Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
A mediados del sexto
milenio a.C., el Próximo Oriente disponía de un sistema contable constituido
por “bolas de fango” (bullae), y “fichas” (tolkens), estas últimas representaban
“cosas” o “cifras”. Expongamos el funcionamiento con un ejemplo. Un comerciante
vende a un particular tres bueyes. Concluida la venta, expide una factura al
comprador. ¿Cómo era la factura? El vendedor modelaba una “bola de fango” (bullae).
Después, introducía en su interior una “ficha” (tolken) que representaba al
buey, y a continuación añadía otras tres “fichas” de formas geométricas, una
por cada buey vendido; finalmente, sellaba la “bola” para garantizar que nadie
pudiera alterar el contenido. La factura indicaba la venta de tres bueyes. Cuando
alguien deseaba “leer” la factura, rompía la “bola” para extraer la “ficha” que
representaba al buey y las que señalaban el número de animales. Sin duda, la
necesidad de romper la “bola” para poder conocer la factura era un método
engorroso. La dificultad determinó que los “escribas” decidieran imprimir también
en el exterior de la “bola” la imagen de las “fichas”, tanto del buey como de
las cifras, insertadas dentro; así, quien quería conocer la factura no tenía
necesidad de quebrar la “bola”, bastaba con “leer” la impresión exterior. No
obstante, el método daba lugar a dos facturas a la vez: la primera, en el
exterior de la “bola”, constituida por la impresión de las “fichas” del buey y
las cifras, la segunda, en el interior, conformada por las “fichas” alusivas al
buey y las cifras. Como no había necesidad de tener dos facturas, los
“escribas” dejaron de introducir las “fichas” en el interior de la “bola” para
conservar solo sus impresiones exteriores; la información era suficiente para
conocer la venta. Aun así, la forma esférica de la “bola” era poco práctica
para imprimir símbolos sobre la superficie, por eso los escribas sustituyeron
la forma esférica por la rectangular para imprimir la información en la
superficie; habían nacido las primeras tablillas de fango.
La tablilla rectangular dio mucho juego en
la evolución de la escritura. Las tablillas descubiertas en Uruk, niveles
IV-II, y en Jemdet Nars (3300-2900 a.C.) contienen la primera escritura logo-gráfica
de Oriente que, según los eruditos, expresa la lengua sumeria. Los signos de la
escritura logo-gráfica representan sobre la tablilla cosas o ideas. Ahora bien,
los escribas sumerios, a partir de la etapa de Uruk IV, no se limitaron a representar
sobre tablillas rectangulares imágenes de cosas o ideas, supieron conjuntarlas
para obtener un significado nuevo. Veamos un ejemplo. El concepto de “mujer”
(GU) se representa mediante la imagen estilizada del pubis femenino; la noción
de “montaña” (KUR), trasparece en el bosquejo de una cordillera; la reunión de
ambos, el signo del pubis colocado encima del de la montaña, alude a la
“esclava” (GÉME), pues las esclavas eran reclutadas entre las mujeres de las
montañas. A pesar del avance cultural, la escritura logo-gráfica presentaba dos
problemas. Acontecía, en primer lugar, que cada cosa o idea demandaba un símbolo
para ser representada. A modo de ejemplo, la estilización de la cabeza
representaba al ser humano, y la oveja aparecía tras la imagen del círculo con
una cruz inscrita. La escritura logo-gráfica, llamada también “proto-cuneiforme”,
llegó a requerir ochocientos signos; era, pues, poco práctica. En segundo
lugar, las tablillas logo-gráficas no permitían establecer los tiempos
verbales, ni conceptos abstractos; su lectura dependían, en buena medida, del
sentido común del lector. Apelando de nuevo al ejemplo, existe una tablilla con
seis signos que representan el templo, la oveja, dos veces la unidad, la
divinidad, y la diosa Inana (ca. 3000
a.C.; Uruk III); el sentido común entiende “dos ovejas para el templo de la
diosa Inana”, pero también podría leerse “dos templos de la diosa Inana para la
oveja”, entre otras posibilidades. Las dificultades mencionadas impulsaron a los
escribas sumerios a transformar la escritura logo-gráfica en logo-fonética; es
decir, en lugar de manejar símbolos de
cosas e ideas, utilizaron signos que representaban el sonido de las sílabas de
cada palabra.
Al
principio, la escritura logo-fonética tenía un gran parecido con la
logo-gráfica; pero con el tiempo, fue estilizándose hasta adoptar la “cuña” y
el “gancho (Winkelhaken)” como elementos básicos. La escritura conformada por
“cuñas y ganchos” se denomina “cuneiforme”. Los escribas tomaban una tablilla
cuadrangular y un punzón; mientras el fango era blando iban inscribiendo, de
arriba bajo, mediante cuñas y ganchos; cuando el escriba había llenado el verso
de la tablilla, la volvía y escribía en el anverso. Seguramente por razones
prácticas, los escribas dejaron de escribir de arriba abajo para hacerlo de
izquierda a derecha; el testimonio más antiguo de la nueva orientación de la
escritura es una inscripción del siglo XIV a.C. Valiéndose de “cuñas” y
“ganchos”, la escritura cuneiforme había conformado, a mediados del tercer
milenio, unos seiscientos signos, logogramas y fonogramas (tablillas de Abu
Salabikh, ca. 2500 a.C.).
Los
signos más antiguos son los logogramas; gracias a la combinación de cuñas y
ganchos, representan una o varias palabras. Los fonogramas recogen el sonido de
las sílabas: consonante-vocal (ca), vocal-consonante (ac), consonante-vocal-consonante
(cat). Cada logograma o fonograma, presenta varias posibilidades de lectura;
por eso los escribas sumerios crearon, mediante cuñas y ganchos, los
determinativos, signos dispuestos junto al logograma o al fonograma que, sin
que tengan que leerse, indican la forma en que debe entender el logograma o
fonograma contiguo. A modo de ejemplo; un mismo signo sumerio puede leerse
“gar” que significa “poner”, o “inda” que alude al “pan”. Si los escribas
deseaban indicar el verbo “poner” añadían, mediante signos cuneiformes, el
determinativo “ar”, así el lector pronunciaba “gar (poner)”; si no aparecía el
determinativo, el lector entendía “inda (pan)”. Con intención de perfilar el
lenguaje, los escribas idearon los “marcadores semánticos”. Veamos un ejemplo;
el término “Inana” es nombre femenino, pero si a su lado se inscribe, mediante
una combinación de cuñas, el marcador semántico de la divinidad significa “diosa
Inana”. Con el tiempo la escritura cuneiforme fue complicándose, pues tanto los
logogramas como los fonogramas presentan polifonía, o sea, diversas lecturas y
significados; por eso los escribas confeccionaron otros signos para indicar la
pronunciación y el sentido de los múltiples signos ya existentes en sumerio.
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