Francesc Ramis Darder
El AT llama
“Siervo de Yahvé” al hombre elegido por Dios para conducir a Israel según los
preceptos divinos: Moisés (Ex 14, 31), David (2 Sam 7, 8), Josué (Jos 24, 29),
etc. Pero la connotación específica aparece en cuatro “Cánticos del Siervo”
contenidos en el libro de Isaías.
Los
capítulos 40-55 de la obra de Isaías afirman, básicamente, que Dios es Dios, no
porque sea eterno u omnisciente, sino porque interviene en la Historia humana.
En contraposición a Dios, los ídolos carecen de divinidad no sólo por haber
sido elaborados por artesanos, sino porque son incapaces de actuar en la
Historia.
A lo largo
de Is 40-55, Dios interviene en la historia de Israel mediante dos personajes:
Ciro y el Siervo. Ciro es el mediador divino en la liberación del pueblo
deportado en Babilonia (Is 41, 1-5; 45, 1-8). El Siervo es un personaje que
entrega su vida por amor y fidelidad a los designios divinos para la
supervivencia de Israel,
simbolizada en la reconstrucción de Jerusalén (54, 1 - 55, 5).
Los cuatro
“Cánticos del Siervo” (Is 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-11; 52, 13 - 53, 12) describen la entrega amorosa del Siervo en
favor de su pueblo. El Siervo presenta cinco cualidades. 1ª Deviene luz de las
naciones y libera a los oprimidos (42, 7; 49, 6). 2ª Entrega su vida hasta quedar desfigurado
(52, 14-15). 3ª Los hombres desprecian la entrega del Siervo (53, 2b-3). 4ª Más
tarde, quienes le despreciaban descubren que su sacrificio no ha sido vano,
sino que gracias al Siervo reciben el perdón y triunfan los planes del Señor
(53, 4-10). 5ª Dios valora la entrega
del Siervo (52, 13; 53, 1-2a) y le concede un puesto de honor pues “cargó
con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores” (53, 11-12).
Jesús asume
plenamente la misión del Siervo descrito en la obra de Isaías. Jesús es la luz
del Mundo (Ju 8, 12) y el liberador de los pobres (Lc 4, 18-19), estando entre
sus discípulos como servidor (Lc 22, 27). Los hombres desprecian su compromiso
radical y lo consideran un malhechor (Lc 22, 37). Entrega su vida hasta quedar
desfigurado y morir en la cruz (Mt 26, 28), pero a los tres días resucita (Mt
28, 1-9). Por todo eso “Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre
todo nombre ... para que toda lengua proclame que Jesucristo es Señor para
gloria de Dios Padre” (Flp 2, 8-11).
Jesús es el Mesías anunciado por el AT que
matiza su mesianismo desde la perspectiva del Hijo del Hombre: su actuación
manifiesta la humildad, el servicio y la vida compartida. Seguidamente, Jesús
perfila su actuación como Hijo del Hombre desde la óptica del Siervo de Yahvé
presentado por Isaías: entrega realmente su vida por amor, sufre para
salvarnos, y padece practicando la humildad, el servicio y la vida compartida. En la persona de Jesús resplandece la identidad del Siervo de Yahvé, anunciada en el Antiguo Testamento.
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