Francesc Ramis Darder
bibliayoriente.blogspot.com
Durante el Adviento preparamos nuestra vida para
recibir al Señor que viene a nosotros, no sólo el día de Navidad, sino sobre
todo al final de los tiempos cuando nos encontremos con Dios cara a cara. La
espiritualidad del Adviento se caracteriza por
cinco aspectos:
1. Tiempo de Plegaria.
Propongámonos durante el Adviento intensificar nuestra relación con el
Señor. Leamos y meditemos la Sagrada Escritura, estemos a la escucha de la Voz
de Dios que nos habla; vivamos la Eucaristía con atención, recogimiento y
participación.
2. Tiempo de Esperanza.
En
nuestras relaciones personales procuremos ser positivos y constructivos.
Aportemos la luz de Cristo en los diversos ámbitos de nuestra vida personal y
social, a fin de que quienes nos conocen perciban en nuestro comportamiento la
auténtica vivencia cristiana.
3. Tiempo de Reconciliación.
Preparar
la llegada de Jesús implica la conversión de nuestra vida. Convertirse significa
cambiar el estilo de vida y pedir perdón a quien hemos ofendido, dejarnos
perdonar por nuestro prójimo, y saber
aceptarnos a nosotros mismos. Celebremos el sacramento de la Reconciliación; en
él recibimos el perdón de Dios, la gracia y la fuerza del Señor para edificar
su Reino en nuestro Mundo.
4. Tiempo de Solidaridad.
La
auténtica conversión implica siempre la solidaridad con el prójimo y la opción
por los pobres. Participemos en las campañas de Caritas que organicen los
grupos de Acción Social de nuestras parroquias. Estemos disponibles con quien
necesita nuestra ayuda. Seamos especialmente generosos en la colecta en favor
de Caritas que se realiza en Adviento o en Navidad en todas las Iglesias, es
una magnífica ocasión para hacer real y eficaz nuestra solidaridad con quienes
sufren.
5. Tiempo de María.
La Virgen
María es el modelo cristiano del Adviento. Ella esperó con inefable amor de
madre al Salvador del Mundo. Acerquémonos a María, y percibamos en ella a
nuestra madre que supo acompañar a Jesús desde su mismo seno hasta el pie de la
cruz, para participar después de la gloria de su resurrección.
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