Francesc Ramis Darder
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Protodinástico: El nacimiento de las ciudades sumerias
(3.500-2.900).
La cultura de El Obeid favoreció que algunos núcleos de
población, situados en la zona meridional, conformaran las primeras ciudades. Quienes
excavaron el yacimiento de Uruk constataron una nueva fase de desarrollo en el
sur de Mesopotamia que denominaron
“período de Uruk”; lo dividieron en dos fases: “antiguo” (3.500-3.200) y
“reciente” (3.200-3.000). El período de Uruk constituye el desarrollo y no la
ruptura con la cultura de El Obeid; acrecentó las obras hidráulicas, favoreció
la centralización de la economía y el gobierno, contempló el uso del carro de
tracción animal, alentó la construcción de caminos y la navegación fluvial, construyó
el torno rápido o de pie y el horno de reducción para la industria cerámica,
desarrolló técnicas metalúrgicas de fundido y vaciado, vivió un importante aumento de la población, y
verificó el nacimiento de las primeras ciudades organizadas en torno al templo:
Eridu, Uruk, Ur, Nínive.
La ciudad de Uruk, la actual Warka, alcanzó
las 70ha. Gracias a las obras hidráulicas y el desarrollo tecnológico, sus
habitantes controlaron el medio ecológico, así obtuvieron un excedente de
producción que acrecentó la población e incentivó el comercio. La consolidación
hereditaria de la especialización del trabajo posibilitó la eficacia de las
labores agropecuarias y la especialización de los artesanos. Según la riqueza patrimonial,
el tipo de trabajo y el lugar de nacimiento, la sociedad se estratificó en
clases: esclavos, ámbito agropecuario y de la construcción, comerciantes y
artesanos, clero, élites dirigentes. La conformación de una clase dirigente, vinculada
al templo y atenta a las leyes, dirigía el destino social y religioso; mientras
el estamento militar, vinculado también a las élites, procuraba la defensa de
la urbe y la seguridad de las vías comerciales, a la vez que propugnaba el
dominio sobre otras ciudades. En el centro de la ciudad de Uruk, se levantaba
el Eanna, un templo magnificente, dedicado a la diosa Inanna, diosa sumeria del
amor y la guerra, simbolizada por la imagen del planeta Venus; con el tiempo,
se levantó junto al santuario el zigurat de Anu, dios principal del panteón
sumerio, coronado por el Templo Blanco. A la sombra del Eanna, se congregaban
las élites dirigentes; la creciente amplitud de las tareas de gobierno, la
complejidad de la liturgia y, sobre todo, el desarrollo del comercio, determinó
la invención de la escritura, seguramente en las escuelas vinculadas al templo.
El desarrollo
descrito para el período de Uruk experimentó una aceleración en el proceso de
urbanización a lo largo del denominado “período de Yemet Nars” (3.000-2.900);
se denomina “Yemet Nars” porque fue en esta localidad donde tuvieron lugar las
excavaciones que atestiguan el período, caracterizadas por la aparición de
abundantes figurillas esculpidas. Las ciudades existentes aceleraron el proceso
urbanístico, mientras aparecieron otras: Shuruppak, Nippur, Kish, Eshnunna.
Aunque los templos aumentaron sus dimensiones, signo de la creciente
importancia de la élite sacerdotal, contemplaron la aparición del palacio,
símbolo de la importancia de la realeza, la élite política y militar que,
diferenciada de la clerecía que administraba los templos, regía el destino de
la comunidad. Lentamente, va estructurándose la jerarquía del estado; las
élites sacerdotales, vinculadas al templo aparecen subordinadas a la realeza,
residente en el palacio, cabeza políto-militar de la ciudad y su territorio
adyacente. Aparece la primera asociación de ciudades, la llamada “Liga de
Kingir”, que agrupa un conjunto de ciudades sumerias entorno a Nippur. El
gobierno ejercido por la realeza, el papel litúrgico y administrativo del
templo, la federación de ciudades y la importancia del comercio determinan la
profusión del uso de la escritura y la conformación de una clase social
especializada, los escribas, perteneciente a las élites sociales. La influencia
de Yemet Nars traspasó los límites de Mesopotamia, pues algunos sellos, en
forma de cilindro, han aparecido en Anatolia, meseta irania, el noreste de
Siria, Palestina y Egipto.
En definitiva,
tanto en Uruk como Yemet Nars apreciamos las primeras ciudades sumerias
organizadas, al inicio, como estados teocráticos, las élites dirigentes estaban
conformadas por sacerdotes, vinculados a la liturgia y administradores del
templo, mientras el estamento militar permanecía subordinado a la clerecía. A
continuación, aparecieron los palacios, sede de la realeza, nacida de la
promoción de las élites militares más relevantes; cuando aparece la realeza, la
autoridad sacerdotal le queda subordinada. Así, la primitiva sociedad sumeria,
gobernada por las élites sacerdotales, da paso al gobierno de la realeza,
originada en el estamento militar. Así el templo, desde el ámbito religioso, y
el palacio, desde el vértice político, constituían, en mutua relación, el
centro administrativo de la ciudad.
Tanto el
palacio como el templo disponían de tierras propias cultivadas por la población
de la ciudad, que recibía como salario parte de la producción. Las familias que
cultivaban sus propias tierras pagaban un impuesto al palacio y al templo, consistente
en una porción de la producción. Los artesanos vinculados al palacio y al
templo recibían de ellos el salario, pero si gozaban de independencia estaban
sometidos a impuestos. La población también estaba sometida al trabajo
obligatorio, a modo de impuesto, en las tierras del palacio y del templo
durante alguna estación del año, y también al mantenimiento de las obras
hidráulicas. Muy a menudo, las élites organizaban levas entre la población para
conformar el ejército, o para construir o reparar las murallas de las ciudades.
El palacio y el templo centralizaban la exportación de productos agropecuarios
y manufactura textil y cerámica, a la vez controlaban la importación de metales
y elementos para la construcción.
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