Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
La unidad entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento determina la manera correcta de interpretar la Biblia. La Iglesia
ofrece tres criterios para interpretar la Biblia con hondura. En primer lugar,
debemos prestar una gran atención al contenido y a la unidad de toda la
Escritura; es decir, para comprender plenamente el sentido de un versículo
tenemos que enmarcarlo en el contenido del capítulo en que se encuentra,
después hemos de situar el capítulo en el seno del libro al que pertenece, y
finalmente ubicar el libro en el conjunto de toda la Escritura.
En
segundo término, debemos leer la Escritura en el seno de la Tradición viva de
toda la Iglesia. Dicho de otro modo, interpretamos Biblia en comunión con toda la
comunidad cristiana que, a lo largo de la historia, ha saboreado la profundidad
de la Palabra; pues como decía Orígenes, uno de los antiguos Padres de la
Iglesia: “La Sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la
materialidad de los libros escritos”.
En
tercer lugar, cuando leemos la Escritura debemos adoptar el criterio de s.
Pablo: “el que habla en nombre de Dios, hágalo según la fe” (Rom 12,6); este
criterio se denomina “analogía de la fe”. Significa que debemos entender la
Biblia en el conjunto del plan que Dios diseña para abrir las puertas de la
eternidad a la humanidad entera. Expresado con otras palabras; no leemos la
Escritura por entretenimiento ni para buscar cosas esotéricas, sino para
fortalecer nuestra fe y dar testimonio del Señor hasta que la humanidad conozca
la fuerza liberadora del Evangelio. En definitiva, leemos cada pasaje
enmarcándolo en el conjunto de la Biblia, en comunión con la Iglesia y con
intención de vivir el cristianismo con hondura.
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