miércoles, 12 de junio de 2013

EL SEÑOR, DIOS DE LA VIDA. ¿QUÉ ES EL SHEOL?

                                           
                                                                       Francesc Ramis Darder

           
    Israel sabía que Dios libera, acompaña, crea y perdona. Entonces brotó en el pueblo una pregunta: ¿por qué hace Dios con nosotros un proceso tan delicado? La respuesta no podía ser otra: Dios nos modela con delicadeza porque desea que vivamos para siempre con Él.

    Sin embargo, para los israelitas antiguos no había posibilidad de que el hombre viviera personalmente con Dios para siempre. El Señor era bueno, pero la distancia que mediaba entre la pequeñez humana y la grandeza divina era enorme e impedía que ambos pudieran encontrarse cara a cara (Ex 33,18-23).

    La fe de Israel topó con un dilema. Por una parte los israelitas no se atrevían a imaginar que tras la muerte el hombre viviera con Dios. Por otra experimentaban que Yahvé modela la existencia humana con amor apasionado; y, por tanto, el hombre no es un ser cualquiera en la creación sino alguien privilegiado (Sal 8,6).

    La grandeza humana mostraba que era absurdo que después de la muerte el hombre desapareciera para siempre; pero, a la vez, la pequeñez del hombre ante la grandeza divina hacía inimaginable que tras su ocaso alcanzara la morada de Dios. Para resolver el dilema los israelitas inventaron el “Sheol”. ¿Qué es el Sheol?

    Los israelitas imaginaron que bajo la superficie terrestre existía un receptáculo denominado “Sheol”. Cuando alguien moría su cuerpo se descomponía, pero “lo mejor” de la persona quedaba depositado en el “Sheol”. La muerte no aniquilaba al hombre, ya que “lo mejor” de él permanecía en el Sheol; pero el ser humano tampoco iba a la morada de Dios, pues “lo mejor” restaba en el Sheol.

    Los sabios se rebelaron contra esa solución. No es posible que Dios modele la vida humana para que al final todo acabe en el absurdo del Sheol. Dios no modela al ser humano a su imagen y semejanza para esconderlo en el Sheol; como tampoco tornea el artesano una vasija para dejarla después en el olvido. Los sabios afirmaron: “La vida de los justos está en manos de Dios. La gente insensata pensaba que moría ... pero ellos están en paz ... ellos esperaban de lleno la inmortalidad” (Sab 3,1-5).

    El justo permanece en las manos de Dios. El Señor no concibe su tarea como un entretenimiento. Dios nos ama para hacernos hijos suyos: Hijos de Dios para siempre. Creer en el Dios de la vida implica comprometerse en la lucha por la justicia; hacer del amor la herramienta con que plantar la semilla del Reino. Así señala san Agustín: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansará hasta que repose en ti”.

No hay comentarios: