Francesc Ramis Darder
¿Es posible que en nuestro mundo brote la cultura del perdón?
Sí; pero sólo
en base a un perdón muy característico que implica perdonarse a uno mismo,
perdonar a los demás, y descubrir que existe un tipo de perdón del que no
podemos prescindir, y es el perdón de Dios.
El perdón es
una de las formas más radicales del amor.
Sólo desde la capacidad de perdón y del compromiso por la justicia nacerá una
sociedad totalmente nueva.
Únicamente
desde el perdón puede brotar una humanidad nueva nacida del amor.
¿Cuántas cosas
hay en nuestra vida de las que somos incapaces de perdonarnos y bloquean
nuestro desarrollo personal?, ¿a cuantas personas no perdonamos o no nos
dejamos perdonar por ellas y eso cierra nuestro crecimiento social?
Perdonarse a
uno mismo implica adquirir el corazón nuevo del que habla Ezequiel: “Os daré un
corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; os arrancaré el corazón de
piedra y os daré un corazón de carne” (Ez 36,26).
Dejarnos
perdonar por el prójimo supone repetir el gesto de Jesús en la Última Cena
cuando lavó los pies a sus discípulos (Ju 13,1-15); cuando nos dejamos perdonar
también damos ocasión a nuestro prójimo para que nos lave los pies.
Perdonar a los
demás implica dejarles comenzar una vida nueva como hizo Jesús con Zaqueo (Lc
19,1-10) o con la mujer adúltera (Ju 8,1-2). Y dejarse perdonar por Dios supone
nacer de nuevo como Nicodemo (Ju 3,1-21), y comenzar a gozar plenamente de su
misericordia como aconteció con el Buen Ladrón (Lc 23,42-43). ¡Sólo el amor hace las cosas nuevas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario