Francesc Ramis Darder
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A la muerte de Ezequías, rey de Judá, subió al trono su
hijo, Manasés (698-643 a.C.). El rey, despótico como nadie, mantuvo sin otra
alternativa el vasallaje asirio. Cuando murió, le sucedió su hijo, Amón
(643-640 a.C.). El nuevo monarca persistió en el despotismo de su padre hasta
que fue asesinado en una conspiración palaciega; el pueblo proclamó rey a su
hijo, Josías (640-609 a.C.). El recuerdo del envite de Senaquerib durante la
época de Ezequías sembró en el alma de Josías la preocupación ante el renacimiento
asirio; por eso tomó parte en los conflictos entre las grandes potencias de la
época. Cuando el faraón Necao II (610-594 a.C.) marchó en ayuda de los asirios
acosados por los babilonios, Josías le presentó batalla; el rey murió en Meguido
(609 a.C.).
Muerto Josías,
el pueblo de la tierra entronizó a Joacaz, hijo del monarca difunto. Cuando Necao
II volvió triunfante de su campaña contra Babilonia, apresó a Joacaz y lo llevó
a Egipto, donde murió (2Re 23,31-35; Jr 22,10-12). El faraón impuso sobre Judá
una indemnización de guerra y entronizó a Eliaquim, a quien dio el nombre de Joaquín
(2Re 23,34); con el objetivo de entregar el tributo al faraón y para satisfacer
sus propios caprichos, Joaquín sometió al pueblo a una pesada carga impositiva
(2Re 23,34-35). Joaquín permaneció como vasallo de Egipto durante los años
609-605 a.C., pero en el 604 aC., debido a la situación internacional, abandonó
la lealtad del País del Nilo y se decantó hacia Babilonia. Tres años más tarde
(601 a.C.), la crisis política enturbió el esplendor del imperio babilónico;
Joaquín se rebeló contra el yugo caldeo para inclinarse de nuevo ante el país de
los faraones (2Re 24,1).
Como represalia, Nabucodonosor II (605-562 a.C.), rey
de Babilonia, atacó Jerusalén. Durante el asedio, Joaquín murió y su hijo
Jeconías le sucedió en el trono. Cuando Nabucodonodor tomó Jerusalén (597
a.C.), Jeconías, la corte y un contingente de la población fueron deportados a
Babilonia (2Re 24,1-16). Nabucodonosor nombró rey de Judá, en condición de
vasallo, a Matanías, hijo de Josías, al que llamó Sedecías (2Re 24,17). El año
594 a.C. estalló un conato de rebelión en la corte babilónica, los embajadores judaítas
tuvieron que viajar a Babilonia para reafirmar la lealtad de Sedecías ante
Nabucodonosor (Jr 29,3; 51,59).
Más tarde (588
a.C.), Sedecías se rebeló de nuevo. Nabucodonosor arremetió contra la Ciudad
Santa y la tomó (587 a.C). Sedecías fue llevado a Babilonia, donde murió. Los
babilonios desterraron un segundo contingente de población al País de los
Canales (2Re 25,8-21). Nabucodonosor impuso a Godolías como gobernador de
quienes habían permanecido en Judá (2Re 25,22). El general babilónico
Nabuzardán distribuyó entre la gente pobre del país las tierras arrebatadas a
quienes habían sido deportados (2Re 25,12; Jr 39,10). Ismael, un jefe militar
de estirpe regia que había pertenecido a la nobleza cortesana de Sedecías (Jr
41,1), asesinó a Godolías en Mispá y apresó un grupo de rehenes (2Re 25,25). De
pronto, Juan, otro caudillo militar, capturó a los rehenes de Ismael y se
dirigió a Egipto. Los fugitivos se llevaron consigo al profeta Jeremías. El
asesinato de Godolías dio lugar una tercera represión babilónica que ocasionó
otra deportación (582 aC.), hacia el país del Eúfrates (Jr 52,30).
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