domingo, 18 de febrero de 2018

¿QUIÉN ES NABUCODONOSOR?



                                                    Francesc Ramis Darder
                                                    bibliayoriente.blogspot.com


Después de la caída de Asiria, la coalición medo-caldea se repartió la zona conquistada. Además del dominio que detentaban  sobre territorio elamita, los medos tomaron posesión de la región de Harran, en Siria nororiental y fronteriza con Anatolia, quizá con la intención extenderse hacia la península anatolia. Los caldeos, a quienes desde ahora y apelando a la denominación política llamaremos babilonios, asumieron el control del territorio asirio en Mesopotamia; territorio asolado por la guerra, con las estructuras hidráulicas deterioradas, y la población empobrecida y diseminada.

    No obstante, los babilonios no ocuparon la totalidad del territorio asirio, sino solo las ciudades de importancia comercial que habían soslayado los desastres de la guerra; un ejemplo de asentamiento babilónico lo constituye la ciudad de Arba’ilu, en la zona septentrional, centro comercial y nudo de comunicaciones que había quedado relativamente indemne durante la guerra. El desinterés babilónico por alentar el desarrollo del antiguo territorio asirio constituye, en cierta medida, la réplica de Babilonia contra la política unidireccional de Asiria centrada, como expusimos, en depredar las naciones conquistadas para disfrute propio. Así como Asiria no había invertido en la mejora de los reinos conquistados, tampoco Babilonia invirtió demasiado en la regeneración de Asiria; sin duda, Babilonia no quería alentar el resurgimiento de Asiria, enemigo feroz, sino tan solo beneficiarse del despojo que restaba en el antiguo territorio asirio después de la guerra.

    Una vez establecida la subordinación de los asirios, el objetivo político de Babilonia estribaba en tres cuestiones primordiales. En primer lugar, los babilonios aspiraban a la recuperación del antiguo abolengo espiritual, legislativo, económico y cultural, propio de los tiempos de Hammurabi. En segundo término, la política babilónica suspiraba por convertir el nuevo reino en el imperio capaz de conducir el destino histórico de Oriente. Finalmente, y a modo de corolario del punto anterior, Babilonia deseaba retomar el poder sobre las zonas periféricas que habían dependido del extinto imperio asirio, sobre todo Elam y Siria-palestina, tan necesarias para el desarrollo comercial y el dominio de Oriente. La recuperación de la prestancia de la antigua Babilonia alcanzará su cenit, como veremos en el apartado siguiente, durante el reinado de Nabucodonosor II (604-562 a.C.); pero ahora centraremos el estudio en el dominio babilónico sobre las zonas periféricas y en la conformación del imperio.

    La periferia oriental, el territorio elamita, quedó repartido entre babilonios y medos. Los babilonios heredaron la extensa llanura, centrada en la ciudad de Susa, llamada posteriormente “Susiana”, importante por sus vías comerciales hacia Oriente. Los medos tomaron posesión de la región montañosa de Anshan, al norte de la Susiana; confiaron el control de la región a las tribus persas, sometidas a vasallaje medo, y establecidas en la zona. Conviene recordar que los persas, como los medos, pertenecen al tronco indoeuropeo. Como dijimos en su momento, medos y persas, entre 1200 y 1000 a.C., atravesaron el Caúcaso para asentarse en la vecindad del lago Urmiah. Hacia el 900 a.C., ambos grupos, aprovechando la decadencia elamita, detentaban el control de la región irania; el mismo Salmanasar III (858-824 a.C.) trabó contacto con medos y persas, mientras su sucesor, Shamshi-Adad V (823-811 a.C.), tuvo que enfrentarse con ellos. Más adelante, a finales del siglo VIII a.C. o inicios del VII a.C., los persas fueron descendiendo a lo largo de los Zagros hasta instalarse en la región de Shirâz, en el suroeste del territorio iranio. Así pues, aunque los persas fueran vasallos de los medos, iban conformándose como un pueblo relevante, fronterizo con el territorio babilónico.

    La periferia occidental, la región sirio-palestina, había estado sometida al vasallaje asirio. Sin embargo, la caída de Asiria no significó la independencia de la zona, sino la sumisión inmediata y momentánea  al dominio egipcio. Como dijimos, la coalición medo-babilónica derrotó al ejército egipcio-asirio en Harran; entonces, Asur-uballit II se batió en retirada (610 a.C.); como también señalamos, cuando al año siguiente Ashur-uballit intentó conquistar Harran, murió en el intento (609 a.C.). Ahora bien, mientras Ashur-uballit intentaba la conquista de Harran, en Egipto fallecía Psamético I, y subía al trono Necao II (609-594 a.C.). El nuevo faraón, seguramente fingiendo auxiliar a la moribunda asiria, envió un ejército para socorrer a Asur-uballit. No obstante, la intención del faraón radicaba en ocupar la zona sirio-palestina, casi desvinculada del dominio asirio, y amenazada por la autoridad babilónica. Mientras las tropas de Necao atravesaban y ocupaban Siria-palestina, el rey de Judá, Josías (640-609 a.C.), les presentó batalla en Meggido, importante nudo de comunicaciones. Josías pereció en la batalla (609 a.C.) y el faraón continuó su camino hacia Siria; entonces, los nobles de Jerusalén entronizaron a Joacaz como rey de Judá. En su avance hacia el norte, Necao conquistó la ciudad de Carquemish; situada en el noroeste de Siria, constituía un enclave comercial decisivo para el comercio entre Mesopotamia y el área siro-palestina, vital a su vez para las relaciones con el Egeo. La injerencia egipcia desencadenó, como es obvio, la respuesta babilónica, pues el dominio sobre Siria-Palestina determinaba, en buena medida, la magnificencia de Babilonia. Como señalamos, el babilonio Nabû-apla-asur había acabado con el asirio Ashur-uballit y se había enseñoreado de Asiria (609 a.C.); pero, entrado en años, encargó la recuperación de Carquemish y la zona siro-palestina a su hijo, Nabû-kudurri-usur, el futuro Nabucodonosor II (607 a.C.). En su decidido avance, el príncipe reconquistó Carquemish (605 a.C.), ocupó la región siro-palestina, y alcanzó la frontera egipcia en Pelusium. Cuando los egipcios se retiraban ante el empuje babilónico, Necao apresó al rey de Judá, Joacaz, y lo deportó a Egipto; en su lugar impuso como rey a Joaquín (605-597 a.C.). Mientras Nabucodonosor acampaba en Pelusium, recibió la noticia de la muerte de su padre; enseguida volvió a Babilonia donde fue coronado rey (605 a.C.).

    Nabucodonosor II (605-562 a.C.) emergía como emperador indiscutido; dominaba Mesopotamia, el occidente elamita, la región siro-palestina, y mantenía a raya las pretensiones egipcias. Aun así, pronto estallaron conflictos en la región siro-palestina. Por una parte, la caída de Asiria determinó el fin del tributo que arameos, fenicios, filisteos, y judaítas abonaban en Nínive, y que ahora eran renuentes a pagar en Babilonia. Por otra, el país del Nilo, dolido de su fracaso en Siria-palestina, instigaba a los reinos de la región contra la soberanía babilónica. Ambas cuestiones, propiciaron que Nabucodonosor emprendiera sucesivas campañas en Siria-palestina. En 604 a.C., destruyó la villa de Ascalón, en territorio filisteo, que había encabezado, con apoyo egipcio, una coalición contra el dominio babilónico en la región; el mismo año, exigió a Damasco, en territorio sirio, a Jerusalén, capital de Judá, y a Tiro y Sidón, ejes comerciales de Fenicia, el impuesto debido. Con intención de frenar la injerencia egipcia, combatió contra el País del Nilo; el resultado de la batalla, por demás sangrienta, acabó en tablas (601 a.C.). A continuación, luchó contra los arameos en Siria y saqueó los campamentos árabes en el desierto siro-arábigo (599 a.C.). Aunque el objetivo de esta contienda parezca incierto, parece deberse a la respuesta babilónica contra la campaña que Egipto desarrolló en Siria para azuzar a arameos y árabes contra Babilonia (600 a.C.). Sin duda, el apoyo egipcio instigó al rey de Judá, Joaquín, a rebelarse contra Babilonia (598 a.C.). Nabucodonosor sitió Jerusalén. Durante el asedio murió Joaquín, y subió al trono Jeconías. Nabucodonosor tomó la ciudad; deportó a Jeconías, junto con un contingente de población, a Babilonia, e impuso como rey a Sedecías (597-587 a.C.). Más tarde el faraón Apries (588-568 a.C.), sucesor de Psamético II, deseoso de controlar Siria-palestina, conquistó Gaza, ciudad filistea, y embistió contra Tiro y Sidón, emporios filisteos (588 a.C.). Por si fuera poco, el faraón alentó la rebelión de Sedecías, rey de Judá, contra la autoridad babilónica. Ante la asonada, Nabucodonosor acuarteló sus tropas en Ribla, el noroeste de Siria, cerca de Homs, e inició la reconquista de Siria-palestina. Conquistó Jerusalén y deportó a Sedecías, junto a otro contingente judaíta, a Babilonia, e impuso como gobernador a un noble del país, Godolías (587-582 a.C.). A los pocos años, estalló otra rebelión en territorio judaíta (582 a.C.). Godolías fue asesinado; a modo de represalia, las tropas babilónicas deportaron un tercer contingente judaíta a Babilonia. La consecuencia de la rebelión judaíta no pudo ser más dura, pues el reino de Judá desaparecía para formar parte del Imperio babilónico. El control babilónico de Siria-palestina, prosiguió con la rendición de Tiro, tras trece años de asedio, y culminó con la victoria babilónica sobre las tropas del faraón Amasis (568-526 a.C.), sucesor de Apries, (ca. 586 a.C.). La sumisión de Tiro, la conquista de Judá, y la victoria sobre Egipto aseguraban el dominio babilónico en Siria-palestina.

    La periferia septentrional constataba el continuo avance de los medos hacia el noroeste; primero se hicieron con la zona de Harran, en el noroeste de Siria (610 a.C.), después invadieron Urartu, en el norte, y penetraron en Capadocia, en territorio anatolio (ca. 590 a.C.). La llegada de los medos, capitaneados por Ciaxares (653-585 a.C.), a la región anatolia, determinó la confrontación con Aliattes, rey de Lidia. Ambos ejércitos se enfrentaron en la llamada “batalla del eclipse” (585 a.C.), de resultado incierto. Entonces Nabucodonosor, soberano indiscutido de Oriente, actuó de intermediario entre ambos pueblos; propició la paz, y estableció la frontera entre medos y lidios en el río Halis. Ahora bien, Nabucodonosor quiso resguardar la frontera septentrional de posibles invasiones; por eso tomó posesión de Cilicia, en Anatolia, ocupada por los medos, y, quizá resabiado de Ciaxares, fortificó las plazas fuertes que lindaban con el antiguo territorio de Urartu, ahora en manos de los medos. A lo largo de la primera parte de su reinado (604-585 a.C.), Nabucodonosor había encumbrado Babilonia al rango de mayor potencia oriental. Dominaba Mesopotamia, tanto la zona babilónica como el área asiria, controlaba la región siro-palestina, hacia occidente, y el territorio elamita, hacia oriente, y mantenía la soberanía sobre el norte gracias a la posesión de Cilicia, y la construcción de sólidas fortificaciones en la frontera con los medos.

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