viernes, 30 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA VI




                                                                      Francesc Ramis Darder
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Y el séptimo día descansó

Como señala la Escritura: “Cuando llegó el séptimo día Dios había terminado su obra, y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho” (Gn 2,2). Desde el embrujo poético, la locución “descansó el séptimo día” enfatiza que Dios “experimentó la felicidad del sábado” al contemplar la armonía del cosmos nacido de sus manos. La comunidad hebrea entendía que la “felicidad del sábado” era el mayor gozo posible; por eso, cuando el Génesis subraya que Dios experimentó el máximo gozo, sentencia que saboreó la “felicidad del sábado”.

    El gozo de Dios nace, sin duda, de la alegría que comporta la contemplación de la armonía del cosmos. Ahora bien, el descanso divino también reposa en la confianza que deposita en el ser humano para que pula la creación como espejo de la bondad de Dios. El Señor ha creado al hombre a su imagen y semejanza para convertirlo en custodio de la creación que debe destilar concordia y fraternidad. Surge una cuestión: ¿Será capaz el ser humano de tal encomienda?


jueves, 22 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA V


                                                                                Francesc Ramis Darder
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Todo era muy bueno

La primera página del Génesis constituye la más profunda metáfora para describir el origen del cosmos, de los vivientes, y del ser humano. Al atardecer de los cinco primeros días de la creación, la Escritura señala la meditación divina: “Y vio Dios que era bueno” (Gn 1,18). No obstante, el sexto día, cuando Dios ha culminado su obra, la reflexión es más honda: “Vio Dios todo lo que había hecho, todo era muy bueno” (Gn 1,31).

    El cosmos, la “casa común del hombre y los demás vivientes”, es muy bueno porque constituye el reflejo de la bondad divina. La Biblia contiene un lenguaje preciso. Si contamos las veces que aparece la palabra Dios en el relato de la Creación, veremos que son 35. El número 35 es el producto de 5 por 7. Desde la óptica metafórica, el 5 alude al Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia donde figuran los Mandamientos; mientras el 7 constituye una referencia a la totalidad de la creación. Así pues, todo el cosmos (7) creado por Dios reposa por entero en la armonía que confiere la fidelidad a los mandamientos divinos (5). La tarea del ser humano consiste en conducir el cosmos por la senda de la armonía para que la creación pueda reflejar la bondad del Señor.  

   




viernes, 16 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA IV




                                                               Francesc Ramis Darder
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Hombre/Mujer

Las primeras páginas del Génesis certifican la creación del ser humano: “Creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; a imagen de Dios lo creó” (Gn 1,27a). A continuación, figura un matiz decisivo: “Varón y hembra los creó; y los bendijo” (Gn 1,27b). Así establece la igualdad entre hombre y mujer; a la vez que les encarga la tarea de conducir la creación por la senda propuesta por Dios, señalada en los mandamientos (Ex 20,1-21).

    El hombre y la mujer no trenzarán la “casa común de la humanidad y los demás vivientes” con los mimbres de los falsos dioses. La tejerán con las hebras propuestas por el Señor. Forjarán su existencia desde la capacidad de compartir, la sinceridad mutua, el respeto por el medio ambiente, junto al empeño por ahondar en la fraternidad y la felicidad humana.

    Valiéndonos de la metáfora, podemos decir Dios determina un cambio en la ecología relacional entre el hombre y la mujer. La sociedad del Oriente antiguo establecía la relación hombre/mujer sobre el parámetro del dominio masculino y la sumisión femenina (Pr 31); pero la igualdad hombre/mujer, propuesta por el Génesis, alienta las relaciones sanas, respetuosas, e igualitarias, senda de la ternura y el crecimiento interior del ser humano.


martes, 6 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA III




                                                                        Francesc Ramis Darder
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Misión del ser humano


Como señala el Génesis, la intervención de Dios originó la luz, la bóveda para separar las aguas, la vegetación, las lumbreras del cielo, los animales marinos, las aves, los animales terrestres y, finalmente, el hombre. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26). Después, especificó la misión del ser humano: “habitad y someted la tierra” (Gn 1,28). Desde la perspectiva bíblica, la locución no indica en modo alguno la autoridad arbitraria del hombre sobre el resto de la creación. Señala la obligación impuesta por Dios al ser humano para que conduzca el curso de la creación por la senda de los mandamientos divinos (Ex 20,1-21).

    El hombre no puede someter la creación al dominio de los falsos dioses que él mismo engendra. No puede subyugar la naturaleza, la “casa común de los seres vivos”, al afán de poder, ni al deseo de aparentar, ni a la explotación, ni tampoco a la superficialidad que implica el menosprecio hacia las creaturas. La misión del ser humano radica en construir la sociedad que, en harmonía con la naturaleza, transparente el amor de Dios por el mundo entero.

sábado, 3 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA II



                                                                                              Francesc Ramis Darder
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Caos y Confusión


     Los ídolos capaces de acabar con la tierra, la “casa común del hombre y los demás seres vivos”, son cuatro: el afán de poder, la ambición de acaparar bienes sin medida, el afán por la falsa apariencia, y la superficialidad en el conocimiento personal y la relación social.

    Cuando Dios “creó el cielo y la tierra”, estableció que el ámbito ecológico, la “casa común de la humanidad y los vivientes”, dejaría de estar sometida a la superficialidad, el poder, la ambición, o la apariencia, para estar sostenida en el designio divino.

    Al leer el relato de la Creación (Gn 1,1-2,4), apreciamos que la locución “dijo Dios” aparece diez veces. Según la simbología bíblica, las diez menciones constituyen la metáfora de las “Diez palabras”, eco de los diez mandamientos proclamados por Dios en el Sinaí (Ex 20,1-21). La Biblia certifica, de ese modo, que la harmonía del cosmos reposa en la vivencia de los mandamientos


viernes, 2 de agosto de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA




                                                      Francesc Ramis Darder
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En el principio.

La palabra “ecología” brota de la adición de dos términos griegos. El primero, “eco”, rememora la calidez de una “casa familiar”; desde la perspectiva metafórica alude a la “casa común”, es decir, la tierra, el ámbito donde conviven el hombre y los demás seres vivos. El segundo, “logia”, alude a la explicación de cómo es y cómo se desenvuelve la casa común, la tierra, donde cohabita el ser humano con el resto de vivientes. Así, la “ecología” constituye la descripción de la relación que mantienen los seres vivos entre sí y con la tierra que les cobija.
 
    La Escritura abre sus páginas con palabras solemnes: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” (Gn 1,1). La palabra hebrea traducida por el término “crear” adquiere un significado profundo. Entre otras cuestiones, expresa la buena relación que Dios establece con “el cielo y la tierra”. Certifica la buena relación que Dios anuda con la “casa común del hombre y los seres vivos” para que el ser humano pueda habitar en una sociedad feliz. Dios crea el cielo y la tierra con intención de forjar un mundo ecológico, es decir, hermando en la fraternidad.