Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
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La mención del Vástago de Jesé figura entre
las páginas del libro del Emmanuel (Is 6-12); la temática de la sección alterna
las invectivas contra Judá con el halito de esperanza que Dios derrama sobre el
pueblo mendaz.
En el seno del libro del Emmanuel, la presencia del Espíritu de Yahvé aflora en
Is 11,1-9. A nuestro entender, el poema presenta una estructura sencilla: La
voz profética subraya que del tronco de Jesé brotará un Vástago (Is 11,1);
después, señala que el Espíritu de Yahvé reposará sobre él (Is 11,2); a
continuación, precisa las características de la actuación del Vástago de Jesé,
poseedor del Espíritu de Yahvé (Is 11,3-5); acto seguido, destaca el estado paradisíaco
que engendrará el empeño del Vástago (Is 11,6-8); finalmente, enfatiza el
bienestar que reinará en el Monte Santo, metáfora de Jerusalén y su Templo,
pues, como señala el poema: “la tierra estará llena del conocimiento de Yahvé,
como las aguas colman el mar” (Is 11,9; cf. Ha 2,14). Así el Vástago de Jesé,
henchido por el Espíritu de Yahvé, restaurará entre el pueblo la situación
paradisíaca, pues la ‘tierra’ estará colmada por el conocimiento (d`h) de
Yahvé. En el siguiente apartado, al hablar del Siervo de Yahvé (1.2), ahondaremos
en el significado del vocablo “tierra” (Is 11,9) para perfilar aún más el
calado de la misión a la que Espíritu de Yahvé destina al Vástago de Jesé.
Insinuada la estructura y el contenido del
poema, ¿cuál es el papel del Espíritu de Yahvé en la tarea del Vástago de Jesé?
Oigamos la voz profética: “Reposará sobre él (el Vástago de Yahvé) el espíritu
de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y
fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Dios” (Is 11,2). De ésta manera, la
naturaleza del Espíritu de Yahvé queda calificada con tres pares de notas:
sabiduría e inteligencia, consejo y fortaleza, conocimiento y temor de Dios.
El binomio “sabiduría e inteligencia (h.kmh
- bynh)” aparece en Is 11,1; Dn 1,20 y Pr 23,23; mientras la vecindad de ambos
vocablos figura en Pr 4,5 y 2Cr 2,12. La profecía de Daniel sitúa el binomio en
el ámbito de la corte. Cuando el rey de Babilonia consulta a Daniel y sus
compañeros sobre asuntos de “sabiduría e inteligencia”, los encuentra diez
veces más competentes que los magos de palacio (Dn 1,20). De modo parejo, 2Cr
2,12 utiliza ambos vocablos para certificar la competencia de Jiram, rey de
Tiro. Los Proverbios insertan el binomio (Pr 23,23) en el entramado de los
consejos del sabio al aprendiz para instruirlo el temor de Dios y la veneración
del monarca (Pr 22,12-24,22). En el seno del consejo paterno, Pr 4,5 inquiere
del hijo la adquisición de sabiduría e inteligencia; y, evocando las insignias
de la corte, certifica la victoria del sabio e inteligente que lucirá la
diadema y ceñirá la corona (Pr 4,9). Ahondando en el ambiente palaciego,
debemos recordar que el título de los Proverbios adscribe el libro a Salomón
(Pr 1,1). Ateniéndonos al sentido de las recurrencias anteriores, cabe decir
que el espíritu de Yahvé reposa sobre el Vástago de Jesé para colmarle de la
“sabiduría e inteligencia” (Is 11,2ª) que le cualifican para su misión entre
las bambalinas palaciegas; es decir, le confiere las mejores cualidades para la
actuación política.
El par “consejo y fortaleza (`tsh –
gbwrh)” figura en el relato del ataque de Senaquerib contra Jerusalén (Is
36,1-22). Acampado en Lakis, Senaquerib envió al copero mayor para exigir de
Ezequías la rendición de Sión. Ante los dignatarios de Ezequías, proclamó el
lacayo: “Piensas que meras palabras son ‘consejo y fortaleza’ para la guerra”
(Is 36,5). Las “meras palabras” pueden referirse, en primera instancia, a la
vana confianza que depositó el rey judaíta en el auxilio egipcio (Is 36,6.9); en
ese sentido, acertó el mensajero, pues Senaquerib derrotó a Tirhacá, rey de Cus
(Is 37,8-9). Ahora bien, en sentido propio, las “meras palabras” aluden a la
confianza que Ezequías deposita en Yahvé para salvar Jerusalén del asedio
asirio (Is 36,7.14.18). A pesar de la ironía del emisario asirio (Is 36,10), las
“meras palabras” fueron “consejo y fortaleza”, pues Yahvé, por su propio honor
(Is 37,35; cf. Dt 78), abatió a los asirios y Jerusalén conservó la libertad (Is
37,36-38). Así pues, el binomio “consejo y la fortaleza” expresa el poder con
que Dios cercenó el orgullo asirio a favor de su pueblo, representado por
Ezequías y la ciudad de Sión. A tenor de ésta explicación, el espíritu de Yahvé
que reposa sobre el Vástago de Jesé (Is 11,2b), bajo el aspecto de “consejo y
fortaleza”, le capacita en nombre de Dios para defender, desde la perspectiva
política y militar, la independencia de la comunidad hebrea.
El binomio “conocimiento y temor de Yahvé (d`t
– yr’t yhwh)” (Is 11,2), constituye un hapax; precisemos el valor
teológico de cada término. En el libro de Isaías, cuando el término
“conocimiento (d`h)” carece de relación sintáctica con la locución
“temor de Yahvé (yr’t yhwh)”, refiere el desconocimiento (d`h) de
Yahvé, caracterizado por la idolatría (Is 44,19: fetiches; 47,10: Babilonia) y
la injusticia (Is 5,13: Israel); pero también certifica la victoria del Siervo
que por su conocimiento (d`h) justificará a muchos (Is 53,11). Cuando la
locución “temor de Yahvé” es ajena desde la perspectiva sintáctica a la voz
“conocimiento”, sentencia que el temor de Yahvé estriba en escuchar la voz del
Siervo (Is 50,10). Así, cuando el texto señala que el Vástago de Jesé se
inspirará en el temor de Yahvé (Is 11,3), sugiere que el Vástago coloreará su
tarea con el aura del Siervo de Yahvé. De esta manera, tanto el ‘conocimiento’
como el ‘temor de Yahvé’ suponen la decisión de abandonar la idolatría para aparejarse
a la tarea del Siervo, catalizador de la alianza (cf. Is 42,6; 49,6).
Ahora
bien, Is 33,6 asocia literariamente el ‘conocimiento’ y el ‘temor de Yahvé’: “Tus
días transcurrirán en paz, sabiduría y conocimiento (h.km - d`h) te
salvarán, el temor de Yahvé (yr’t yhwh) será tu tesoro” (Is 33,6). Así establece
un paralelismo entre la “sabiduría y el conocimiento” y el “temor de Yahvé” que
desemboca en el aspecto de la comunidad salvada por Dios (Is 33,6) del flagelo
la injusticia y de la contaminación extranjera (Is 28,1-32,14). A modo de recapitulación, la
asociación del ‘conocimiento’ y del ‘temor de Yahvé’ a la naturaleza del
Espíritu de Yahvé, derramado sobre el Vástago de Jesé (Is 11,2), desvela que el
Espíritu de Yahvé empeña al Vástago de Jesé en la tarea del Siervo de Yahvé,
mediador de la alianza.
Aunando el sentido teológico de los tres
binomios que hemos comentado, el Espíritu de Yahvé capacita al Vástago de Jesé
para que, desde la perspectiva política que entraña la “sabiduría y la
inteligencia” junto al “consejo y la fortaleza”, adopte, bajo el aura del
“conocimiento y el temor de Dios”, el aspecto del Siervo que devuelve el pueblo
marchito al redil de la alianza. Como sabemos, la mención del Vástago de Jesé
alude a la dinastía de David, el monarca Ungido (1Sam 16,1-13); así el Vástago
de Jesé es el personaje de estirpe regia a quien el Espíritu de Yahvé inviste
de cualidades políticas para que, a imagen del Siervo, inserte a la comunidad
hebrea en el tronco de la alianza (cf. Is 42,6; 49,6).
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