El rey Arfaxad, soberano de los medos, amuralló la ciudad de
Ecbátana. Nabucodonosor exigió el auxilio de otros monarcas para doblegar a
Arfaxad, pero los reyes de Occidente desdeñaron la llamada. Después de
conquistar Ecbátana, Nabucodonosor eligió a Holofernes para que acabara con los
occidentales rebeldes. Tras abatir numerosas naciones, Holofernes oteó el país
de los judíos. El sumo sacerdote Joaquín, asustado del envite, ordenó a los
habitantes de Betulia que frenaran el avance enemigo, pues de su empeño
dependía la subsistencia de Jerusalén.
Sorprendido por el arrojo, Holofernes requirió informes sobre
el pueblo judío. Ajior, jefe amonita enrolado con los asirios, informó al
general. Cuando concluyó el relato, Ajior advirtió a Holofernes del riesgo del
ataque, pues si los judíos no habían cometido pecado, Dios lucharía a su lado y
abatiría las huestes asirias. Dolido de la advertencia, Holofernes entregó a
Ajior a los habitantes de Betulia para que pereciera con los judíos durante la conquista de la ciudad. Recluido
en la villa, Ajior desveló los planes de Holofernes a los jefes de Betulia.
Los asirios ocuparon las fuentes para rendir la ciudad por sed.
Cuando el agua se acababa, los judíos se inquietaron. Entonces Ozías, un jefe
de la ciudad, conminó al pueblo a resistir cinco días; si al cabo del tiempo
Dios no salvaba Betulia, Ozías la entregaría a Holofernes. Conocedora de la
respuesta, Judit, una viuda judía, increpó a Jarmís y Jabrís, jefes de la
ciudad: “Saldré con mi sierva y antes de cinco días vendrá el Señor en defensa
de Israel a través de la empresa que voy a realizar” (Jdt 8,33). Tras implorar
el auxilio divino, se vistió de gala y junto a su criada se dirigió al
campamento asirio. Al verla, los soldados la condujeron a presencia de
Holofernes. Ante el general, la viuda auguró el inminente pecado del pueblo,
pues, como sentenciara Ajior, sería el pecado la causa que precipitaría la
caída de Betulia. Acogida en el campamento, Judit no comía alimentos impuros,
cada noche se retiraba al raso a orar y purificaba su cuerpo con agua de la
fuente.
Cuando al cuarto día Holofernes banqueteaba con sus oficiales,
hizo llamar a Judit. Los dignatarios dejaron solos en la tienda a Judit y
Holofernes. Cuando el asirio se durmió ahíto de vino, Judit, implorando el auxilio
divino, tomó su cimitarra y le cortó la cabeza. Después huyó con su sierva
hasta Betulia, llevando consigo la cabeza de Holofernes. Al entrar en la
ciudad, los judíos la agasajaron, contentos de ver como el Señor había salvado
la ciudad por mano de mujer. Judit mostró a Ajior la cabeza del asirio; atónito
ante el prodigio, Ajior se adhirió a la fe judía; después, colocaron la cabeza
en la muralla.
En este blog pueden leer también la entrada "Cua´ndo y por qué se escribió el libro de Judit?
http://bibliayoriente.blogspot.com.es/2014/06/cuando-y-por-que-se-escribio-el-libro.html
Pueden consultar también el siguiente artículo:
Francesc Ramis Darder
Reseña bíblica: Revista trimestral de la Asociación Bíblica Española, ISSN 1134-5233, Nº. 74, 2012, pág. 5
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