Si nos atenemos a la opinión de numerosos
especialistas deberemos datar la redacción definitiva del tercer evangelio
entre los años 80-90. Los estudiosos del texto de Lucas sitúan su redacción en
la provincia romana de Acaya. Dicha provincia, geográficamente, se ubica en el
sur de Grecia. Dos son los argumentos que han llevado a los exégetas a situar
la redacción de la obra lucana en la provincia de Acaya y, datarla entre los
años 80-90.
Por una parte cuando se analizan las
características del texto griego de este evangelio, puede constatarse que el
estilo literario y el vocabulario son semejantes a los utilizados en el sur de Grecia en
aquellas fechas.
Por otra parte disponemos del testimonio de
algunos autores antiguos que hablan de la situación en la que se escribió este
evangelio. Tanto la obra de Ireneo de
Lyon, como el llamado "Prólogo antimarcionita", y un minúsculo
manuscrito antiguo conocido con el nombre de "Fragmento Muratoriano";
nos dicen que la obra de Lucas vio la luz en la provincia de Acaya.
¿ Dónde está y cuáles son las
características de la provincia romana de Acaya ?.
Como decíamos antes se encuentra en la zona
sur de la península Helénica. Su geografía nos descubre ciudades importantes
como son Corinto y Atenas. En tiempos antiguos había sido el centro del mundo y
el foco de la cultura clásica. Los grandes filósofos, Platón y Aristóteles,
habían expuesto allí su pensamiento. También allí, Jenofonte escribió su
historia. La provincia de Acaya, en sus mejores tiempos, había contemplado la
obra de los más eximios arquitectos: La Acrópolis, El Partenon. Había admirado
las obras escultóricas de Fidias y Praxíteles y, venerado el genio militar de
Pericles. Sin ninguna duda, aquella zona, había constituido el centro cultural
del mundo clásico.
Pero, ¿ qué quedaba en el siglo I de todo
aquel esplendor cultural ?.
Prácticamente no quedaba nada. Los romanos
habían conquistado aquellas tierras y las habían incorporado a su naciente
Imperio. En la mente y el sentir de las gentes únicamente restaba el recuerdo
borroso del pasado. Recordaban la obra de sus antiguos filósofos y escritores,
y admiraban la obra de sus artistas. Pero ahora, ya no eran el centro del
mundo. Se limitaban a ser una provincia remota en un lugar empobrecido del
Imperio Romano. La gente vivía sin esperanza. " Antes éramos el centro del
mundo y ahora nos hemos convertido en nada "; tal vez fueran estas
palabras, las que anidadas en el corazón de los hombres les hundieran cada día
más en la desesperación.
La desesperanza engendra siempre la
angustia y el miedo. Y con el miedo no se puede vivir. Los habitantes de Acaya
necesitaban sobrevivir, pero observaban que ya no les quedaban fuerzas para
sacar su vida adelante. En su abatimiento pensaban que tan solo alguien venido
de fuera podía salvarles. Para sobrevivir no les quedaba otra alternativa que
servir a los pequeños señores (los tiranos); que, de una manera semejante al
régimen feudal, administraban aquella zona empobrecida y remota.
Interiormente pensaban que nada ni nadie podía cambiar. Lentamente iban depositando su confianza y su
vida en las manos de aquellos pequeños reyezuelos, implorándoles que, dejando
caer unas migajas de pan, les permitieran seguir viviendo.
En este ambiente social y cultural nació la
primitiva comunidad cristiana de Acaya. Pablo, el apóstol de los gentiles,
habría anunciado en aquellas tierras el evangelio de Jesús. Los cristianos de
aquella primitiva Iglesia procedían del paganismo y estaban imbuidos en la cultura
popular griega.
La predicación cristiana anunció a aquellas
gentes un acontecimiento fundamental en su existencia: Cristo es el único Señor
de la vida. Ya no era necesario mendigar migajas de pan a los pequeños
"señores" -los tiranos-, para conseguir sobrevivir. Cristo era el
único "Señor", solamente de El brotaba la misericordia que hacía de
la existencia humana una realidad digna de ser vivida.