Francesc Ramis Dardar
1. Comencemos haciendo unos momentos de silencio para serenar nuestro espíritu.
2. Después observemos nuestra vida; aquello que no alegra o angustia.
3. Leamos la Sagrada Escritura; en estas hojas tenemos un conjunto de citas bíblicas. Elijamos una cada día del Adviento; fijémonos en alguna palabra o en alguna frase.
4. Vayamos repitiendo lentamente esta palabra o esta frase en nuestro interior.
5. Apliquemos esta palabra o esta frase a la situación de nuestra vida que antes hemos contemplado. Pidamos después a Dios que nuestra vida vaya en consonancia con las palabras de la Escritura que hemos repetido en nuestro interior.
1. Diciembre. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fiel, y él lo realizará (1Tes 5,23-24).
2.Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que todo el mundo os conozca como personas de buen trato. El Señor está cerca (Flp 5,4-5).
3.Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo (Flp 3,20).
4.Esperamos la manifestación de Jesucristo, nuestro Señor. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Dios es fiel (1Cor 1,7-9).
5.Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca (Sant 5,7-9).
6.El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión (2Pe 3,8-9).
7.Ya es hora de despertarnos del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz (Rom 13,11-12).
8.Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor (Is 2,3).
9.Mirad que llegan días –dice el Señor- en que daré a David un descendiente legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra (Jr 23,5).
10.No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. El iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece (1Cor 4,5).
11.Cielos destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia (Is 45,8).
12.Dice el Señor: Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción, daros un porvenir y una esperanza. Me invocaréis e iréis a suplicarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis (Jr 29,11-13).
13.Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor (Is 12,1-3).
14.En cuanto a vosotros, que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús (1Tes 312-13).
15.El Señor se apiadará de Jacob, volverá a escoger a Israel y lo restablecerá en su tierra. Los extranjeros se unirán a ellos y se incorporarán a la casa de Jacob (Is 14,1).
16.En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro; y le pondrán este nombre: “El-Señor-nuestra-justicia” (Jr 23,6).
17.Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrán por nombre Enmanuel. Comerá requesón con miel, para que aprenda a rechazar el mal y escoger el bien (Is 7,14-15).
18.Escucha, Señor; perdona y atiende Señor; actúa sin tardanza, Señor mío, por tu honor, pues tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo (Dan 9,19).
19.Mayor será la gloria de este segundo templo que la del primero, dice el Señor del Universo. Derramaré paz y prosperidad en este lugar, dice el Señor (Ag 2,7.9).
20.Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel (Miq 5,1).
21.El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él es mi salvación (Is 12,2).
22.Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado (Sal 51,1).
23.Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos (Sal 90,17).