viernes, 6 de abril de 2018

ICONOGRAFÍA DE ISAÍAS



                                            Francesc Ramis Darder
                                            bibliayoriente.blogspot.com


Cuando Guillem Sagrera (1420) dispuso la tercera arquivolta del Portal del Mirador de la Catedral de Mallorca, esculpió la figura de Isaías con el aspecto de un anciano con barba y túnica larga, sosteniendo un pergamino, alegoría del libro que lleva su nombre. Imagen semejante aparece en la fachada principal de la catedral de Tarragona; en el bajorrelieve de la puerta de la iglesia de Souillac (1130-1140), y en el conjunto, “El pozo de Moisés”, de la cartuja de Champmol (Dijon: 1395-1405). A modo de contrapunto, Miguel Ángel lo pintó en la Capilla Sixtina sin barba y con la mayor energía, sosteniendo un libro entreabierto, alegoría del libro profético, y escuchando la voz de un ángel que, apuntando al cielo, le desvela el contenido de la profecía (Roma 1508-1512). A tono con Miguel Ángel, Fra Bartolommeo lo pintó con vestidos renacentistas, joven y sin barba, sosteniendo un escrito y señalando a Jesús como su salvador (1514-16; Galería de la Academia de Florencia); del mismo estilo es la obra de Rafael Sanzio (Roma: 1513). En el altar de la Anunciación de Aix (ca. 1445), aparece a la izquierda el profeta Isaías y a la derecha Jeremías, entre ambos figuran libros acompañados de naturalezas muertas; en los libros y en las cintas figuran los pasajes que anuncian el nacimiento de Jesús de las entrañas virginales de María: “Ecce virgo conciepit et pariet filum” (7,14), “filius datis est nobis” (9,6), y “egreditur virga de  radice Iesse et flos de radice eius ascendet” (11,1).

    Matthias Grünewald representa en el Retablo de Isenheim, el pasaje de la Anunciación (1505-1516). Delante de María figura la Biblia con el anuncio mesiánico (7,14), al lado aparece Isaías con el libro abierto en la misma cita (7,14), el profeta está de pie sobre una raíz que alude a la profecía mesiánica de la raíz de Jesé (11,1). Desde el siglo XI, el árbol de Jesé tapiza la iconografía. El Salterio de Ingerborg (ca. 1200) presenta a Jesé, padre de David, durmiendo; sobre la figura de Jesé, se alza el árbol genealógico hasta llegar a Jesucristo, representado como Pantocrator. Rodean a Jesús siete palomas, alegoría de los siete dones del Espíritu (11,2-3ª; según Septuaginta y Vulgata). Sobre la imagen de Jesé, despunta David, Salomón, María, Isaías, Daniel, Ezequiel y la Sibila de Cumas que, según la tradición cristiana anunció, desde el horizonte del mundo pagano, el nacimiento de Jesús (Virgilio; Égloga IV).[1] Representaciones relevantes del árbol de Jesé figuran en Santo Domingo de Silos (1158) y en el Parteluz del Pórtico de la Gloria (1188; Santiago de Compostela).

    El Salterio de Scherenberg (ca. 1260) presenta a Jesé descansando; a partir de la figura de Jesé sale una raíz que contiene el oráculo mesiánico (11,1). Sobre el centro de la raíz, está sentada María con el Niño, rodeada de profetas que llevan cintas con leyendas; la de Isaías especifica: “ecce virgo conciepit” (7,14). En el Mural de los ancestros de Jesús, en la catedral de Limburgo (ca 1650), aparece Isaías con una cinta que proclama: “egreditur virga de radice Iesse” (11,1). Los siete dones del Espíritu (11,2-3ª) están representados por siete palomas que el profeta sostiene en una bandeja en el Portail Peint (1230-1235) de la catedral de Lausana.

    Según los estudiosos, en la catacumba de Priscila (Roma: siglo III) aparece la figura de Isaías indicando la presencia de María con el Niño; pero, según otros críticos, el personaje sugiere la identidad de Balaán que señala una estrella naciente, alegoría del Mesías (Núm 24,17). La visión del trono (6,1) tapiza el ábside de la basílica de S. Clemente (Roma: siglo XII); la cinta que sostiene Isaías dice: “Vidi dominum sedemtem sup. solium” (6,1); de ese modo, fundamenta en la profecía isaiana la autoridad del Pantocrator que corona el ábside (66,1-2). El comentario a Isaías de Bamberg (ca. 1000) representa el trono divino y la purificación del profeta (c. 6); la magnificencia del Señor sugiere la incapacidad del templo para albergar la plenitud de la gloria divina (66,1-2).

     La obra de Bruegel el Viejo y Hendrick van Balen (ca. 1609) recoge, en el fondo del cuadro, la Tregua de los Doce Años para destacar la figura de Isaías que anuncia la trasformación de las armas en herramientas de paz: “gladios suos in vomeres et lanceas suas in falces” (2,4); lema que reaparece en la escultura del edificio de la ONU en Nueva York.  La figura de Isaías suele aparecer rodeado de otros profetas; así en la Boston Public Library (J. Singer Sergant: 1856-1925); generalmente Isaías está enfrente de Jeremías. La menorá, erigida junto al Knéset en Jerusalén, obra de B. Elkan, muestra en el brazo izquierdo la escena isaiana de la paz (11,1-10), mientras el derecho explicita como Jeremías llora la desgracia de Jerusalén (Jer 36-44).

    Como señala la tradición, Isaías fue martirizado, cortado con una sierra, en época de Manasés. Más tarde, el desarrollo de la tradición afirmó que Isaías, huyendo de sus perseguidores, se escondió en un árbol; pero los enemigos, en extremo aviesos, cortaron el árbol con Isaías dentro. Los pintores tendieron a modificar la tradición; en lugar de representar a Isaías dentro del árbol, lo dibujaron colgado y en oración, mientras los malvados lo cortaban con una sierra. Lentamente, desapareció el árbol y los pintores mostraron a Isaías atado y sufriendo el martirio (Ilustración de Flandes: siglo XV). Con el tiempo la sierra, herramienta del martirio, se convirtió en el emblema de Isaías; así la Biblia Ilustrada (P. Weigel: 1695), y el Theatrum biblicum (J. Piscator: 1650). El prodigio de la curación de Ezequías aparece en la obra de L. Henfflin (1447); sobre la placa de una corona imperial, destaca Ezequías acompañado por Isaías que porta una cinta con la curación al monarca enfermo: “Ecce adiciam super dies tuos xv annos” (2Re 20,1-11; Is 38). En síntesis; la iconografía representa a Isaías portando el libro, los siete dones, y la sierra; aparece como el profeta de la concepción virginal de Jesús, el heraldo de la paz, el profeta de la grandeza divina, el ejemplo de la conversión y el testigo de la intervención salvadora de Dios en la historia.[2]      



[1] . Anuncio de la Sibila: “Vuelve la Virgen ya, vuelve el reinado/primero de Saturno, al final desciende/linaje nuevo desde las alturas del cielo”.
[2] . Información detallada, ver: U. Berges, Isaías. El profeta y el libro, (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2011) 175-200.

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