Francesc Ramis Darder
Samuel era
juez en Israel (1 Sam 7). Cuando el pueblo pidió un rey (8), Samuel ungió a
Saúl (9) y abdicó (12). David, a las órdenes de Saúl (16, 14-23), triunfó
contra los filisteos y mató a Goliat (17). Saúl envidió a David que huyó con
sus hombres (18-19). Al morir Saúl luchando contra los filisteos (31), David
reinó en Hebrón (2 Sam 2) y más tarde en todo Israel (5). David conquistó
Jerusalén donde trasladó el Arca (5, 6
- 8, 18). Disfrutó de la amistad de Jonatán (1 Sam 20), padeció la traición de
Absalón (2 Sam 15) y la sedición de Sibá (20). Cometió el pecado de hacer morir
a Urías para quitarle a su mujer Betsabé (2 Sam 11), pero también perdonó en
dos ocasiones la vida de Saúl (1 Sam 24.26). David estableció la capital en
Jerusalén.
David tuvo
varias esposas, de Haggit engendró a Adonías y de Betsabé a Salomón. Adonías,
por ser el mayor, debía reinar pero fue ungido Salomón (1 Re 1, 38-53). Al
principio de su reinado, Salomón destacó por su sabiduría, la organización del
reino y la edificación del Templo (3-10), en cambio sus últimos años aparecen
teñidos por la corrupción y el mal gobierno (11).
A la
muerte de Salomón estalló la guerra civil, y el pujante reino de David se
fragmentó en dos países, Israel y Judá, que coexistían en permanente beligerancia.
a. Israel.
El primer rey fue Jeroboam, su territorio ocupaba el centro y norte de
Palestina, la capital se ubicó definitivamente en Samaría; y, en comparación a
Judá, era un país rico.
b. Judá.
Gobernado por Adonías, hijo de Salomón, ocupaba el sur de Palestina y tenía su
capital en Jerusalén. Debido a los desiertos, la presencia del mar Muerto y la
lejanía de las rutas comerciales, era un reino pobre.
Los reyes
de Israel oyeron la predicación de Elías y Eliseo (1 Re 17-19; 2 Re 2-8), la
exigencia de justicia proclamada por Amós y de misericordia anunciada por
Oseas, pero no hicieron caso. El rey asirio Sargón II destruyó Samaría e
incorporó a Israel a su imperio; deportó a la población dispersándola en
Asiria, y repobló Israel con habitantes de regiones lejanas y ajenos a la
cultura y religión hebrea (722 aC.).