lunes, 24 de septiembre de 2012

SEGUNDO ZACARÍAS: Zac 9-14. EL ALBA DEL NUEVO TESTAMENTO

                                                                                                      Francesc Ramis Darder

    La profecía de Zacarías es un entramado literario y teológico complejo; por eso los comentaristas dividen el texto en dos bloques: Primer Zacarías (Zac 1-8) y Segundo Zacarías (Zac 9-14). El Segundo Zacarías es un texto profético escrito, seguramente, a finales del siglo IV aC o a comienzos del III aC.

    Las conquistas de Alejandro Magno extendieron la influencia de la mentalidad griega en todo el próximo oriente. La amalgama de la cultura griega y la ideosincrasia de los pueblos orientales dio lugar a una nueva cultura: el helenismo. La cultura helenista penetró en Palestina y, lentamente, propició un cambio profundo en la mentalidad religiosa y cultural del pueblo hebreo.

    El cambio de mentalidad provocado por el helenismo indujo a muchos judíos a rechazar la fe de su pueblo y les empujó a adherirse a la nueva ideología. El planteamiento del Segundo Zacarías desea, entre otros aspectos, infundir esperanza en el corazón herido de los israelitas fieles. La profecía recalca cómo, al final, triunfará el proyecto liberador de Dios. El texto, para enfatizar el triunfo definitivo de la voluntad del Señor, recorre dos líneas argumentativas.

     En primer lugar, analiza la situación del pueblo hebreo que percibe como su fe se deslíe ante la invectiva del mundo helenista. El texto confirma que, a pesar de las adversidades, triunfará el proyecto librador de Dios. La profecía adopta el lenguaje difícil de la metáfora apocalíptica. La profecía señala que la resistencia, la solidaridad, el esfuerzo, la honestidad con uno mismo y la confianza en Dios constituyen las claves para superar las adversidades que, tan a menudo, tiñen de luto la existencia humana.

     En segundo lugar, el texto señala el sufrimiento del pueblo; pero no se detiene en el análisis del aspecto luctuoso del dolor. Destaca el aspecto redentor del sufrimiento humano. Desde la perspectiva cristiana, el sentido redentor del sufrimiento es difícil de captar sólo desde el Antiguo Testamento. Por tanto, ampliando la perspectiva del Segundo Zacarías, ahondaremos en el sentido redentor del sufrimiento con la ayuda del Nuevo Testamento.

    El cristiano tiene la obligación de combatir las causas del sufrimiento que nace de la injusticia y debe aceptar el que procede de la limitación de la naturaleza humana. Respecto de este último, tiene la obligación de mitigarlo con la participación activa en el desarrollo ciéntifico-técnico y la práctica de la solidaridad. Externamente las cosas son así, pero, interiormente ¿cuál es el sentido del sufrimiento?

    Los cristianos creemos en la encarnación del Hijo de Dios (Ju 1,14). El evangelio enseña que Jesús ha sido más humano en aquellos momentos en que más ha sufrido. Durante su la pasión, el evangelio presenta a Jesús con su rostro más humano. Pilato, ante Jesús azotado y coronado de espinas, dice: “Aquí tenéis al hombre” (Ju 19, 5). Utilizando una metáfora, podríamos decir que el sufrimiento es aquello que le da al Hijo Dios la “oportunidad” de hacerse profundamente humano. Le da la “ocasión” de convertir su amor divino en humano. 

    S. Pablo dice: “Ahora me alegro de sufrir por vosotros, y por mi parte completo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo” (Col 1,24). ¿ Qué quiere decir ? El apóstol sufre injustamente pero afirma; este dolor es precisamente aquello que me hace “sentir como” Jesús. El sufrimiento le da a Pablo la “ocasión” de sentirse como Jesús en la pasión; en definitiva de convertir su amor humano en divino.

    El sufrimiento es un misterio, pero no porque sea algo inexplicable; sino porque en él se encuentran, solidariamente, las dos “ocasiones”: La “ocasión” de Dios  para sentirse humano, y la “ocasión” del hombre para sentirse como Jesús. En el sufrimiento, el hombre puede experimentar como padeció Jesús por nosotros; y Jesús, sufriendo, pudo experimentar como padece el hombre que necesita salvación. El sufrimiento es duro, pero es misterio; es el momento privilegiado para el encuentro personal entre Dios y el hombre.


                                                                    

No hay comentarios: