miércoles, 4 de diciembre de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA X



                                                                         Francesc Ramis Darder
                                                                         bibliayoriente.blogspot.com



El Jardín del Edén

Como señala la Escritura, el Señor formó al hombre, Adán, con el polvo de tierra; después, tomó una de sus costillas para conformar a la mujer, Eva (Gn 2,4-25). La pareja constituye la metáfora de la humanidad entera. El Señor los alojó en un jardín, lleno de árboles feraces y rodeados de animales. Adán y Eva, el jardín, los animales y los árboles frondosos simbolizan la armonía entre la naturaleza y la sociedad humana.

    La armonía subsistirá mientras la humanidad, eco de Adán y Eva, no coma del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gn 2,9). El árbol representa la ley de Dios, y el hecho de comer refiere el empeño por destruir la ley divina. El mundo feliz subsistirá mientras la humanidad “respete la justicia, ame la fidelidad, y se conduzca humildemente ante Dios” (Miq 6,8).

    Sin embargo, Adán y Eva comieron del árbol con la misma vanidad que la sociedad humana sucumbió a las zarpas de la injusticia. La tierra dejó de ser un jardín para llenarse de espinas y abrojos, mientras la paz humana se destejía entre la guerra y la injusticia (Gn 3,18; Is 3). Surge una pregunta: ¿no será nunca posible trenzar una sociedad feliz y un mundo armónico?

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