lunes, 26 de febrero de 2018

¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA CATEQUESIS?



                                                               Francesc Ramis Darder
                                                               bibliayoriente.blogspot.com


El primer anuncio del Evangelio atraía mucha gente a la comunidad cristiana, donde los nuevos discípulos celebraban la presencia del Salvador en la Eucaristía y vivían la comunión fraterna. No obstante, si los discípulos no ahondaban en el conocimiento de Jesús y en la meditación de la Escritura, su conversión podría reducirse a una cuestión sentimental o a una emoción pasajera. Por eso “todos ellos (alusión a la comunidad cristiana) perseveraban en la enseñanza de los apóstoles” (Hch 2,42), pues “los apóstoles daban testimonio con gran energía de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima” (Hch 4,33). Como es obvio, la enseñanza de los apóstoles no se limitaba al aspecto teórico, pues “todos (eco de la comunidad cristiana) estaban impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles” (Hch 2,43); de ese modo, los apóstoles instruían a la comunidad con la fuerza de la palabra de Dios y el testimonio de su conducta.

    Como hemos dicho, el primer anuncio cristiano recibe el nombre de “kerigma”, mientras la reflexión posterior para profundizar en el mensaje se denomina “catequesis”. Aunque la dimensión catequética aparece tras la mención de la “perseverancia en la enseñanza de los apóstoles” (Hch 2,42), los Hechos explicitan diversas situaciones en que la comunidad profundiza en la reflexión. En el clima de la plegaria, Pedro y Juan catequizan a la asamblea mostrando que la vida de Jesús estaba desde siempre en manos de Dios (Hch 4,23-31). Ananías, cristiano de Damasco, debió instruir a Pablo después de su encuentro con el Señor (Hch 9,10-19). Pedro catequizó a la comunidad de Jerusalén sobre la necesidad, atestiguada por la voluntad divina, de bautizar a los paganos (Hch 11,1-18). El envío de discípulos eminentes para anunciar el decreto de la Asamblea de Jerusalén fue una ocasión catequética para las comunidades (Hch 15,22-30). El estilo catequético aparece de nuevo en el discurso de despedida que Pablo dirige a los responsables de la comunidad de Éfeso (Hch 20,17-38); y, sin duda, en las palabras que el apóstol dirigía a quienes le visitaban cuando estaba preso en Roma (Hch 28,30-31).


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