Francesc Ramis Darder
George Steiner, pensador de ascendencia judía
comprometido con las avatares de nuestra época, afirma sin ambages: “ ... el
clima psicológico y social en que discurre nuestro tiempo es el más infectado
por la superstición y el irracionalismo de todo tipo desde el declinar de la
Edad Media y, quizás, incluso desde la crisis del helenismo”.
Efectivamente
nuestra sociedad está saturada de literatura astrológica, vive con pasión la
aparición de los ovnis, intenta descubrir las auras magnéticas; y aparecen por
doquier incontables quiromantes, echadores de Tarot, adivinos, y un largo etc.
El punto débil
de las llamadas ciencias esotéricas radica en que exigen a la persona que
renuncie a su libertad para entregarla a la posición variable de los astros o
la fijeza de las rayas de la palma de la mano. La Sagrada Escritura llama a
todo eso idolatría y lo fustiga con dureza. También el AT confirma la frase de
Chesterton: “Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en
nada, sino que creen en cualquier cosa”.
El profeta
Isaías proclama que Dios actúa en el Cosmos (Is 40,12-31) y en la Historia
humana (Is 41,1 - 42,13), para propiciar la Liberación de Israel su pueblo (Is
42,14 - 44,23). La Escritura recuerda que “para que seamos libres nos ha
liberado Cristo” (Gal 5,1). Aprovechemos nuestra libertad para construir un
mundo acorde con el sentir de las Bienaventuranzas, y no para propiciar una
sociedad atenazada bajo el poder ficticio de los ídolos.
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