veamos un ejemplo: “Si
el buey de uno mata a cornadas al buey de otro, venderán al buey
vivo y se repartirán el importe y el buey muerto, pero si se sabía
que el buey ya embestía antes, y su amo no tomó precauciones,
entonces pagará entregando un buey vivo y se quedará con el muerto”
(Ex 21,35-36).
Sin
embargo las leyes apodícticas no admiten excepción alguna. El
quinto mandamiento constituye una ley apodíctica: “No matarás”
(Ex 20,13). No se puede matar a nadie, la ley de Dios lo prohibe
expresamente. Debemos notar que este mandamiento constituye por si
mismo un versículo completo de la Biblia, el versículo más breve
de todos, pues solo consta de dos palabras que comprenden seis
letras. Con lo cual el redactor del Decálogo pretendía que dicha
ley quedara fuertemente grabada en el corazón y en la mente de cada
israelita.
Los
medios de comunicación han transmitido, de nuevo, la triste
noticia: el denominado estado islámico ha vuelto a cometer macabros
asesinatos. Una vez más hay que recordar que el quinto mandamiento
es una ley divina que no admite excepciones, y volver a gritar con
las mismas palabras que utilizaba Mn. Oscar Romero contra los
terroristas del Salvador: ¡Dejad de matar!
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