Francesc Ramis Darder
El estudio de los Evangelios Apócrifos no deja de ser una caja de sorpresas. Entre las comunicaciones presentadas en el Congreso Internacional de Estudios Coptos, celebrado en Roma (2012), sorprendió la aportación de K. King, investigadora en la prestigiosa Divinity School. La profesora presentó el papiro que ha venido a llamarse “Evangelio Apócrifo de la Esposa de Jesús”. ¿Qué podemos decir de este papiro?
Es muy pequeño; mide cuatro centímetros de alto por ocho de largo. La cara anterior presenta fragmentos discontinuos de ocho frases, mientras que la posterior ofrece nueve palabras, todas fuera de contexto. El papiro fue adquirido por un coleccionista anónimo y ofrecido después a la doctora King, que lo estudió entre los años 2010-2011.
El origen del papiro es incierto, pero cabe pensar que sea originario de Egipto, lugar donde se hablaba la lengua copta. Según opina la profesora King, fue escrito a finales del siglo IV. Algunos investigadores, sin aducir fundamento literario alguno, han insinuado que podría tratarse de la traducción a la lengua copta de un texto redactado originalmente en griego, a finales del siglo II.
Entre las ochos frases legibles del papiro, entresaquemos las más comentadas: “Los discípulos dijeron a Jesús […] María está preocupada por eso […] Jesús les dijo: mi esposa […] ella sería capaz de ser discípulo mío”. Debe quedar claro que las frases son inconexas, donde colocamos el signo ortográfico “[…]” señalamos que el texto no puede leerse, pues las palabras o frases han desaparecido con el paso del tiempo.
A tenor del contenido del papiro, surge una pregunta ¿tuvo Jesús de Nazaret esposa? En el ámbito de la cultura semita, el matrimonio era el estado natural del varón adulto. Así lo recoge el Antiguo Testamento, cuando habla de la esposa de Isaías, y el Nuevo Testamento, cuando alude a la suegra de Pedro. No obstante, aparecen casos excepcionales donde destaca la personalidad de un semita célibe; un ejemplo clásico lo constituye el profeta Jeremías quien no contrajo matrimonio.
El Nuevo Testamento habla de la familia de Jesús, pero en ningún momento afirma o sugiere que Jesús tuviera esposa. Si la hubiera tenido, no veo por qué el Nuevo Testamento, escrito por semitas, tuviera que ocultar el matrimonio de Jesús, pues la institución familiar y el matrimonio conformaban la identidad social propia del mundo hebreo antiguo.
Sin embargo y como remarcan algunos autores, aunque el Evangelio no aluda a la esposa de Jesús, tampoco afirma expresamente que no la tuviera. De ahí deducen que Jesús tenía esposa, y sugieren que habría sido la Iglesia antigua quien habría borrado del Nuevo Testamento las referencias al matrimonio de Jesús. Con la intención de aclarar la cuestión, debemos acudir a los llamados Evangelios Apócrifos y a la Tradición más antigua de la Iglesia.
Disponemos de doscientos cincuenta y cuatro Evangelios Apócrifos, más o menos fragmentarios, descubiertos hasta ahora; pueden leerse en excelentes traducciones en las lenguas modernas. La mayoría de Evangelios Apócrifos fueron escritos por comunidades cristianas para acrisolar la vivencia de la fe entre sus miembros, a modo de libros de piedad o de instrucción. Ahora bien, existen también Evangelios Apócrifos que nacieron entre comunidades que habían roto su comunión con la Iglesia naciente, o entre grupos que, adheridos a creencias gnósticas, combatían las verdades y la organización eclesial. No obstante en ningún Evangelio Apócrifo, ya sea nacido entre las comunidades fieles a la Iglesia o entre las que le eran adversas, aparece mención alguna al matrimonio de Jesús.
Tampoco los documentos cristianos más antiguos, como pueden ser la Didajé o el Pastor de Hermás; ni los padres más antiguos, como pudiera ser Justino, o el primer historiador de la Iglesia, Eusebio de Cesarea, mencionan un posible matrimonio de Jesús. Aunque la cultura semita propia del siglo I apunte al matrimonio de todo varón, ningún documento antiguo, como acabamos de decir, certifica el matrimonio de Jesús. De ese modo, en la literatura cristiana antigua la personalidad de Jesús se adecua a la personalidad de Jeremías que tampoco contrajo matrimonio.
Suponiendo que el papiro sea auténtico, cuestión que algunos especialistas discuten, ¿qué pensar del papiro? Al decir de buenos conocedores del copto, su denominación, ‘Evangelio Apócrifo de la Esposa de Jesús’, no es adecuada; pues un texto del siglo IV es demasiado tardío para ser considerado un Evangelio Apócrifo. Sin duda, carece de fundamento literario que el papiro constituya una traducción al copto de un texto griego más antiguo, supuestamente del siglo II.
Algún comentarista (McKornic) adscribe el escrito a la corriente religiosa de los gnósticos valentinianos. No obstante y como relata la historia, los valentinianos era adversos al matrimonio. Entonces, ¿cómo podrían reclamar el matrimonio de Jesús?, el Maestro por excelencia.
A nuestro entender, el papiro encaja bien entre las disputas teológicas que tuvieron lugar en el seno de la Iglesia copta, a finales del siglo IV. La comunidad discutía sobre la conveniencia o no del matrimonio de los clérigos. Tal vez en aquel momento se redactaran obras literarias de carácter ficticio, donde se representaba a Jesús acompañado de una esposa para sugerir al lector que un posible matrimonio de Jesús no hubiera empañado el mensaje de salvación escrito en el Evangelio. Aún así, el papiro es demasiado pequeño y borroso para extraer conclusiones. De modo análogo, el desconocimiento del lugar donde se encuentra la biblioteca o la excavación arqueológica de donde procede, impiden enmarcar el papiro en contexto literario y social preciso. La lagunas literarias y arqueológicas de papiro reducen de forma drástica su valor científico.
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