viernes, 27 de septiembre de 2019

ECOLOGÍA BÍBLICA IX




                                                                                               Francesc Ramis Darder
                                                                                               bibliayoriente.blogspot.com




Los cielos proclaman la gloria de Dios

Con demasiada frecuencia los hebreos deambulaban por el bosque de la idolatría, metáfora de la injusticia, representada por el desierto y el páramo (Is 34,6-7). Entonces, el salmista les invitaba a levantar la vista para percibir que “los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento pregona la obra de sus manos” (Sal 19,2-5).

    El movimiento armónico del sol y la luna, junto a la estabilidad de las estrellas despertaban la reflexión: “La ley del Señor es perfecta; es descanso para el hombre” (Sal 19,8). La armonía de los cielos, ‘ecología’ que el hombre no podía alterar, recordaba la entidad del cosmos “muy bueno” que Dios creó, pero el hombre trocó en caos y confusión (Gn 1,31; Jr 4,23).
 
    La reflexión abría la puerta de la plegaria; decía la asamblea: “Purifícame, Señor […] guárdame del orgullo ¡que jamás me domine!” (Sal 19,13-14). Bajo la mención del orgullo trasparece la injustica que desteje la concordia social. Contemplando la ‘armonía celeste’, la comunidad comprometía la existencia en la construcción de la ‘ecología terrestre’, anclada en la solidaridad y la justicia, blasones de la humanidad feliz.


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