miércoles, 11 de noviembre de 2015

ESTRUCTURA DEL EVANGELIO DE LUCAS

          
                                                  Francesc Ramis Darder


La obra de Lucas comprende dos libros: El Evangelio y los Hechos de  los Apóstoles. El evangelio corresponde al "tiempo de Jesús". En él se verifican las promesas del AT, a la vez que se prepara el "tiempo de la Iglesia", descrito en el libro de los Hechos. Este apartado tiene por objeto presentar, brevemente, la estructura del Evangelio. Realizaremos una presentación sencilla,  que nos permita ubicar en el conjunto del Evangelio los pequeños fragmentos que vamos a estudiar después. Atendiendo a la opinión de algunos comentaristas, el Evangelio de Lucas se divide en tres grandes apartados:


a. Anuncio del Reino a todo Israel empezando por Galilea (4, 14 -9, 50).


    Jesús inicia su ministerio exponiendo su proyecto en la sinagoga de Cafarnaum. En aquella ciudad comienza a predicar, realiza las primeras curaciones y llama a sus primeros discípulos. La acción y la palabra no pasan desapercibidas. Jesús comienza a experimentar las primeras confrontaciones con los fariseos y con los garantes del sistema vigente. Elige a los Doce y con ellos comienza predicar a las multitudes. Las palabras de Jesús se convierten siempre en misericordia para con todos: La misericordia de Jesús deviene curación y perdón.


    Los Doce reciben el encargo de salir a los caminos para predicar la Palabra y expulsar demonios. Jesús se transfigura ante sus discípulos, y ellos se entusiasman habiendo contemplado la auténtica identidad de Jesús. El Señor les advierte que seguirle a él es un camino duro, su senda conduce a Jerusalén lugar de persecución y muerte.



b. El gran viaje de Jesús a Jerusalén ( 9, 51 - 19, 28 ).


    Jesús emprende, juntamente con sus discípulos, el largo viaje hasta Jerusalén. Todo el tiempo de este camino constituye una gran catequesis de Jesús a sus discípulos. De alguna manera podríamos decir que Jesús, en esta sección del evangelio, se transforma en "Palabra". Una palabra que va instruyendo profundamente a sus seguidores y los prepara para el "tiempo de la Iglesia".  Subiendo a Jerusalén, el Señor recuerda a sus amigos las exigencias de la vocación apostólica; y les indica el premio de la tarea evangelizadora: "Alegraos de que vuestros nombres estén escritos en el cielo" (10, 20).


    La enseñanza de Jesús recorre todos los campos de la existencia cristiana: Oración, sinceridad, pobreza, servicio, conversión, misericordia, renuncia, humildad, corrección fraterna, responsabilidad; y sobre todo, el gran mandamiento del amor (10, 27). Esta enseñanza la expone con numerosos discursos y parábolas; y la pone por obra con algunos milagros.


    La palabra de Jesús no es neutra, engendra conflicto. Con rapidez crece la oposición a Jesús en todos los círculos que detentan el poder: Fariseos, legistas, y en definitiva todos aquellos que viven apegados a las riquezas.

  
c. La narración de la Pasión y Resurrección  de Jesús     ( 19, 29 - 24, 53 ).


    Jesús entra triunfalmente en Jerusalén, pero ese gozo se trastoca rápidamente en sufrimiento. Enseguida comienza la confrontación con el Templo y sus instituciones. Durante el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche  en el monte de los Olivos; y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle (cf. 21, 38).


    Los dirigentes  no pueden soportar la liberación que las palabras de Jesús suscitan en las masas. Después de celebrar la Pascua con sus discípulos, Jesús se dirige al monte de los Olivos. Allí es detenido y conducido ante el sanedrín y después ante Pilato y Herodes. El procurador romano lo condena a muerte, y Jesús emprende el camino del Calvario. Jesús muere en la cruz y es enterrado en un sepulcro próximo.


    La muerte de Jesús no significa la última palabra en su existencia. El primer día de la semana las mujeres van al sepulcro con los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra que cubría la entrada de la tumba había sido retirada. Entraron en el sepulcro pero no hallaron el cuerpo de Jesús. Se presentaron ante ellas dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: " ¿ Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo ?; no está aquí ha resucitado " (cf. 24 1-5). Jesús resucitado se aparece a los discípulos y, después de darles las últimas instrucciones, asciende a los Cielos. 



    Esos tres grandes bloques van precedidos de dos fragmentos a modo de preludios:


* Los relatos de la infancia de Jesús  ( 1, 5 - 2, 52 ).


    Los dos primeros capítulos de la obra de Lucas constituyen una especie de prólogo a todo el evangelio. El autor concentra en esta sección un buen resumen de las características personales de Jesús: El es el Señor que actúa desde la misericordia. Pero su vida no va a ser fácil ni triunfal ante los ojos humanos; las profecías de Simeón y Ana prefiguran el sufrimiento que  le aguarda en la proclamación del Reino.


    El personaje más significativo de esos capítulos es María, la madre de Jesús. Desde cuya mirada se contempla el auténtico origen y el futuro ministerio del Señor.    Al narrarnos los acontecimientos de la infancia, el texto los va contraponiendo a los sucesos que acaecen en la vida de Juan el Bautista. Destacando que Juan es el precursor del Señor, y mostrándonos a Jesús como el que lleva a término la plena voluntad de Dios.



* La predicación de Juan Bautista y las tentaciones de Jesús en el desierto ( 3,1 - 4, 13 ).


    Podríamos afirmar que esta breve sección tiene un triple significado:


a. Nos presenta la figura de Juan Bautista (3, 1-22). El profeta que llama a la conversión y prepara el ministerio de Jesús.

b. Mediante una genealogía (3, 23-38) nos resume el "tiempo de Israel", los avatares del pueblo judío a lo largo del AT y su espera anhelante del Mesías.

c. Las tentaciones de Jesús en el desierto (4 1-13) adquieren significación programática. Durante el siglo I los habitantes de Palestina esperaban la pronta llegada del Mesías. El enviado de Dios que pondría remedio a los males que aquejaban al pueblo.

   Las gentes esperaban que el Mesías prometido actuaría bajo un triple aspecto: Sería alguien deslumbrante que ejercería su función mediante el poder y la riqueza. En definitiva es el Mesías que deseamos todos y que, sin darnos cuenta, ruge en nuestro interior: El  afán de poder, el ansia de tener y el deseo de aparentar.

   La narración de las tentaciones nos indica que Jesús es el Mesías; pero no va a actuar con las características mesiánicas que la sociedad de su tiempo esperaba. Jesús ejercerá su mesianismo desde la humildad, la actitud de servicio y la experiencia de una vida compartida con todos.


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