miércoles, 26 de junio de 2013

COLABORACIÓN DE FRANCESC RAMIS EN EL LIBRO "L'ESPERIT SANT EN LA BÍBLIA"

Francesc Ramis es el autor del estudio "El Espíritu de Yahvé: corona del Vástago, del Siervo y del Ungido del Señor, en el Libro de Isaías".

Este volumen trata de la noción del Espíritu Santo, que se sitúa de manera divesa según los contextos textuales en que se encuentra. En el Antiguo Testamento la presencia del Espíritu, personal o colectiva, cósmica o antropológica, profética o sapiencial, es plural y pluriforme. Las coordenadas interpretativas son muy oscilantes y se constata una gran diversidad en la acción del Espíritu, aquél que es capaz de crear y de renovar lo creado. Un denominador común es que el Espíritu queda vinculado fundamentalmente con la vida en los diversos niveles de lo creado, en el ámbito de lo humano y del mundo. 

L' ESPERIT SANT EN LA BÍBLIA
Edició a cura d'Armand Puig i Tarrech
Publicacions Abadía Montserrat, S.A.
Colección: Scripta biblica, 13
1ª edición  ()
440 páginas; 23x15 cm
Colección: Scripta biblica, 13

viernes, 21 de junio de 2013

¿CÓMO LEER LA BIBLIA? LA LECTURA CONSTANTE DE LA BIBLIA


                                                                  Francesc Ramis Darder


    S. Agustín afirmaba “El desconocimiento de las Escrituras es el desconocimiento de Cristo” (PL 38, 966). El Concilio Vaticano II insistió mediante la Constitución Dogmática Dei Verbum en la lectura constante de la Biblia. Dice el Concilio: “En la lectura de la Sagrada Escritura la oración debe acompañar a la lectura, para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos la Sagrada Escritura” (LG 25). Daremos unas sencillas pautas para leer la Palabra.

1º. Disponer de una buena traducción de la Biblia y comprometerse a leer al menos un capítulo cada día. Lo mejor es empezar por el Nuevo Testamento. Tal vez lo más conveniente sea comenzar por S.Lucas y luego los Hechos, para luego leer los otros tres evangelios, las Cartas y el Apocalipsis. Otro método consiste en leer cada día el evangelio que será proclamado en la Misa diaria; podemos saber cual es consultando el calendario litúrgico, o adquiriendo algún libro que comente el evangelio diario.

2º. Llegar con antelación a la celebración de la Eucaristía; antes que la liturgia  comience leer en la Biblia las lecturas que van a proclamarse. Los lectores deben ensayar las lecturas antes de proclamarlas ante la asamblea. Debemos prestar especial atención a la proclamación de la Palabra de Dios y especialmente a la del Evangelio.

3º. Intentar constituir en nuestras parroquias algún grupo bíblico donde de manera sencilla podamos conocer y compartir la Palabra de Dios.

4º. Para el conocimiento de la Biblia pueden ayudarnos los “Cuadernos Bíblicos” publicados por la editorial Verbo Divino; son folletos breves y sencillos que tratan los libros y los temas de la Biblia con profundidad. Es muy interesante la revista “Reseña Bíblica”, editada por Verbo Divino, tanto para el estudio como para la catequesis bíblica. Hallaremos ambas publicaciones en librerías religiosas.    

miércoles, 12 de junio de 2013

EL SEÑOR, DIOS DE LA VIDA. ¿QUÉ ES EL SHEOL?

                                           
                                                                       Francesc Ramis Darder

           
    Israel sabía que Dios libera, acompaña, crea y perdona. Entonces brotó en el pueblo una pregunta: ¿por qué hace Dios con nosotros un proceso tan delicado? La respuesta no podía ser otra: Dios nos modela con delicadeza porque desea que vivamos para siempre con Él.

    Sin embargo, para los israelitas antiguos no había posibilidad de que el hombre viviera personalmente con Dios para siempre. El Señor era bueno, pero la distancia que mediaba entre la pequeñez humana y la grandeza divina era enorme e impedía que ambos pudieran encontrarse cara a cara (Ex 33,18-23).

    La fe de Israel topó con un dilema. Por una parte los israelitas no se atrevían a imaginar que tras la muerte el hombre viviera con Dios. Por otra experimentaban que Yahvé modela la existencia humana con amor apasionado; y, por tanto, el hombre no es un ser cualquiera en la creación sino alguien privilegiado (Sal 8,6).

    La grandeza humana mostraba que era absurdo que después de la muerte el hombre desapareciera para siempre; pero, a la vez, la pequeñez del hombre ante la grandeza divina hacía inimaginable que tras su ocaso alcanzara la morada de Dios. Para resolver el dilema los israelitas inventaron el “Sheol”. ¿Qué es el Sheol?

    Los israelitas imaginaron que bajo la superficie terrestre existía un receptáculo denominado “Sheol”. Cuando alguien moría su cuerpo se descomponía, pero “lo mejor” de la persona quedaba depositado en el “Sheol”. La muerte no aniquilaba al hombre, ya que “lo mejor” de él permanecía en el Sheol; pero el ser humano tampoco iba a la morada de Dios, pues “lo mejor” restaba en el Sheol.

    Los sabios se rebelaron contra esa solución. No es posible que Dios modele la vida humana para que al final todo acabe en el absurdo del Sheol. Dios no modela al ser humano a su imagen y semejanza para esconderlo en el Sheol; como tampoco tornea el artesano una vasija para dejarla después en el olvido. Los sabios afirmaron: “La vida de los justos está en manos de Dios. La gente insensata pensaba que moría ... pero ellos están en paz ... ellos esperaban de lleno la inmortalidad” (Sab 3,1-5).

    El justo permanece en las manos de Dios. El Señor no concibe su tarea como un entretenimiento. Dios nos ama para hacernos hijos suyos: Hijos de Dios para siempre. Creer en el Dios de la vida implica comprometerse en la lucha por la justicia; hacer del amor la herramienta con que plantar la semilla del Reino. Así señala san Agustín: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansará hasta que repose en ti”.

lunes, 3 de junio de 2013

EL SEÑOR, DIOS DEL PERDÓN

                                                                           Francesc Ramis Darder



    El profeta Jeremías describe metafóricamente la relación entre Israel y el Señor; así Israel es el pueblo modelado por Dios en el torno de la historia (Jr 18). Israel percibía la bondad del Señor que modelaba su existencia, pero percibía que el pecado desgarraba la vida del pueblo.

    El alfarero modela una vasija en el taller. Cuando el fango se desgaja, el artesano no lo rechaza sino que lo transforma en un cuenco nuevo. El artesano quiere “ordenar” la arcilla para elaborar buena cerámica; pero la carencia de agua “desordena” el barro que se rompe entre los dedos del artesano. También el Señor deseaba hacer de su pueblo una bella figura; pero la sequedad de Israel, su apego a la idolatría, hacía que se desgarrara entre las manos divinas. Sin embargo Yahvé no rechaza a su pueblo; sino que lo reordena, lo vuelve a hacer, es decir, lo perdona.

    El perdón entendido como la gracia que Dios regala al ser humano para que pueda reordenar su vida, es una aportación original de la Biblia. Dice Ezequiel: “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ez 18,23).

    Volver a ordenar, volver a crear, es sinónimo de perdonar. El Génesis al relatar el origen del Cosmos, afirma que Dios “crea” (Gen 1,1-2,3). Isaías al mostrar cómo Dios redime a su pueblo, utiliza el mismo verbo “crear” que aparece en el Génesis: “Yo soy Yahvé vuestro Santo, el creador de Israel, vuestro rey” (Is 43,15).

    ¿Qué significa ‘Yahvé ha creado a Israel’? Isaías no afirma que Dios ha constituido al mismo pueblo en aquel instante, puesto que en la época del profeta ya existía hacía mucho tiempo. Significa que lo ha perdonado, el perdón de Dios es tan grande que reordena la existencia de quien lo recibe.

    Israel era un pueblo ciego y sordo, expoliado y saqueado por haberse alejado de Yahvé y haber seguido la senda de la idolatría (Is 43,18-25). Pero el Señor establece caminos en el desierto y ríos en la estepa (Is 43,16-21), y hace que el fango seco y desgarrado de su pueblo sea de nuevo el barro que se deja modelar por Dios.

    El dolor del pecado no proviene del castigo divino, es consecuencia de la sequedad que agosta la vida de quien se aleja del amor. Dios es fiel y a pesar de que huyamos de Él nos sigue amando. Saberse perdonado significa haber experimentado que el pecado, por duro que sea el rastro que ha dejado en nuestra vida, no tiene la última palabra. La última palabra nace de las manos de Dios que con misericordia rehace nuestra vida. Así pues, convertirse significa dejar que el agua de Dios empape la sequedad de nuestro barro para que las manos del Señor nos sigan modelando con la bondad de su ternura y la entraña de su misericordia.