Francesc Ramis Darder
Durante muchos años los estudios sobre el Pentateuco estuvieron dominados por la famosa “Hipótesis Documentaria” nacida de la intuición de J. Wellhausen (1898). Hay que mencionar que en la época había también otros autores que habían ofrecido varias propuestas sobre el origen del Pentateuco: Wetter, Astruc, Geddes, Vater, Kelle, Ewald, de Wette. La propuesta de Wellhausen se impuso, entre otras cosas, por su claridad expositiva y por la decisión de prescindir de los problemas que aquí y allá surgían cuando se aplicaba de forma cuidadosa el contenido de la hipótesis al texto bíblico.[1]
Wellhausen sostenía que el Hexateuco (Gn-Jos) se había construido entretejiendo cuatro fuentes o documentos de distintas épocas: J (Jahvista) y E (Elohista), las más antiguas, que servirían de base para la redacción del documento JE (Jehovista), una composición literaria redaccional del siglo VIII aC. Otro documento, D (Deuteronomio), correspondería a la época de Josías (siglo VII aC). El autor habla de la llamada fuente P (Sacerdotal), que se escribió en la época postexilica; hay que recordar que Wellhausen también se refería a la fuente P llamándola Q en referencia a las cuatro alianzas que aparecen en el Pentateuco (Adán, Noé, Abraham y Moisés). Según sostenía el investigador, el documento JE se entrelazaría con D y P en la época postexílica. Concluía afirmando que la redacción del Pentateuco había tenido lugar en el contexto de la reforma de Esdras (finales del siglo V aC).
Ni que decir tiene que la hipótesis de Wellhausen rápidamente entró en conflicto con las opiniones de numerosos comentaristas. La razón era clara: no había manera de saber con seguridad cuáles eran los textos que había que atribuir a las diferentes fuentes: J, E, JE, D, P. Cuando la teoría de Wellhausen se aplicaba a textos concretos, tan solo de una forma muy genérica se podía intuir a qué fuente pertenecían, y aun así con pocas garantías de seguridad. La confrontación en torno a la hipótesis documentaria fue tan encarnizada que incluso llegó a poner en cuestión la utilidad del método histórico-crítico por lo que respecta a la investigación bíblica.
Los estudiosos actuales del Pentateuco no acaban de ponerse de acuerdo ni en la forma en que se redactó el Pentateuco ni en la hondura de las diversas teologías que contiene.[2] A pesar de todo podríamos fijarnos en la hipótesis de Blum, clara en la presentación y que suscitó, en sus inicios, un cierto consenso entre comentaristas.[3]
Según sostiene Blum, el Pentateuco es el resultado de una larga elaboración literaria y teológica confeccionada a partir de tradiciones más antiguas. El comentarista empezó con el análisis cuidadoso de Gn 12-50. Concluyó que los capítulos mencionados constituyen una gran unidad conformada mediante un largo proceso de redacción que empezó con relatos independientes, después originó círculos narrativos para desembocar finalmente en dos grandes composiciones tardías: una de tipo deuteronómico (KD), fechada en torno al 530 aC, y el otro de tipo sacerdotal (KP), postexílica. Más adelante, el comentarista extendió la investigación a los textos narrativos de Éxodo-Números. En opinión del autor, el arco narrativo Éxodo-Números está constituido por dos composiciones tardías, que recogieron y elaboraron tradiciones más antiguas: una “composición deuteronómica” (KD), posterior al Deuteronomio, y una “composición sacerdotal” (KP).
La datación de KD correspondería a la época de la primera generación del retorno de Babilonia. La temática de KP gira en torno a las cuestiones comunitarias, presupone también la presencia de tradiciones antiguas y data de la época persa. El Pentateuco es el resultado de un compromiso entre las dos tendencias reflejadas en KD y KP.[4]
Evidentemente, la hipótesis de Blum no ha sido aceptada por todos, incluso el mismo autor ha manifestado posteriormente algunas reservas a su propia hipótesis. Como hemos podido captar, hay que recorrer aún mucho camino para establecer una hipótesis de consenso respecto de la teología y la composición del Pentateuco; hay que esperar la llegada de un nuevo paradigma que abra nuevas puertas a los estudios bíblicos sobre el Pentateuco.[5]
[1] Sobre el estado de la cuestión en torno de los estudios del Pentateuco: Association catholique française pour l’étude de la Bible, Le Pentateuc: Débats et Recherches (Paris 1992). R. Rendtorff, Introducción al Antiguo Testamento (Lima 1994). R. N. Whybray, El Pentateuco: Estudio metodológico (Bilbao 1995). A. A. García Santos, El Pentateuco: Historia y Sentido (Salamanca 1998). J. Blenkinsopp, El Pentateuco: Introducción a los cinco primeros libros de la Biblia (Estella 1999). H. D. Preuss, Teología del Antiguo Testamento (Bilbao 1999). J. L. Ska, Introducción a la lectura del Pentateuco: Claves para la interpretación de los cinco primeros libros de la Biblia (Estella 2001). Hay que citar también el complemento bibliográfico de los años 1977-2000 aportado por J. L. Sicre en: O. Eissfeldt, Introducción al Antiguo Testamento (Madrid 2000). T. B. Dozeman - K. Schmid (eds.), A Farewell o the Yhawist? The Composition of the Pentateuc in Recent European Interpretation (Atlanta 2006).
[2] Ofrecemos un elenco bibliográfico para que el lector pueda hacerse cargo de la complejidad y de los diversos caminos que atraviesan las investigacions sobre el Pentateuco. J. C. Gertz, Tradition und Redaktion in der Exoduserzählung. Untersuchungen zur Endredaktion des Pentateuch (Göttingen 2000). R. Achenbach, Die Vollendung der Tora. Studien zur Redaktionsgeschichte des Numeribuches im Kontex von Hexateuch und Pentateuch (Wiesbaden 2003). B. S. Childs, El Libro del Éxodo (Estella 2003). G..N. Knoppers - B. M. Levinson (eds.), The Pentateuch as Torah. New Models forUnderstanding Its Promulgation and Acceotance (Winona Lake 2007). T. Römer - K. Schmid (eds.), Les dernières rédactions du Pentateuque, de l’Hexateuque et de l’Enneateuque (Leuven 2007). T. Römer (ed.), The Books of Leviticus and Numbers (Leuven 2008).
[3] E. Blum, Die Komposition der Vätergeschichte (Neukirchen-Vluyn 1984). E. Blum, Studien zur Komposition des Pentateuch (Berlin 1990). Conviene precisar que en épocas posteriores el mismo Blue pusoi en cuestión la solidez de su propio planteamiento.
[4] La hipótesis de Blum está magníficamente explicada y sintetizada en: F. García López, El Pentateuco (Estella 2003), 50-52. No podemos dejar de mencionar los trabajos de J. R. Marín sobre el Pentateuco.
[5] La idea de “nuevo paradigma” remite a: T. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas (Madrid 1981).
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