Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
¿Qué notas tenía el
“culto del Señor” que caracterizaba a la Iglesia primigenia que lo hacía tan
novedoso para los conversos?
La celebración de la Eucaristía. Una vez recibidos el
Bautismo y la Imposición de manos (Hch 8,15-17), los cristianos participaban de
la Eucaristía. En la Primera Carta a los Corintios, Pablo, queriendo avivar la
celebración comunitaria, recuerda la centralidad de la Eucaristía: “porque yo
recibí del Señor lo que os trasmití: que el mismo Señor, la noche en que iba a
ser entregado, tomó pan, dando gracias, lo partió y dijo: ‘Este es mi cuerpo
que se entrega por vosotros; hacer esto en memoria mía’. Asimismo tomó el cáliz
después de cenar, diciendo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis,
hacedlo en memoria mía’. Pues cada
vez que comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor,
hasta que venga” (1Cor 11,23-26). Pablo escribió la carta desde Éfeso hacia el
año 54; así pues, recoge una tradición muy antigua que, como él mismo
sentencia, “recibió del Señor”, es decir, la recibió de la tradición inmediata
de Jesús. Sin duda, la Eucaristía entronca con la misma vida y el ministerio de
Jesús de Nazaret (cf. Mc 14,22-25).
Los cultos paganos disponían de fiestas,
romerías, y juegos en que el pueblo compartía el devenir de su historia;
también los judíos contaban con solemnidades donde celebrar su fe; desde esta
perspectiva, la Eucaristía deparaba también la ocasión para que la comunidad
compartiera los avatares que trenzaban su vida. Ahora bien, entre los muchos
aspectos que la caracterizan, Pablo alude por dos veces, en muy pocas líneas, a
la expresión de Jesús “en memoria mía”, pronunciada respecto del pan y del
vino. El término “memoria (anamnesis)”
aparece siempre en contexto litúrgico (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25; Heb 10,3). El
término griego “memoria (anamnesin)” constituye una traducción de la raíz
hebrea “recordar (zkr)”; es decir, el empeño por hacer presente el pasado, el
cual no puede seguir siendo jamás mero pasado, sino que se hace eficiente en el
presente, como acontecía en el memorial de la Pascua (Ex 12,14; 13,3-8). De ese
modo, el cristiano, abrazado a la teología del gozo, experimenta el auxilio de
la presencia real de Dios y el gozo auténtico de la vida comunitaria.
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