martes, 13 de agosto de 2013

LA COMUNIDAD JUDÍA DE ALEJANDRÍA II



                                                                                 Francesc Ramis Darder


Corresponde al segundo artículo de la serie "La Comunidad judía de Alejendría"

1.Los judíos de Alejandría.

    La ciudad de Alejandría, fundada por Alejandro Magno, se levantaba sobre una franja costera entre el Mediterráneo y el lago Mareotis. La isla de Faro, situada frente a la ciudad, estaba unida a la costa mediante un dique (Eptastadio) que cobijaba dos puertos: el “Puerto Grande”, hacia el este, y el “Eunosto”, hacia el oeste. La muralla tenía un perímetro de 15Km y albergaba cinco barrios, conocidos por las primeras cinco letras del alfabeto. El barrio cuarto, “Delta”, albergaba a los judíos; con el tiempo, los judíos fueron estableciéndose en otros puntos de la ciudad, pero conservaron siempre los lazos con su barrio original. El número de judíos que había en Egipto era alto y su influencia relevante. Aunque estaban integrados en la vida ciudadana, no participaban del culto pagano, pues se mantenían, en general, fieles a su idiosincrasia religiosa.

    La ciudad de Alejandría albergaba una población abigarrada, conformaba por los nativos egipcios y una multitud ingente de inmigrantes. Los griegos detentaban el mayor rango en la escala social. El segundo estamento integraba un conjunto de comunidades con entidad propia, entre ellas estaba el contingente judío. La tercera grada recogía la gran masa de nativos egipcios. Los esclavos pertenecían a la última porción social; sólo los griegos detentaban la ciudadanía, los demás, aunque hubieran nacido en la urbe, no tenían el rango de ciudadanos.

    Los inmigrantes de Alejandría se asociaron en la unidad llamada politéuma: una corporación de extranjeros, reconocida y formalmente constituida, que disfrutaba del derecho de domicilio en la ciudad y formaba una corporación cívica separada, es decir, una ciudad dentro de la ciudad. Tenía su propia constitución y administraba sus asuntos como una unidad étnica mediante funcionarios independientes de la ciudad huésped. La posibilidad de constituirse en politéumata sólo se daba en las ciudades; en las zonas rurales no había diferencia jurídica entre griegos y no griegos. Como hemos insinuado, el politéuma de mayor rango lo conformaban los griegos, pues, sentados en la asamblea de la ciudad, decidían sobre los asuntos de la urbe y, de modo especial, alentaban el culto a los dioses protectores. El Gimnasio, ideado para formar deportistas, se convirtió con rapidez en la institución que forjaba la identidad social, cultural y religiosa del politéuma griego; regido por el gimnasiarca, se erigía bajo la advocación de una divinidad tutelar (Hermes, Hércules, Apolo, etc.).

    El politéuma judío de Alejandía gozaba, como los demás, de caracteres propios; pero dos cuestiones impedían a los judíos compartir la esencia del politéuma griego: el culto a los dioses de la ciudad y la educación en el gimnasio, marcada, como hemos dicho, por el culto a las falsas divinidades. La comunidad judía conformó un politéuma especial por lo que concierne al aspecto religioso, pues el aspecto político estaba en manos de las autoridades de la ciudad. Con el tiempo, los judíos requirieron aún otros privilegios para poder practicar su fe y sus costumbres: la exención del servicio militar, incompatible con el reposo sabático; la construcción de lugares de culto; el envío de dinero a Jerusalén; la erección de tribunales para dirimir según las cláusulas de la Ley judía los litigios comunitarios; la educación de los jóvenes, acorde con la Ley; entre otros. El politéuma judío, sometido al control de la gerusía, la asamblea de ancianos, fue regido después por el etnarca, el juez elegido por la comunidad y reconocido por el rey, que se ocupaba de las cuestiones administrativas.

    Cuando Augusto convirtió Egipto en provincia imperial romana, la estructura social de Alejandría sufrió un cambio profundo. Augusto instituyó en Egipto un impuesto personal que gravaba sobre los nativos y sobre los judíos. Cuando los judíos se vieron equiparados a los nativos, la categoría social más baja, a excepción de los esclavos, comenzaron a clamar por la recuperación de sus privilegios. La persecución desencadenada contra los judíos adquirió tintes luctuosos en tiempo de Calígula (37-41 a.C.), oprobio que acabará  con las ordenanzas de Claudio (41 a.Carta a los alejandrinos); las ordenanzas de Claudio acabaron con la persecución de los judíos, pero también cercenaron la pretensión judía de obtener la ciudadanía alejandrina.



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