martes, 28 de abril de 2015

DIÁLOGO ENTRE FE Y CULTURA

                                                                        Francesc Ramis Darder


En palabras de Pablo VI uno de los dramas de nuestro tiempo es la ruptura de relaciones entre la fe y la cultura. Un ejemplo luminoso de la integración de la fe en el ámbito cultural lo hallamos en el proceso de traducción de la Biblia hebrea a la lengua griega.

    Por un cúmulo de razones, parte de la comunidad israelita emigró a Egipto estableciéndose en la ciudad de Alejandría. Los judíos continuaban con sus tradiciones, y alababan al Señor proclamando la Sagrada Escritura. Rápidamente, percibieron la situación: Alejandría era el foco de la cultura helenista donde la lengua y el pensamiento eran griegos.

    Los judíos con la intención de divulgar su fe y ofrecer el Antiguo Testamento a la cultura universal, tradujeron la Biblia hebrea al griego. No fue tarea fácil sino el resultado de un proceso que abarcó tres siglos (III-I aC). Dicha traducción se denomina de “los Setenta”, porque según cuenta la tradición referida en la “Carta de Aristeas” (I aC)  fue realizada por 70 traductores.


    Cuando nació la Iglesia, los cristianos se preguntaron qué edición del AT escoger: ¿la hebrea o la griega? Los misioneros adoptaron el AT griego, no con la intención de despreciar el hebreo, sino percibiendo un detalle básico: la Iglesia es misionera por naturaleza, y como la cultura imperante era el helenismo, la mejor manera de sembrar el cristianismo era transmitirlo con la mentalidad griega. Y así se hizo.

    El diálogo entre la fe y la cultura es clave en nuestro época, pero dicho diálogo fructifica cuando en el corazón de los cristianos late el deseo de anunciar sin miedo a Jesucristo resucitado, escuchando los desafíos de nuestro mundo y ofreciéndole la radicalidad evangélica a toda persona de buena voluntad.

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