sábado, 12 de julio de 2014

INTERPRETACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA

EL HORIZONTE DE LOS ESTUDIOS BÍBLICOS.
DE “LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA” (1993) AL “SÍNODO DE LA PALABRA” (2008)

 Francesc Ramis Darder


 La descripción y el análisis de la situación en la que se encuentran actualmente los estudios bíblicos es una tarea difícil; hay que mencionar, sin embargo, que la investigación ha alcanzado una amplitud y una profusión como no se habían visto nunca dentro de la Iglesia. El objetivo de nuestro estudio consiste en ofrecer una panorámica de la situación de las investigaciones bíblicas en el marco temporal marcado por dos hitos señeros: la publicación del documento de la Pontificia Comisión Bíblica “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” (1993), y la convocatoria del “Sínodo de la Palabra” por parte de Benedicto XVI (2008). Como es obvio, el alcance de nuestro estudio es limitado y sin duda parcial, pero quiere presentar el horizonte actual de los estudios bíblicos, prestando atención, en la medida de lo posible, a la situación de la investigación y difusión de la Palabra de Dios.

1. El punto de partida. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica: “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” (1993)

 Tal como recalca la constitución dogmática Dei Verbum, el estudio de la Sagrada Escritura es el alma de todo el quehacer de la teología (DV 24). Recogiendo el anhelo de la Iglesia, la Pontificia Comisión Bíblica publicó un documento muy significativo orientado hacia la comprensión de la naturaleza y hondura de los estudios bíblicos: “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia” (1993).[1]

 El mencionado documento empieza aludiendo a los grandes hitos con que el Magisterio ha contemplado los estudios bíblicos a lo largo de los últimos tiempos: Providentissimus Deus (León XIII, 1893), Divino Afflante Spiritu (Pío XII, 1943), Santa Mater Eclessia (1964), pero sobre todo hace referencia a la Constitución Dogmática Dei Verbum, emanada de los trabajos del Concilio Vaticano II (18 noviembre 1965). El objetivo del documento consiste en ponderar seriamente los diferentes aspectos de la situación actual en referencia a la interpretación bíblica; desea prestar atención a las críticas y aspiraciones que laten en el corazón de los investigadores; pretende valorar las posibilidades ofrecidas por los nuevos métodos de investigación. En definitiva, se propone precisar las orientaciones que mejor respondan a la misión de la exégesis en el ámbito de la Iglesia Católica.

 El documento alcanza el objetivo mencionado desarrollando cuatro aspectos básicos. Empieza describiendo los diferentes métodos y acercamientos que los investigadores actuales adoptan para adentrarse por los caminos de la Escritura, al mismo tiempo que hace una valoración de las ventajas y limitaciones que presentan.[2] Seguidamente profundiza en algunas cuestiones hermenéuticas propias de la interpretación de los textos bíblicos.[3] Después se detiene en la reflexión sobre las dimensiones características de la interpretación católica de la Biblia, y sobre su relación con otras disciplinas teológicas.[4] Finalmente considera, de la manera más cuidadosa, los aspectos más significativos por los que se debe distinguir la interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia.[5]

 El horizonte de comprensión que alcanza el documento es amplio y profundo; por nuestra parte solo querríamos destacar dos aspectos complementarios que hacen referencia a la situación actual y al desarrollo en que se hallan los estudios bíblicos.

 En primer lugar, deja patente que el uso del método histórico-crítico es indispensable para el estudio científico del sentido de los textos antiguos, estudio que se concreta, como señala el documento, en las investigaciones bíblicas. El documento enfatiza que la Sagrada Escritura, “la Palabra de Dios escrita en lenguaje humano”, ha sido redactada por autores humanos en todas sus partes y en todas sus fuentes, por eso concluye expresando de forma apodíctica que la justa comprensión de la Escritura no solo admite como legítimo el uso del método histórico-crítico, sino que la utilización del mencionado método pasa a ser indispensable para el estudio científico de la Escritura.

 En segundo término, el texto de la Pontificia Comisión Bíblica desautoriza de forma contundente la lectura fundamentalista de la Biblia.[6] La lectura fundamentalista se basa en el principio de que la Biblia debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Bajo la mención de “interpretación literal”, la aproximación fundamentalista alude a la interpretación primaria y literalista. Excluye cualquier esfuerzo dirigido a la comprensión de la Biblia que tenga en cuenta el trasfondo histórico de donde brotaron los textos, igualmente desconoce y rehúsa el desarrollo que experimentó el talante literario y teológico del contenido de la Escritura. En definitiva, según señala el documento, la perspectiva fundamentalista se opone al uso del método histórico-crítico y a la opción por cualquier otro método científico orientado hacia la comprensión de la Escritura.

 Los dos aspectos que acabamos de mencionar sitúan cuidadosamente la gloria que alcanza la Iglesia cuando profundiza con rigor en el estudio de la Sagrada Escritura, pero también advierten contra el peligro y la confusión a que se expone la comunidad cristiana cuando se precipita por el abismo fundamentalista.[7] 


[1] Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, PPC (Madrid 1994).
[2] Método histórico-crítico. Métodos propios del análisis literario (análisis retórico, narrativo, semiótica). Aproximaciones basadas en los datos de la Tradición (aproximación canónica, referencia a las tradiciones judías de interpretación, historia de los efectos del texto). Aproximación desde las ciencias humanas (aproximación sociológica, antropología cultural, perspectiva psicológica y psicoanalítica). Aproximaciones contextuales (perspectiva propia de la teología de la liberación, óptica propia del feminismo). Lecturas fundamentalistas.
[3] Hermenéuticas filosóficas. Sentidos de la Escritura Inspirada (sentido literal, espiritual, pleno).
[4] La interpretación en el seno de la Tradición Bíblica (Relecturas, relaciones entre el AT y el NT). La interpretación en el seno de la Tradición de la Iglesia (Formación del Canon, exégesis patrística, papel de los diferentes momentos de la Iglesia por lo que respecta a la interpretación de la Escritura). La tarea del exegeta (Orientaciones principales, investigación, enseñanza, publicaciones). Relaciones con las demás disciplinas teológicas (Teología y precomprensión de los textos bíblicos, exégesis y teología dogmática, exégesis y teología moral, puntos de vista diversos e interacción necesaria).
[5] La necesaria actualización (principios, métodos, límites). Inculturación. Diversos ámbitos de lectura de la Biblia (liturgia, lectio divina, el ministerio pastoral, movimiento ecuménico).
[6] Sobre el fundamentalismo bíblico: F. Fernández Ramos, Fundamentalismo bíblico (Bilbao 2008).
[7] Síntesis sencilla referida a la situación de los estudios bíblicos: J.-L. Arín, “Som aquí … o així m’ho sembla”, Butlletí de l’Associació Bíblica de Catalunya 72 (2001), 59-65.

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