Francesc Ramis Darder
El texto hebreo del
libro de Isaías figura en la Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS) que reproduce
el “Códice de Leningrado”, texto editado por D. W. Thomas (1968). El proyecto
denominado “Hebrew University Bible Project” ha publicado el texto isainao,
editado por M. H. Goshen-Gottstein (1995), basado en el “Códice de Alepo”.
Las dificultades
presentadas por el texto hebreo de Isaías (TM) han podido abordarse con mayor
solidez desde los descubrimientos de Qumrán (1948). Junto a los Salmos y el
Deuteronomio, el texto isaiano es el mejor representado entre los textos de la
biblioteca esenia. El rollo completo de Isaías hallado en la primera cueva
(1QIsª) contiene 54 columnas y tiene 7,34 m de longitud; fue copiado, quizá,
por dos escribas, entre los años 150-120 a.C. El segundo rollo descubierto
(1QIsb) se halla en un estado de conservación precario. Fue copiado
durante el período Herodiano, y conserva unos cuarenta y seis capítulos
completos y algunos otros de manera fragmentaria: El texto que nos ha llegado
comienza en Is 7,22. Han aparecido, además, dieciocho manuscritos hallados en
otras cuevas de Qumrán; son especialmente importantes los hallazgos de la Cueva
4 (4QIsa; 4QIsb). Igualmente, los arqueólogos han
descubierto el fragmento de una copia en el Wadi Mubarat. Los dieciocho
fragmentos y el manuscrito de Wadi Mubarat han sido datados en el arco temporal
que abarca desde la primera mitad del siglo I a.C., hasta la segunda mitad del
siglo I d.C.
Entre las versiones
antiguas la más importante es la Septuaginta; fechada, generalmente, en
torno a la mitad del siglo II a.C. La versión griega procede con libertad
respecto del TM; contiene numerosas paráfrasis, y añade interpretaciones de
contenido teológico. Es el resultado de la adaptación del texto bíblico a las
necesidades teológicas y culturales de los judíos de Alejandría. Por ejemplo,
las alusiones a la creación, presentes en Is 40-55, según la opinión de algunos
comentaristas, se hallan en la línea del pensamiento Helenístico, y
específicamente estoico, al utilizar el verbo deiknimi para traducir la
voz hebrea bara “crear”. Desde esta perspectiva, la traducción griega
refleja las constantes relecturas y adaptaciones del texto bíblico a las nuevas
situaciones que debían afrontar los judíos de la diáspora en tierras empapadas
por la cultura helenística.
El Tárgum del
Pseudo-Jonatan (132-135 a.C.) enfatiza
el contenido mesiánico del texto isaiano. El Tárgum muestra un texto próximo el
TM. La Peshitta, la traducción del texto a la lengua siríaca, realiza algunas
adiciones textuales en virtud de las necesidades teológicas de las comunidades
a las que se dirige, los cristianos de lengua siria (Is 7,14; 9,5; 25,6-8). La
Vetus Latina constituye la interpretación latina del texto de la LXX. Jerónimo
utilizó la Vetus Latina en la traducción llamada Vulgata, pero interpretó
algunos pasajes en sentido mesiánico. A modo de ejemplo, suele citarse la
traducción del término hebreo almah mediante la voz latina virgo;
dicha traducción alude expresamente a la naturaleza virginal de María: ecce
virgo concepiet et pariet filium (Is 7,14).
La primera traducción a
la lengua árabe fue realizada por el filósofo y exegeta Saadia Gaón (882-942),
quien llevó a cabo una versión libre y popular del texto. Otras traducciones
griegas, Aquila, Simmaco, Teodosion, junto a las traducciones etiópicas y
armenias han tenido menos importancia en el estudio de la obra de Isaías. Sin
embargo, como toda versión antigua, constituyen un buen testimonio de la
historia del texto, y permiten perfilar el significado de los términos y los
conceptos presentes en el Texto Masorético (TM).
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