Francesc Ramis Darder
Dios llamó a Abrán
y le encaminó hacia Canaán con la promesa de convertirle en un gran
pueblo (Gen 12, 1-6). Abrán y Saray, su esposa, no tenían hijos;
por eso, y siguiendo una costumbre antigua, Saray entregó a Abrán a
su esclava Agar que concibió a Ismael (16). Más adelante el Señor
estableció una alianza con Abrán, significada por la promesa de
tierra y la descendencia. La alianza se exterioriza con la
circuncisión y el cambio de nombre, Abrán y Saray se llamarán
Abrahán y Sara.
Abrahán y Sara
concibieron a Isaac. Entonces Sara sintió celos de Ismael. Abrahán,
instigado por su esposa, expulsó a Agar y a su hijo, pero el Señor
se apiadó y convirtió a Ismael en un gran pueblo (21). A la muerte
de Sara, Abrahán compra la cueva de Macpelá para sepultarla (23),
donde también él será enterrado (25, 9). La promesa divina
comienza a cumplirse: Isaac inicia la descendencia y la adquisición
de la sepultura inaugura la posesión de la tierra.
Isaac contrae
matrimonio con Rebeca (24) que concibe a Esaú y Jacob. Esaú, el
primogénito, era el heredero; pero vendió a Jacob su primogenitura
por un plato de lentejas (25, 31-34); y más tarde, Rebeca, mediante
la intriga, consiguió que Isaac bendijera a Jacob (27). Esaú
enfurecido quiso matar a su hermano. Jacob huyó a casa de su tío
Labán y se casó con sus hijas Lía y Raquel. Más tarde Jacob engendró con sus dos esposas y sus respectivas esclavas, Zilpá y Balá, doce hijos: Rubén, Simeón,
Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José (29)
y Benjamín (35, 18). Después Jacob escapó de Labán y volvió a
Canaán. Durante el regreso luchó con Dios que le cambió el nombre
llamándole Israel, se reconcilió con Esaú, y erigió un altar al
Señor en Betel (32-35).
José era el
preferido de Jacob. Sus hermanos le odiaban y lo vendieron a Putifar,
ministro del faraón (37). José en Egipto explicó el sueño que había tenido el
faraón; el faraón a modo de recompensa, lo nombró primer ministro (41). Cuando el
hambre azotó Oriente, los hijos de Jacob bajaron a Egipto a comprar
trigo (42). Tras muchas peripecias, José invitó a sus hermanos y a
su padre a vivir en Egipto otorgándoles el territorio de Gosén
(43-47). José, casado con Asenet engendró a Manasés y Efraín (41,
51-52); pero Jacob, antes de morir, los bendijo adoptándolos como hijos
(48).
Las historias patriarcales nos recuerdan que Dios nos acompaña siempre en el camino de la vida; y subrayan que por duras que sean las adversidades,el Señor permanece a nuestro lado como el buen padre que nos quiere y el amigo que consuela.
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