Francesc Ramis Darder
La razón nos mueve a buscar la verdad pero
quien realmente la encuentra es el corazón. El evangelio necesita ser
comprendido y vivido desde la fe. La actitud de Fe es la que nos permite
experimentar a Jesús como el Señor que actúa en nuestra vida desde la
misericordia, y nos permite conocerle a través de la plegaria constante.
Los
evangelios están poblados de personajes que son ejemplos para la comprensión de
la salvación que Jesús nos otorga. En el Evangelio de Lucas podríamos hablar de
muchos de esos personajes, pero nos
fijaremos solamente en dos, especialmente significativos: Teófilo y María.
a.
Teófilo.
La palabra "Teófilo" es un nombre
griego que significa "amigo de Dios". Nuestro autor nos lo situa al
inicio de su evangelio (1, 1-4) y, en el comienzo del libro de los Hechos (1,
1-5). De ese modo y bajo el aspecto literario, la obra de Lucas aparece como
una larga carta que el autor remite a su compañero Teófilo.
Además de su implicación literaria, el nombre
"Teófilo", adquiere también una fuerte connotación religiosa. Para
comprender el evangelio es necesaria la actitud interior de desear ser
"amigo de Dios". Recordemos que "ser amigo de Dios" no es
otra cosa sino seguir a Jesús cargando la cruz de cada día. El Evangelio no se
estudia sólo para conocer mejor a Jesús,
se profundiza en el Evangelio para seguirlo mejor. Sólo desde el seguimiento
radical de Jesús puede conocerse el verdadero rostro de Cristo. La "amistad"
es la forma más privilegiada del amor, porque es aquella relación que brota de
la libertad.
Tengamos eso muy presente: El evangelio de
Jesús no es nada si no significa el todo en la vida. El estudio del evangelio
que no implica una vida de oración y una constante práctica de la misericordia
llevando la cruz cotidiana; se convierte en un aprendizaje de "datos"
sobre Jesús que, a la larga, vacían nuestra vida de la auténtica existencia a
la que está llamada.
b.
María.
Los relatos de la infancia de Jesús (1, 5 -
2, 52) colocan ante nuestra mirada el rostro de numerosas personas: María,
Zacarías, Isabel, José, Simeón, Ana. En ellos se encana ejemplarmente la fe y
la esperanza de Israel y la redención de Jerusalén (2, 25.38). Ellos esperaban con pasión la
llegada del verdadero Mesías libertador de su pueblo. De todos estos personajes
el más importante es, sin duda, María.
Así como "Teófilo" es el símbolo de la necesaria amistad con
Dios; María es el ejemplo de la humildad y de la pobreza necesaria para captar
el sentido profundo del Evangelio.
Una de las oraciones más bellas del NT es
el "Magnificat" (1, 46-55). Son muchos los elementos que podríamos
destacar de este cántico, pero nos fijaremos en dos frases de María:
- (1, 48): " ... porque ha puesto los
ojos en la humildad de su esclava ".
- (1, 52): " ... a los hambrientos los
colma de bienes y a los ricos los despide vacíos ".
La primera frase destaca la actitud de la
humildad y la segunda insiste en la pobreza. Sin una clara opción por los
pobres y sin una existencia humilde, no es posible el seguimiento de Jesús.
Cuando hablamos de "humildad"
tenemos, a veces, una idea distorsionada de lo que significa. Pensamos, a
menudo, que ser humilde consiste en recorrer la vida teniéndonos en poca cosa,
o considerándonos continuamente como inferiores a los demás. Eso es una actitud
paralizante que nos impide crecer en humanidad, porque perdemos la vida
comparándonos con los demás. No es verdad que seamos "nada", la
verdad es que somos "hijos de Dios".
¿ Qué es verdaderamente ser humilde ?. El
término "humildad" es una voz
que se origina en la lengua latina "Humus, humilis" y significa
tierra. Humilde es aquella persona que esta sobre la tierra, que "está con
los pies en el suelo". Es decir; es humilde aquel que sabe mirarse a sí mismo, a los demás y a las cosas, como
realmente son; y no como le gustaría a él que fueran. Humilde es aquel que
mirándose a si mismo no tiene miedo de su persona y, sabe discernir que es
aquello de lo cual ha de convertirse y que es aquello en lo que debe aceptarse.
Sólo la verdadera humildad permite el
desapego de las riquezas y la determinante opción por los pobres. Aquel que no
es humilde, para poder vivir tiene necesidad de apegarse a muchas cosas, y esas
cosas hacen difícil la opción por el Reino de los Cielos.
Esos dos personajes, María y Teófilo nos
han sintetizado las virtudes imprescindibles para vivir el evangelio: la
amistad con Dios, la humildad y la opción por los pobres. Sin esas tres
actitudes el evangelio deja de ser "Buena Nueva" y se convierte en
una obra más de las que se editaron en el siglo I referida a un destacado
personaje histórico. Vamos a acercarnos a la lectura del evangelio de Lucas con
los ojos de la fe y con la confianza de ser miembros de la Iglesia. Sólamente
eso podrá suscitar en nosotros la humildad y el espíritu de plegaria,
imprescindibles, para comprender nuestro relato como "Buena Nueva".
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