domingo, 8 de julio de 2012

EL SENTIDO DE LA PAZ EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

                                                                                                               Francesc Ramis Darder

         El término “paz” (sh.lm) designa todo lo que forma parte de una vida sana, armónica, unida al pleno desarrollo de la vitalidad de un espíritu sano. La alusión a la paz define la prosperidad individual y comunitaria; en definitiva el vocablo “paz” refiere la totalidad plena del bienestar personal tanto en aspecto objetivo, cuando la situación en que la persona se desenvuelve va bien, como desde el aspecto subjetivo, cuando el ser humano se siente bien consigo mismo. Desde la perspectiva histórica y desde el ámbito social, la paz trae a la memoria las épocas caracterizadas por la ausencia de guerra (Jos 10,1.4; 1Sm 7,14; cf. Lc 14,32; Ap 6,4; Ecl 3,8), y evoca la tranquilidad que nace del cumplimiento de los acuerdos aceptados y trabados entre los miembros de una comunidad, o entre miembros de diversas comunidades, en definitiva la “paz” es un indicador de la prosperidad tanto personal como comunitaria (Sal 122,6-9).

     La teología del AT trasciende la noción sociológica de “paz” para abarcar también el aspecto religioso; de ahí la presentación de alianza vinculada a los sacerdotes (Nm 25,12-13; Ml 2,4-6). La reflexión del AT también asocia la paz, el bienestar y la armonía personal y comunitaria, con la bendición que Dios derrama sobre cada hombre y sobre el pueblo entero para que fructifique plenamente la vida personal y comunitaria en todos sus ámbitos. El hecho que unifica todos los aspectos que atañan  a la paz consiste en la comprensión de la paz como el don que Dios regala al ser humano y a la comunidad leal (Lv 26,6; 1Re 2,33; Sal 29,11; Is 26,12). El AT señala que el deseo de paz forma parte del contenido de las fórmulas de saludo o despedida que se manifiestan los israelitas entre sí (Ex 4,18; Jue 6,23; 2Sm 15,9; Esd 5,7). La mención de la paz en el contenido de las fórmulas de salutación adquiere un contenido teológico: el Señor vierte la paz sobre cada israelita y sobre la comunidad entera y, de modo análogo, cada israelita regala a su prójimo el don más importante que ha recibido de Dios: la paz, metáfora del bienestar y de la prosperidad.

    El concepto bíblico de “paz”, desde la perspectiva individual, además de la serenidad y la armonía, engloba también el ámbito de la salud corporal y de la felicidad familiar. Esa paz procede de la bendición divina (Sal 128,1-3); desde esa óptica la voz profética recalca el gozo de la paz que disfrutan los justos y subraya la desarmonía que agita a los malvados (Is 57,18-21).

   La noción de paz supera el recinto personal para adentrarse en el espacio social. El bienestar comunitario implica la ausencia de guerra y de todo peligro inminente (Is 54,17), condiciones que resultan selladas mediante la alianza (Is 55,3). Pero, desde la perspectiva profética, la paz y el bienestar (sh.lm) no nacen sólo de un pacto, proceden, esencialmente, de la vivencia de la justicia (tsdq) (Is 11,5-9). Precisamente es en el ámbito de la lucha por la justicia donde la profecía hace el mayor hincapié con la intención de que el pueblo alcance la paz. La vivencia de la justicia es la fuente de la que brota la paz (Is 32,17; Sal 72,4-5; 85,11; cf. Is 60,17).


No hay comentarios: