Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
El Adviento es el tiempo en que disponemos nuestra
vida para celebrar el gozo de Navidad, la presencia entre nosotros del Dios
hecho hombre, Jesús de Nazaret. Las lecturas bíblicas del Adviento han señalado
cómo el profeta Isaías y Juan Bautista anunciaron el advenimiento de Jesús, el
Mesías. Las lecturas de hoy apuntan a la figura de María; fue ella quien con mayor
deseo esperó, con inefable amor de madre, el nacimiento del Salvador.
El libro
de Samuel ha expuesto el interés del rey David por construir un templo donde guardar
el Arca de la Alianza. El Arca era uno de los objetos cultuales más preciados por
el Antiguo Israel. Según la tradición, el Arca era una caja de madera noble, de
acacia, forrada de oro; en su interior se guardaban, entre otros objetos
religiosos, las tablas de la Ley, es decir, los diez mandamientos que Dios
entregó a Moisés en el Sinaí. Así, el Arca contenía lo más sagrado que tenía
Israel, los diez mandamientos. Como señala el libro de las Crónicas, una vez al
año los sacerdotes abrían el Arca, sacaban los mandamientos, y la purificaban por
dentro; una vez purificada, volvían a introducir los mandamientos, luego
llevaban el Arca en procesión por las calles de Jerusalén para que el pueblo pudiera
venerar los diez mandamientos, la pieza esencial de la religión hebrea.
El Antiguo
Testamento alcanza su plenitud en el Nuevo. Así como en el Antiguo Testamento
aparece el Arca de la Alianza, que contiene lo más valioso para los israelitas,
los diez mandamientos, el Nuevo Testamento presenta a María, la nueva Arca de la
Alianza, que contiene en su seno lo más decisivo de la fe cristiana, la
presencia de Jesús de Nazaret, el Dios hecho hombre. Con estas palabras lo dijo
Gabriel a María: “Engendrarás un hijo y le pondrás el nombre de Jesús”, y
añadió: “Al fruto santo que va a nacer, lo llamarán Hijo de Dios”. Así como los
sacerdotes de Israel purificaban el Arca antes de introducir en ella los diez
mandamientos, el Padre, contemplando la redención que Cristo obtiene para toda
la humanidad, también purificó a María de todo pecado desde su concepción, antes
de que engendrase al Hijo de Dios en sus entrañas. Lo dijo Gabriel a María: “Dios
te guarde, llena de gracia, el Señor está contigo”; y siguió: “El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.
Ahora
bien, por importante que fuese el Arca, lo verdaderamente decisivo era lo que
contenía, los diez mandamientos; y por importante que fuese María, lo esencial
era lo que llevaba en las entrañas, el Hijo de Dios hecho hombre. Jesús de
Nazaret es el único Salvador; María aparece en el Adviento como la profetisa
que trae la presencia de Dios al Mundo. Con ello se convierte en modelo de la
vida cristiana; pues cristiano es aquel que con el testimonio de su vida hace
presente el mensaje de Jesús en la sociedad humana.
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