Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
El evangelio de Lucas tiene por objetivo
comunicarnos la liberación que Jesús ha venido a otorgarnos a todos. Jesús es
el Señor que libera, pero esa salvación que el Señor nos concede la realiza
desde la misericordia.
Recordemos que la misericordia no es un
simple sentimiento; consiste en una virtud muy importante: dar algo de mi mismo
a la pobreza del corazón de mi hermano. En la narración que vamos a leer
observaremos el corazón pobre de Zaqueo. Un corazón falto de perdón y
comprensión. Jesús ejerce con el duro cobrador de impuestos el difícil arte de
la ternura. La misericordia de Jesús se transforma en perdón y devuelve a la
vida de Zaqueo la humanidad perdida.
1. Situación de la narración en
el conjunto del Evangelio.
El fragmento que nos cuenta la historia de
Zaqueo (19, 1-10) se halla ubicado en la sección central del evangelio: el viaje de Jesús con
sus discípulos desde Galilea hasta Jerusalén (9, 51 - 19, 27). Durante toda
esta larga sección, Jesús dedica la mayor parte de su tiempo a instruir a los
discípulos. De alguna manera Jesús deviene "Palabra" dispuesta a
preparar a sus amigos para vivir el
tiempo de la Iglesia. Jesús enseñará a
los discípulos que la verdadera misericordia pasa siempre por el perdón.
Notemos un segundo detalle, especialmente
importante, en cuanto a la posición del texto. La narración de Zaqueo se halla,
prácticamente, al final de la sección del viaje a Jerusalén y justo antes del
inicio de los relatos concernientes a la pasión del Señor.
Al final de su largo viaje Jesús enseñará a
sus discípulos a convertir la misericordia en perdón. Al final de su vida, en el dolor de la Cruz,
Jesús también convertirá la misericordia en perdón: " Padre, perdónales,
porque no saben lo que hacen " (23,
34). Al final de su viaje y al término de su vida, Jesús nos enseña la virtud
de saber perdonar. ¿ No será que la capacidad de perdonar es la mejor
manifestación de la auténtica misericordia ?.
El Nuevo Testamento lleva siempre a su
plenitud algún aspecto del Antiguo Testamento. Este episodio presenta
similitudes y diferencias con otro muy importante del la Antigua Alianza: La
entrada de Josué en la Tierra Prometida conquistando la ciudad de Jericó (Jos
6).
El pueblo de Israel guiado por Moisés había
emprendido un largo periplo desde Egipto hacia la Tierra de Promisión. Josué
llega a la ciudad de Jericó, y por la fuerza de las armas toma aquella villa.
La conquista le permite entrar en Tierra Santa y tomar posesión del país que
Dios había otorgado a sus antepasados. Antes de tomar la ciudad, Josué se
encuentra con una mujer marginada: Rahab. Esta le ofrece una hábil estrategia
para tomar fácilmente la ciudad sin necesidad de perder ningún guerrero en el
combate. Una vez que ha conquistado Jericó, y como acto de gratitud, Josué
ejerce la misericordia con aquella mujer y con su familia permitiéndoles seguir
con vida (Jos 6, 22-23).
Jesús guiando a sus discípulos, emprende
también un viaje desde Cafarnaum a Jerusalén. Jesús llega a Jericó y conquista
aquella ciudad representada por Zaqueo. No lo hace con el poder militar, sino
con la fuerza de la misericordia convertida en perdón. Desde Jericó, el Señor
se dirige a tomar la Ciudad Santa; pero no lo hará con el poder de las armas
sino desde la debilidad de la Cruz. También, en Jericó, ejerce el Señor la
misericordia con alguien marginado: el cobrador de impuestos.
Apreciemos la importancia que tiene la
situación de un fragmento en el conjunto del evangelio. La simple posición de
este texto nos enseña tres cosas: Jesús se hace "Palabra"
enseñándonos el perdón; prepara la actitud del creyente ante las adversidades
de la vida representadas por la pasión; y, finalmente, nos indica la
culminación y superación del Antiguo Testamento en el Nuevo.
2. Lectura del texto (19, 1-10).
Entró Jesús en Jericó y comenzó a atravesar
la ciudad. En esto un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores y muy
rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque
era bajo de estatura. Para verlo se adelantó corriendo y se subió a una
higuera, porque tenía que pasar por allí. Al llegar a aquel sitio, levantó
Jesús la vista y le dijo:
- Zaqueo, baja enseguida, que hoy tengo que
alojarme en tu casa.
El bajó en seguida y lo recibió muy
contento. Al ver aquello murmuraban todos:
- ¡ Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador !.
Zaqueo se puso en pie y le dijo al Señor:
- Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se
la doy a los pobres, y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré
cuatro veces.
Jesús le contestó:
- Hoy ha llegado la salvación a esta casa,
pues también él es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a
buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.
3. Elementos del texto.
a. Jericó.
La ciudad de Jericó era un núcleo urbano
importante, situado de manera estratégica entre las regiones de Judea y Perea.
Al ser zona fronteriza disponía de un servicio de aduanas y de una guarnición
militar relativamente grande. También era zona de intercambios comerciales al
confluir en ella un nudo de comunicaciones significativo. El rey Herodes
construyó al lado de la ciudad antigua una ciudad nueva y la dotó de palacios y
termas.
La situación comercial, fronteriza,
aduanera y militar, otorgaban a la ciudad un ambiente cosmopolita un tanto
alejado del cumplimiento estricto de la leyes judías referentes a la moral. La
presencia de soldados, comerciantes y numerosos viajeros; hacían que la ciudad
fuera en cierta medida una urbe con muchos lugares de diversión. Desde una perspectiva histórica la ciudad
había gozado de un gran prestigio. Recordemos que es una de las ciudades más
antiguas que se conocen; y el AT le concede un gran papel (Jos 6-7).
b. Zaqueo.
La palabra Zaqueo es un disminutivo de Zacarías, nombre que significa
probablemente: " El Señor se acuerda de nosotros ". En nuestra
narración, la palabra Zaqueo es un disminutivo de Zacarías. El nombre es un
disminutivo popular, indica -por tanto- que la persona era muy conocida, y era
posible identificarla con un apodo.
Su profesión consiste en cobrar los
impuestos. En la época de Jesús las contribuciones gravaban muy duramente al
pueblo judío. El sistema impositivo era muy intenso y, capilarmente, llegaba a todos los estratos
de la población. Cobraban impuestos los romanos, pero también los cobraba el
rey Herodes, y había que pagar -además- un pequeño diezmo al Templo.
El impuesto realmente duro y gravoso era
el impuesto cobrado por los romanos. El cobro se realizaba, a veces, de forma
violenta y mediante la extorsión y el abuso. Generalmente se exigía mucho más
de lo que una persona podía pagar; lo que implicaba el empobrecimiento
progresivo de la población; y en algunas ocasiones la reducción a la esclavitud
de los deudores insolventes.
Zaqueo era
muy rico. Cobrar impuestos permitía realizar cualquier arbitrariedad, lo
que repercutía en el rápido enriquecimiento del cobrador. El hecho de ser
recaudador implicaba que Zaqueo fuera mal visto y, a la vez, muy temido por las
gentes. Seguramente, el ejercicio de su profesión habría dado lugar a que
cometiera algunas injusticias ; como
hacían habitualmente los recaudadores de entonces.
Era pequeño de estatura, la gente no le
permite ver pasar a Jesús. Tal vez fuera una persona dada a protagonizar gestos
curiosos, observemos lo que nos dice el texto: corre entre la gente y se sube a
un sicomoro. Nos da la impresión de un personaje pintoresco: Pequeño, le
conocen mediante un mote, la gente le teme, se ha enriquecido a costa de los
demás, es un colaboracionista del dominio romano. El hecho de ejercer la profesión de
recaudador de impuestos implicaba que estuviera excluido de la vida religiosa
del resto de los judíos. Los cobradores eran un tipo de gente despreciada, pero
también muy temida a causa de su dinero
y su poder coercitivo.
Jesús llevaba bastante tiempo predicando,
era ya un personaje famoso que estaba a punto de cruzar Jericó de paso hacia
Jerusalén. Entonces Zaqueo intenta ver a
Jesús. Entre la multitud abigarrada quiere ver quien es aquel personaje, tan
famoso, que cruza la ciudad.
Zaqueo intentaba ver a Jesús, pero no
podía. Su pequeña estatura y la
muchedumbre de gente que se agolpaba en torno
se lo impedía. La gente no solamente le impedía ver a Jesús físicamente,
se lo imposibilitaba también moralmente: Zaqueo era un cobrador de impuestos,
pequeño, excluido de las prácticas religiosas judías, motejado; quizás, no
amado por nadie pero sí temido por todos.
Esta ideas de la gente respecto de su
persona, ciertamente habrían influido en su manera de pensar y de percibir su
existencia. La vida de Zaqueo ya estaba modelada; él se enriquecía cobrando
impuestos y sus conciudadanos le temían y odiaban: No era posible cambiar nada.
La salvación, la misericordia, la persona de Jesús, pasa al lado de él; pero
nada ni nadie -según su forma de
pensar- puede hacer nada por su vida. La
suerte de su vida está echada para siempre; su modo de vida le ha empequeñecido
y el desprecio de los demás le impide detectar un futuro distinto.
c. La gente.
La gente le impedía ver a Jesús. La gente
no significa sólo un grupo de personas; también significa lo que piensa la
gente. La opinión de las personas respecto de Zaqueo hace imposible que aquel
hombre vea a su salvador. Cuando Jesús
se ha alojado en casa de Zaqueo, la gente murmura. Critican duramente la
decisión de Jesús: " ¡ Ha ido a hospedarse a casa de un pecador ! ".
Zaqueo es un pecador. ¡ Que palabra más dura !: Un hombre perverso que ha roto sus relaciones con Dios. Un
hombre impuro, uno que no tiene derecho a cambiar de vida, ni a liberarse. Una
persona a la que no se permite sentirse bien junto a Dios ni contemplar el
rostro de Jesús.
La opinión de la gente hace de Zaqueo un
hombre pequeño para siempre. La muchedumbre traba al cobrador de impuestos su
contacto con Jesús. Todos somos hijos de Dios pero, a veces, lo que de nosotros
se piensa y se opina nos disminuye; sobre todo si nadie nunca nos ha valorado
en aquello que realmente somos.
d. Jesús.
Jesús cruzaba la ciudad en dirección a la
Ciudad Santa, en la que iban a tener lugar los acontecimientos del Domingo de
Ramos. Jesús llega a Jericó con fama de salvador por eso le rodea una multitud
de curiosos. Pero la única persona en la que el Señor fija su atención es en
Zaqueo. La forma de vida de Zaqueo con relación a su pueblo era injustificable.
En cambio Jesús es a la única persona que mira.
Jesús tiene con Zaqueo una actitud
caracterizada por dos verbos: Se fija en él "levantando los ojos" y
le "habla", verbos muy sencillos y a la vez muy profundos:
- Levantar la vista: " ... levantó Jesús la vista ... "
Recordemos el caso de Jesús cuando levanta
los ojos al cielo y el evangelio nos dice: " Jesús tomó los cinco panes y
los dos peces, alzando los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los dio a
los discípulos para que sirvieran a la gente " (Lc 9, 16). El fragmento se
encuentra en la multiplicación de los panes.
El verbo significa mirar en profundidad,
mirar con la intención de hacer el bien, con la intención de ejercer la
misericordia. El mismo verbo ha sido utilizado en el fragmento anterior del
evangelio (18, 35-43) con la intención de devolver la vista a un ciego. Mirar
en profundidad no es ver detalladamente la realidad; es mirarla con el deseo de
transformarla desde la misericordia y la ternura.
- Decir: " ... y le dijo ... ".
Este verbo no significa, simplemente, el
hecho de pronunciar sonidos con los labios. Su acepción más genuina es la de
"comunicar" algo que tiene una fuerte repercusión en la vida de quien
lo escucha. Para aclarar el sentido del
término hagamos una breve referencia al AT.
El pueblo de Israel padece en Babilonia la
dureza de un duro exilio. El pueblo clama al Señor y le pide ayuda. Entonces
Dios, mediante un profeta, le dirige su palabra de sosiego: " Consolad,
consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle: que se ha cumplido su servicio ... " (Is 40, 1).
El "decir" de Dios a su pueblo no
se limita a pronunciar palabras. Comunica el consuelo a Israel y le anuncia la
pronta liberación. El "decir" de Dios cambiará radicalmente la vida
de los exiliados. Cuando Dios habla se revela. La voz de Jesús a Zaqueo es la
revelación de Dios; y su mirada es la transmisión de su misericordia.
Jesús le dice: " ... baja en seguida,
que hoy tengo que alojarme en tu casa ". Observemos que Jesús no le recrimina
nada a Zaqueo de su vida pasada; y objetivamente -al ser cobrador de impuestos-
habría muchas cosas que reprobar. Convengamos que es bastante lógica la
reacción de la gente ante la actitud de Jesús: Zaqueo era un pecador y, en
general, mal visto por los judíos.
Hay un detalle en el texto que no debe
pasarnos por alto. Jesús dice a Zaqueo: " ... hoy tengo que alojarme en tu
casa... ". Esta expresión tan sencilla " ... tengo que ... " la
utiliza Jesús en algunos momentos cruciales de su vida:
Cuando Jesús se ha perdido en el Templo y
sus padres le encuentran entre los doctores, el les dice: " ¿ No sabíais
que yo tenía que estar en la casa de mi Padre ? " (2, 49). Más adelante
dirá: " También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de
Dios; para eso me han enviado " (4, 44). Comenta a los discípulos: "
El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los
senadores ... " (9, 22); " ... tengo que seguir mi viaje, porque no
cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén " (13, 33); " ... porque
os digo que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito ... " (22, 37);
etc.
La vida de Jesús no es fruto de la
improvisación ni resultado de la casualidad. La vida de Jesús responde a un
proyecto: " El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido
para que dé la buena nueva a los pobres " (4, 18). La vida de Jesús da
plenitud al proyecto de Dios en favor de los hombres: " ... todo lo
escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que
cumplirse " (22, 44). Por eso El Señor " ... tiene que ... "
hospedarse en casa de Zaqueo, porque él es la liberación de Dios entre los
hombres. Nunca nadie se ha preocupado de que Zaqueo fuera humanizado, por eso
es necesario que Jesús mismo emprenda esta tarea.
Zaqueo obedece a Jesús y hace exactamente
lo que él le ha dicho. Por el contrario la multitud se siente sorprendida y
molesta con el gesto de Jesús: no pueden entender la razón que lleva a Jesús a
hospedarse en casa de un pecador. Zaqueo adquiere ante Jesús una doble actitud:
- Está de pie: " Zaqueo se puso en pie
... ".
Estar en pie ante alguien es el verbo que
expresa la dignidad humana. La mirada de Jesús y sus palabras han devuelto la
dignidad personal a Zaqueo. Antes, el texto, nos lo había presentado como un
personaje de baja estatura a quien la gente impedía ver el paso de Jesús. La
mirada y la palabra de Jesús, le ha
devuelto la dignidad de saberse alguien ante los demás y ante sí mismo.
Recuperar la dignidad, ponerse de pie; es
una metáfora del perdón. Cuando recibimos el perdón recuperamos y aceptamos
nuestra auténtica humanidad. Sólamente el perdón libera. Unicamente el perdón,
a pesar de nuestras bajezas, nos permite estar de pie ante el Señor y ante los
hermanos.
- Jesús es el Señor: " ... y
dirigiéndose al Señor le dijo ...".
Cuando Zaqueo subió al sicómoro, quizá, solo pretendía ver a un
personaje famoso, buen orador y con fama de milagrero. Pero ese personaje le ha
hablado y le ha mirado; y con estas acciones le ha devuelto su dignidad de
persona. Zaqueo ha sido perdonado.
Después de este encuentro personal y
trascendental en su vida, Jesús ya no puede ser -simplemente- un personaje
famoso e interesante. A partir de ahora Jesús es el Señor. El que ha cambiado
para siempre su corazón. Zaqueo ya no servirá más a los pequeños
"señores" a quienes daba culto: el dios del miedo que infundía a sus
vecinos, y el dios de la soledad y el aislamiento con el que le pagaban las
gentes. Zaqueo ha llegado a la fe, ha descubierto a Jesús como el único Señor
de su vida.
e. La conversión.
Unicamente quien ha recibido el perdón es
capaz de convertirse. Habitualmente nuestra mentalidad es distinta. Cuando
nuestra vida se desenvuelve en el mal, pensamos que lo primero que hay que
hacer es un esfuerzo personal por convertirnos. Creemos que cuando nos hayamos
vuelto buenos a causa de nuestro esfuerzo, entonces Dios nos perdonará. Los ojos humanos contemplan este proceso:
Pecado, conversión, perdón. Pero los ojos de Dios siguen un proceso distinto:
pecado, perdón, conversión. Observemos este camino en la narración de Zaqueo.
Zaqueo es , ciertamente, un pecador. Pero,
es Jesús quien primero le mira y le habla. Son los ojos y la voz de Jesús los
que devuelven la dignidad a Zaqueo. Al haber oído la palabra de Jesús y haber
percibido su mirada, Zaqueo se pone de pie y le reconoce como Señor. La misericordia
de Jesús, transmutada en perdón, ha puesto de pie a Zaqueo. El recaudador de
impuestos ha aceptado la mirada del Señor, ha sido perdonado; ahora ya puede
convertirse.
¿ Que significa convertirse ?. Convertirse
es transformar en obras de misericordia el perdón que -gratuitamente- hemos
recibido de Dios. Zaqueo se convierte: comienza a traducir en misericordia el
perdón significado en la mirada y en la palabra de Jesús:
- " La mitad de mis bienes, Señor, se
la doy a los pobres ... ".
En tiempos de Jesús un grupo religioso
importante era el de los fariseos. Se caracterizaban por cumplir la Ley de una
manera muy estricta. Esta conversión, dar la mitad a los pobres, sería un
cambio muy pequeño, simplemente pasaría de ser un publicano a ser un fariseo.
Cuando uno había robado alguna cosa, la Ley mandaba devolver el doble de la
cantidad robada. Un fariseo se limitaría a observar esta prescripción, y
devolvería el doble de lo robado. Si Zaqueo actuara así se limitaría a cumplir
simplemente las normas de honradez, pero él va mucho más lejos ...
- " ... y si a alguien le he sacado
dinero, se lo restituiré cuatro veces más ".
Zaqueo muestra una gran generosidad. Su restitución se adecua a las
prescripciones más exigentes de la Ley: (Ex 21, 37) " Cuando un hombre
roba un buey o una oveja y los mata o los vende, debe restituir cinco bueyes
por cada buey y cuatro ovejas por cada oveja ". (Lv 5, 21-24) " lo
que se ha robado debe devolverse con un recargo de una quinta parte de más
". Zaqueo devuelve mucho más de lo que la Biblia prescribe. Quien ha
recibido generosamente el perdón de Dios no pone límites al ejercicio de la
misericordia. Entrega a la pobreza del corazón de su hermano mucho más de lo
prescrito por los normas.
f. El final de nuestra historia.
¿ Por qué ha perdonado Jesús a Zaqueo ?.
Escuchemos en la cálida voz del texto las palabras del Señor: " ... pues también él es hijo de Abraham
". Por el mero hecho de ser persona humana (hijo de Abraham) Zaqueo tiene
capacidad de percibir la misericordia de Dios. Los hombres, simplemente en
razón de nuestra propia humanidad, tenemos la dignidad plena para estar de pie
ante Dios y recibir de él su perdón y su misericordia.
" Hoy ha llegado la salvación a esta
casa ...": Nuestra liberación consisten en aceptar la mirada y la voz que
Dios nos dirige. La aceptación de la mirada de Dios nos otorga el perdón; y una
vez perdonados podemos convertirnos y vivir en el amor. ¿ Cuántas veces nuestra
pequeñez y la opinión de la gente que nos rodea, nos impiden dejarnos mirar por
Jesús ?.
La última línea de la narración es
especialmente significativa: " Porque el Hijo del Hombre ha venido a
buscar lo que estaba perdido y a salvarlo ". La finalidad de la acción de
Jesús no es otra que la de liberar al oprimido por cualquier causa. Estas
palabras nos traen el eco de otros fragmentos del evangelio, pero vamos a
fijarnos sólo en un elemento: El Hijo del Hombre.
En tiempos de Jesús la gente esperaba
ansiosamente la llegada de un salvador. Todo el mundo deseaba la llegada de
alguien que desde el poder y con una apariencia deslumbrante trajera al mundo
un tiempo de felicidad y de paz. Jesús es el Señor que aporta a todos la
liberación esperada. Pero no nos la trae desde la apariencia deslumbrante, ni
mediante una gran capacidad económica, ni tampoco a través de un poder
apabullante.
Jesús nos trae la liberación esperada, pero
actúa de un modo completamente diverso al deseado por los hombres. Jesús libera
mediante la actitud de servicio, la vida compartida y la existencia humilde. El
AT cuando se refiere a un personaje caracterizado por estas actitudes
(compartir, servir y ser humilde), le denomina Hijo del Hombre; por eso Jesús
es el Hijo del Hombre esperado.
Zaqueo se ha encontrado con Jesús, el
Señor. Ese encuentro personal le ha permitido descubrir el auténtico señoría de
Jesús, el Hijo del Hombre. El cobrador de impuestos sabe que, a partir de ahora, su vida ha de ser
semejante a la de su verdadero Señor. La vida compartida, la existencia humilde
y la actitud de servicio; permitirán a Zaqueo verter en el corazón pobre de sus
hermanos la misericordia, que el mismo ha recibido gratuitamente de Jesús.
4. Síntesis final.
El evangelio de Lucas es el texto de la
misericordia de Dios. Jesús es el Señor que nos trae la liberación mediante el
ejercicio fiel de la misericordia. La misericordia no es un concepto sino es
una realidad manifestada con muchas caras. El primer rostro de la misericordia
de Dios con los hombres es el perdón. El episodio de Zaqueo nos muestra la
misericordia de Dios convertida en perdón.
Zaqueo es el prototipo de persona al que
las circunstancias de la vida y sus propias acciones, le han llenado el corazón de amarga culpabilidad.
La opinión de las gentes y su propio sentimiento de culpa hacen de Zaqueo una
persona empequeñecida. El piensa que en su vida no es posible ningún cambio.
Unicamente es posible sobrevivir provocando miedo en los demás, y soportando la
dura respuesta del odio y el desprecio.
En el seno de este círculo vicioso hace
acto de presencia -inesperadamente- Jesús de Nazaret. El, con su mirada y su
palabra, otorga el perdón ha Zaqueo. Una vez perdonado Zaqueo recobra su
dignidad humana y, poniéndose de pie
reconoce a Jesús como el único Señor de su vida. El perdón permite a
Zaqueo convertirse, y una vez convertido puede iniciar la senda del bien; que
no es otra cosa que repartir entre sus hermanos la misericordia vertida por
Jesús en su propia existencia.
Jesús no libera a Zaqueo por casualidad. La
vida Jesús es la encarnación del proyecto liberador de Dios entre los hombres.
Jesús "tiene que" liberar al cobrador de impuestos porque para esta
misión ha sido enviado. Pero Jesús libera de un modo muy especial. El es el
Hijo del Hombre que nos trae la
liberación de Dios convertida en servicio, humildad y vida compartida.
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