lunes, 23 de septiembre de 2013

LA COMUNIDAD JUDÍA DE ALEJANDRÍA VI. LIBRO DE LA SABIDURÍA

                    
                                                                                                 Francesc Ramis Darder


Constituye la sexta entrega de la seria "La Comunidad Judía de Alejendría".


4.3.Elogio de la Sabiduría: Sab 6,22-9,18.

    Asentada la importancia de la Sabiduría, el autor del libro pone en labios de Salomón tanto su encomio (Sab 6,22-8,21) como la oración para impetrarla, pues constituye el don más valioso que Dios concede al ser humano (Sab 9,1-18).

    Salomón encomia la Sabiduría, el más preciado de los bienes y forja segura de la amistad con Dios. La Sabiduría, prosigue el monarca, le ha conferido la capacidad de hablar con cordura; sólo ella destila un “espíritu inteligente, único múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, benefactor, filántropo […] que […] penetra en todos los espíritus, los puros, los más sutiles” (Sab 7,22-24). El autor delinea la Sabiduría con su mejor caligrafía: “Es un soplo del poder de Dios […] un espejo inmaculado de la actividad de Dios […] una imagen de su bondad” (Sab 7,25-27b). Define su función con la mejor teología: “hace amigos de Dios y profetas” (Sab 7,27c); y establece su naturaleza con la mayor precisión: “es el artífice de cuanto existe” (Sab 8,6). La Sabiduría, continúa Salomón, voz oculta del autor, lega la inmortalidad y la autoridad para regir pueblos y naciones (Sab 8,13-14). La conclusión no puede ser más certera: “la inmortalidad reside en emparentar con la Sabiduría” (Sab 8,17). 

    Como expusimos en otro ámbito,[1] la misión que Dios confía al ser humano (cf. Gn 1,28), metáfora del pueblo hebreo fiel a la Ley, consiste en “someter y cuidar” el Cosmos para que sea la realidad “muy buena” (cf. Gn 1,31), deseada por Dios. ¿Acaso la Sabiduría no ejerce el mismo papel, cuando se revela como “artífice de cuanto existe”? El ansia de Salomón para “gobernar pueblos y naciones, ¿no oculta la intención de la comunidad hebrea, fiel a la Ley, que atrae las naciones a la cima del Monte Santo para adorar a Yahvé? La Sabiduría es prenda de inmortalidad (Sab 8,13). Desde esta perspectiva, la aseveración de Salomón: “la inmortalidad reside en emparentar con la Sabiduría” (Sab 8,17), ¿acaso no revela la invitación que la comunidad hebrea, fiel a la Ley, dirige a la asamblea judeoalejandrina para que se integre plenamente en la comunidad observante, la comunidad llamada a la inmortalidad? Así el fulgor de la Sabiduría ilumina el rostro de la comunidad hebrea, fiel a la Ley, para que desempeñe el encargo divino de guiar a los judíos apegados a la idolatría helenista hacia la puerta de la alianza.

    Salomón, eco de la comunidad hebrea observante en Alejandría, implora de la bondad de Dios, creador de todas las cosas y señor de la Historia (Sab 9,1-3; cf. Gn 1,28; Eclo 42,15), el don de la Sabiduría. Aunque débil e incapaz para conocer el calado de las leyes y el valor de la justicia, reconoce la prodigalidad con que Dios le ha bendecido, pues le ha elegido rey y le ha mandado edificar un templo y levantar un altar. Como proclama el rey, la Sabiduría está junto a Dios y estaba junto al Altísimo cuando creaba el Mundo. El soberano suplica la dádiva divina: “Envíala […] para que me acompañe en mis tareas […] así mis obras serán aceptadas, juzgaré a tu pueblo con justicia […] ¿Quién puede conocer tu voluntad, si tú no le das Sabiduría?” (Sab 9,10-17).

    Como hemos reseñado, bajo la voz de Salomón palpita la comunidad judeoalejendrina fiel a la Ley. La comunidad entiende que el encargo divino no puede llevarse a cabo sólo con las fuerzas humanas. Sólo el auxilio divino, representado por el don de la Sabiduría, concederá a la comunidad la entereza para llevar a término la obra de Dios. Así como la Sabiduría estaba junto a Dios “cuando el Señor hacía el Mundo” (Sab 9,9), también estará “junto a la comunidad leal” cuando emprenda la tarea de trasformar a los judíos, atenazados por la idolatría, en la asamblea que refleja la gloria de Dios y atrae a las naciones a Sión para postrarse ante el Dios de Israel. Del mismo modo que la Sabiduría es la mediación de Dios para crear el Mundo, la comunidad fiel es la mediación de la que Dios se vale para conformar al pueblo hebreo en el molde de la alianza y para llevar a las naciones hasta la cima del Monte Santo.




[1] . Ramis: 2012, 109-112.

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